Contra los autoritarismos

“La luz que nos guía” de Álvaro Otero es una crítica a los regímenes autoritarios que asolaron Europa durante buena parte del siglo XX

El escritor y periodista gallego Álvaro Otero.

El escritor y periodista gallego Álvaro Otero. / JOSÉ LORES

Ciertamente, es la Historia (esa que se escribe con mayúsculas) la que decide cuáles son los acontecimientos que hay que destacar a lo largo de los siglos, la que recoge las grandes gestas, la que decide quiénes son los personajes que merecen pasar a la posteridad. Pero tenemos que aceptar que hay unos protagonistas de esa Historia que son quienes la sufren, las víctimas de la violencia y el sufrimiento que desatan las guerras, las víctimas de los conflictos que nacen del enfrentamiento entre ideologías, las víctimas que padecen las injusticias que los poderosos ejercen sobre los vulnerables.

En “La luz que nos guía” (Galaxia-Gutenberg), un grupo de jóvenes españoles inician sus recorridos ideológicos durante los primeros años treinta del siglo XX llevados por la fascinación de esas utopías prometidas por los totalitarismos. Eran comunistas, anarquistas, falangistas, que confiaban en esas utopías por las que estaban dispuestos a entregar sus vidas. Esa fascinación era la luz que guiaba sus acciones y su vida. Para unos la luz era “el ejemplo deslumbrante de la Unión Soviética”, como manifiesta la líder de una célula comunista de un pueblo español que arrastra a sus camaradas a una acción que provocará su exilio y los obligará a refugiarse en Moscú, donde se estrellarán contra la realidad que se ocultaba tras aquella utopía. Para otros, los que se identificaban con el fascismo y el falangismo, la luz que los guiaba era el combate contra el comunismo y uno de los procedimientos fue hacerlo desde las filas de la División Azul apoyando al otro gran totalitarismo del siglo, el totalitarismo nazi. A estos será la realidad de la guerra la que los despertará de aquellos sueños utópicos. La luz que guió a todos ellos resultará ser una luz que en vez de iluminarlos los deslumbra y los ciega.

Álvaro Otero cuenta en esta novela los diferentes caminos que siguen aquellos personajes desde que salieron de España y el de los que se quedaron aquí apoyando el franquismo después de la guerra civil. Lo hace recorriendo con ellos los diferentes itinerarios en los que ven cómo se derrumban sus ideales y naufragan las esperanzas puestas en aquel futuro utópico. Cuenta con una frialdad deslumbrante las penalidades de unos y otros hasta provocarnos la sensación de que algunas situaciones parezcan más distópicas que reales, lo cual no es verdad: sólo hay que leer la Historia (con mayúsculas) –y los relatos de Solzhenitsyn y Primo Levi- para darle la razón al autor de este libro cuando habla de las terribles consecuencias de la puesta en práctica de aquellas ideologías totalitarias. El hambre, el frío, las humillaciones, las torturas, los asesinatos, el horror, el miedo, la guerra y su rastro de muerte y destrucción, están narrados con una descripción tan minuciosa y detallista que hace que el lector llegue a sentir todas esas sensaciones como si fuesen propias. Hay episodios realmente estremecedores, otros que invitan a la compasión, muchos inquietantes y algunos terribles que provocan indignación, desasosiego. En muchos de ellos juega la fuerza de la Historia y en otros, como en las novelas y en la vida, el destino y la casualidad.

Desde el punto de vista literario destaca la estructura narrativa, una narración que va alternando las andanzas de cada uno de ellos, con flash backs y con historias paralelas que se desarrollan en escenarios diferentes y en lugares distantes, que se entrecruzan sin que en ningún momento el lector pierda el hilo narrativo. La dispersión en el tiempo y el espacio de cada una de esas historias caleidoscópicas se va ensamblando con una precisión admirable en 600 páginas que aportan elementos necesarios para entender el desenlace, un desenlace imprevisible que es al mismo tiempo un brillante final simbólico.

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