Pablo Neruda no murió el 23 de septiembre de 1973: lo asesinaron suministrándole veneno en el hospital en el que estaba siendo tratado de un cáncer de próstata. Cuando Pinochet derrocó a Salvador Allende en un golpe de estado y comenzó a perseguir y asesinar a miles de demócratas y comunistas, Neruda planeó fugarse del hospital y refugiarse en México. No le dio tiempo. Después, los soldados de Pinochet saquearon sus casas de Santiago y Valparaíso y quemaron los libros de su biblioteca. La verdad sobre la muerte de Neruda no se supo hasta febrero de 2023, hace sólo siete meses, por lo que el mundo de la cultura no pudo reaccionar nunca con la contundencia que merecía lo que había sido el asesinato de un Premio Nobel de Literatura.
Las candidaturas de Neruda para el Nobel fracasaron en 1956 y 1963. Entonces se dijo que la CIA movilizó sus recursos para que un comunista no recibiera el Nobel. En 1964, después de rechazar el premio, Jean-Paul Sartre dijo que quien lo merecía era Neruda. Al fin se lo concedieron en 1971 “por una poesía que con la acción de una fuerza elemental da vida al destino y los sueños de un continente”. Según García Márquez, Neruda escribió el borrador del discurso de recepción del Nobel 48 horas antes en la hoja del menú de un restaurante del Boulevard Montparnasse de París donde ambos cenaban.

Una vida para la poesía y la política
En julio de 1904 Pablo Neruda fue bautizado en Parral, en la región de Maude, como Ricardo Eliécer Neftalí Reyes. Hijo de un ferroviario y una maestra de escuela que murió a los dos meses del nacimiento, siempre identificó como madre a Trinidad Candia, la segunda esposa de su padre, que lo crió como un hijo propio. Según Neruda, “era una mujer dulce y diligente, tenía sentido del humor campesino y una bondad activa e infatigable”.
Neruda se casó en Java con la holandesa María Antonia Hagenaar (conocida como Maruca Reyes), madre de su hija Malva Marina, que nació en Madrid con hidrocefalia y murió en Gouda (Holanda) a los ocho años (“una criatura a la que no se podía mirar sin dolor”, escribió Vicente Aleixandre). Neruda se desentendió de sus cuidados. El matrimonio duró 12 años, aunque su separación ya se había producido mucho antes. Maruca murió en 1943 en su país durante la ocupación nazi cuando Neruda era cónsul de Chile en México. Sobre Maruca escribió Lorca: “Niñita de Madrid, Malva Marina,/ No quiero darte flor ni caracola;/ Ramo de sal y amor, celeste lumbre,/ Pongo pensando en ti sobre tu boca”.
Neruda comenzó a estudiar en Temuco, a donde se había desplazado la familia y donde escribió sus primeros artículos en el periódico local “La Mañana”. En el Liceo, el contacto con la poeta Gabriela Mistral (la otra Nobel chilena) orientó su carrera hacia la literatura. Su padre no veía con buenos ojos tener un hijo poeta, por lo que para evitar el enfrentamiento comenzó a firmar sus escritos como Pablo Neruda. Se trasladó a Santiago a estudiar para profesor de francés y allí frecuentó los círculos anarquistas y bohemios publicando versos en sus revistas. También escribió su primer libro de poemas, “Crepusculario”, cuya edición costeó él mismo vendiendo los muebles del apartamento y empeñando un reloj de su padre. Recibió también apoyo del crítico Hernán Díaz Arrieta, que firmaba con el seudónimo Alone, con el que mantuvo amistad toda su vida a pesar de sus diferencias ideológicas.
La obra que iba a consagrarlo como poeta la publicó en 1924, “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, que desde entonces es uno de los poemarios más leídos por todas las generaciones. Después de sus inicios en el Modernismo, Neruda se dejó influir por las vanguardias, sobre todo el Surrealismo, con obras como “Tentativa del hombre infinito”.
Además de poeta (uno de los grandes del siglo XX) Neruda siguió una carrera política en la que desempeñó los cargos de senador de la República y cónsul. Cuando ejercía de tal en Birmania, conoció a una nativa llamada Josie Bliss con la que vivió un tórrido romance que terminó en un episodio que casi acaba con la vida del escritor. Después desempeñó consulados en Buenos Aires y Madrid y fue embajador en Francia, siempre con el respaldo del Partido Comunista de Chile, en el que militaba desde muy joven. Durante su estancia en España se relacionó con Lorca, Alberti y los poetas de la Generación del 27 en su etapa como director de la revista “Caballo verde para la poesía”, que contribuyó a fundar. Aquí publicó la primera edición de “Residencia en la tierra”. La conocida como Casa de las Flores, donde vivía en el barrio madrileño de Argüelles, era punto de encuentro de escritores, poetas y gentes de la cultura. Allí conoció a Delia del Carril, su segunda esposa, y también al poeta mexicano Octavio Paz, de quien años después lo separaron diferencias ideológicas (Octavio Paz lo llamaba “mi enemigo más querido”). Durante la guerra civil se solidarizó con la República y escribió “España en el corazón”. Desde Francia ayudó a cientos de españoles republicanos a abandonar el país en el vapor “Winnipeg” que hacía la ruta Pauillac-Valparaíso. Su poesía dio entonces un giro definitivo hacia el compromiso político. En México publicó en 1950 “Canto General”, una de las cumbres de la poesía iberoamericana de todos los tiempos, cuya primera edición estaba ilustrada por los muralistas Siqueiros y Diego Rivera.
Se exilió en París en 1949 (Picasso lo ayudó a regularizar sus papeles) y más tarde se instaló en Capri y Nápoles, ya con Matilde Urrutia, su tercera pareja, donde publicó “Los versos del capitán”. En Europa recorrió países de la órbita soviética y en Moscú recibió el Premio Stalin de la Paz. De regreso a Chile legalizó su matrimonio con Matilde y publicó “Estravagario”. Fijó su residencia en Isla Negra, en una casa a medio construir que compró a un viejo capitán de navío español, a donde trasladó su variopinta colección de caracolas, mascarones de proa y objetos marinos y donde quiso ser enterrado junto a Matilde.
Su autobiografía “Confieso que he vivido” se publicó al año siguiente de su muerte.