Def Leppard invoca sus raíces
Los británicos reaparecen tras siete años con un álbum en el que rearman sus riffs y sus estribillos filo-pop y que rinde homenaje al glam-rock de T. Rex

El grupo Def Leppard. / FdV
J. B.
Hubo un tiempo en que Def Leppard reinó en el rock, que entonces era como decir la música en general: 20 millones de ejemplares de su cuarto álbum, Hysteria (1987), los contemplan, con sus tonadas king size y la descollante producción firmada por ese rey Midas llamado Robert John Mutt Lange. Varios cambios de tendencias después, y metabolizadas algunas crisis de identidad, la banda resurge invocando sus raíces y tratando de dar lustre a su gramática de riffs, estribillos filo-pop y baladas melodramáticas.
Aunque Def Leppard se hizo grande en el mercado estadounidense, se trata de un grupo británico, de Sheffield, que dio señales de vida enredado en la New Wave of British Heavy Metal de los primerísimos años 80 y que siempre ha lucido un vago influjo de la escena setentera de las islas, la de Mott the Hoople, T. Rex o el David Bowie de la era Ziggy Stardust. Algo de ello se filtra en este álbum, empezando por su mismo título, alusión al clásico Get it on, del grupo de Marc Bolan: “You’ve got a hubcap diamond star halo”, dice la letra, al parecer un juego con lectura sexual. Ese “halo de estrella de diamante tapacubos” ya inspiró en su día uno de sus mayores éxitos, 'Put some sugar on me', según declararía el cantante, Joe Elliott.
Hay vestigios de la impronta glam en 'Kick', en funcional línea con el hard rock dinámico de 'Take that you want', 'Fire it up' y 'Gimme a kiss', temas que recuperan rebotes de la vieja chispa con sus estribillos y su gramática de guitarras (el doblete de Phil Collen y Vivian Campbell). Material que Def Leppard hace compatible con otros registros atendiendo a su idea de rock generalista y de amplios contornos. En el extremo más alejado, la delicada presencia de Alison Krauss en dos temas, incluido el sentido y filo-country 'This guitar' (no lejos de Bon Jovi).
Baladas
En materia de baladismo, el grupo se aparta de aquellas fuentes cargando las tintas de un modo excesivo en 'Goodbye for good this time' y 'Angels (can’t help you now)', entre arreglos de cuerda y solos de guitarra peliculeros. Y buscando alimento en temas robustos y funcionales como 'Unbreakable', al final emerge ese 'From here to eternity' tirando a épico, pero con sustancia, acaso suspirando por el espíritu del viejo 'Bringin on the heartbreak', de su segundo disco, High’n’dry (1981).
Def Leppard dejó atrás hace mucho su edad de oro, que no va a volver con Diamond star halos, pero el álbum bien puede ser disfrutado por los veteranos que tiraron la toalla tras los intentos fallidos de renovación tipo Slang (1996) y por neófitos que tiren del hilo de aquel rock de gran formato que un día se llevó los estadios por delante. Arena rock quizá algo extemporáneo, ¿pero es eso relevante en el multifragmentado panorama musical de 2022?
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