A un lado de la plaza que se disputan la Generalitat de Catalunya y el Ayuntamiento de Barcelona, bajando una calle entre cierto aire veneciano y el silencio que huye de las cercanías ruidosas, está Alba, que ahora cumple 30 años. Clásica y moderna, esta editorial emite cultura literaria desde el espacio que ocupa en la ciudad y alcanza, con algunos de sus éxitos, la presencia de sus títulos en el extranjero.

La suya es una pasión por la perfección y por la alegría de publicar aquello que, siendo inédito o poco conocido, español o extranjero, logra formar parte de la conversación contemporánea. Lo que se publica desde hace tres décadas nace de la inspiración de quienes llevan adelante la editorial desde entonces. Hace 12 años se puso al frente Idoia Moll, que controla una especie de cuadro de mandos en los que confluyen el amor por los libros, que comparte con sus ocho compañeros de tarea, y la esperanza de acertar con títulos cuyos resultados más de una vez los han llevado a la sorpresa de haberle ganado a la expectativa.

Son 30 años de felicidad editorial y de ello hablamos con la directora. Cuando entramos en ese lugar sin límites que es el sitio donde se piensan y se hacen los libros que son considerados para su publicación, le pedimos que disponga sobre la mesa de trabajo los títulos que ella seleccionaría para explicar el espíritu de Alba. Es su carnet de identidad, la razón múltiple de sus logros. Los pone como si los estuviera recuperando del primer día que los tuvo como novedad. Con las colecciones a las que pertenecen, sus títulos son como nombres propios cuya identidad la acompañan a rastrear tanto su futuro como su larga relación con ellos.

Hay aquí, en su lugar de trabajo, un silencio como de letra recién salida de autores o traductores que han hecho de Alba una apuesta que ahora tiene la edad desde la cual la vida editorial ya parece contemplar el futuro con una veteranía sin fronteras. Con ese bagaje como símbolo de su trabajo hablamos en medio de este silencio editorial que se parece también al de una sala en la que se leen libros. Habla, pues, la editora.

–¿Cómo se hace una editora?

–Con el tiempo. Con años de trabajo. Yo empecé a trabajar en Alba a los 23, cuando recién había terminado la carrera de Historia. Mis primeros trabajos consistían en enviar cartas de ejemplares justificativos (los ejemplares gratuitos que recibe cada autor por contrato), gestionar peticiones de derechos, archivar contratos y prensa… y así fui conociendo cómo funcionaba una editorial. Con el tiempo adquirí más responsabilidad en el Departamento de Derechos: contactaba a agentes y editores extranjeros, les pasaba las ofertas de los títulos que queríamos contratar, asistía a la Feria de Fráncfort con otros editores, preparaba los contratos... y empecé a proponer algunos títulos para nuestras colecciones.

–¿Se llevó alguna sorpresa aprendiendo?

–Al principio me sentía muy pequeñita, era muy joven y no tenía experiencia laboral, pero tuve la suerte de encontrarme con personas maravillosas que me enseñaron muchísimo, tanto a editar libros como posteriormente a dirigir una editorial, que es la labor que desempeño desde 2011. Aprendí mucho observando y escuchando.

–¿Qué es lo que más le llamó la atención en ese proceso de aprendizaje?

–En Alba, por ejemplo, íbamos más allá de los catálogos de los agentes porque publicábamos libros que estaban descatalogados y a veces no sabíamos quién manejaba los derechos. En algunos casos, había que hacer un trabajo de investigación para llegar a los herederos o propietarios. Tirabas de un hilo, que te llevaba a otro y a otro… Hemos tardado años en dar con los propietarios de algunos derechos. Esa labor me gustaba mucho, me parecía interesante y divertida.

–Alba no es una editorial común en España.

–Así es. Alba es una editorial que se ha centrado en la recuperación de clásicos universales ofreciendo nuevas traducciones y ediciones muy cuidadas. Colecciones como Alba Clásica, Alba Clásica Maior y Alba Minus se han convertido en referentes en el mercado editorial español. Hasta hoy hemos publicado más de 300 clásicos. Algunos de ellos se reeditan a menudo, como Crimen y castigo, Anna Karénina, Historia de dos ciudades y Cumbres borrascosas. Luis Magrinyà, el responsable de estas colecciones, es un editor con un gran conocimiento del oficio del que tengo la suerte de aprender cada día. También tenemos otras colecciones de nicho como Artes Escénicas, consagrada a la técnica actoral; Fuera de Campo, en la que publicamos títulos que tienen que ver con todas las áreas del cine, y Guías del Escritor, dedicada a los manuales de escritura creativa. Son colecciones especializadas que cuentan con un público más amplio del que puede parecer. Ahora estamos apostando por la novela contemporánea. Es un campo más difícil, porque hay mucha competencia, pero ahí vamos. Buscamos la mejor calidad literaria y esa es la clave del avance de Alba en ese terreno.

–¿Por qué hacer una colección de libros para actores?

–Nos dimos cuenta de que había un hueco en el mercado que no cubría ninguna otra editorial. Detectamos que la mayoría de los estudiantes de interpretación leían libros fotocopiados de ediciones antiguas descatalogadas. Así, fuimos contratando y traduciendo libros de referencia, y formamos una colección dirigida a actores y directores de teatro y cine.

–¿Cuáles fueron los libros que la convirtieron en editora?

–Al principio edité algunos libros de la colección de cocina ilustrada. Era muy divertido coordinar a autores e ilustradores. Luego fui editora de algunas biografías de músicos de la colección Trayectos. Recuerdo que empezamos publicando Miles Davis y Kind of Blue, de Ashley Kahn, que tuvo muy buena acogida y nos dio mucha satisfacción porque íbamos por buen camino. Luego vinieron otros libros como A Love Supreme y John Coltrane, del mismo autor; Jaco Pastorius. La extraordinaria vida del mejor bajista del mundo, de Bill Milkowski; Alicia de Larrocha. Notas para un genio, de Mònica Pagès… Me emocionó mucho contribuir a nuestra colección de música porque se trata de un campo que personalmente me interesa mucho.

–Y en estos 30 años que lleva funcionando la editorial, ¿qué títulos de todo el catálogo le han emocionado más?

–Me encantó publicar Diarios completos de Sylvia Plath porque es un libro maravilloso que supone una aportación relevante a la literatura feminista. También algunos clásicos como Anna Karénina, traducida por Víctor Gallego, cuya trabajo recibió dos importantes premios (el Premio Internacional Read Russia y el Premio La Literatura Rusa en España, ambos en 2012). En un año vendimos más de 6.000 ejemplares y lo seguimos reeditando. También estoy especialmente orgullosa de la colección Pequeña&Grande, que supuso un éxito inesperado. Es una colección de biografías ilustradas para niñas y niños de grandes mujeres de la historia. La lanzamos en 2014 con los títulos dedicados a Coco Chanel y Frida Kahlo. Quarto Group nos compró los derechos en lengua inglesa en 2016 y a partir de ahí se fueron vendieron los derechos por todo el mundo. Se ha traducido a más de 30 lenguas. Es una gran satisfacción que una colección que has empezado de cero llegue tan lejos y, sobre todo, que sirva de inspiración para los más pequeños. María Isabel Sánchez Vegara, autora de la colección, tuvo una idea genial y los ilustradores que colaboran en ella son unos verdaderos artistas. De ahí su gran éxito.

–¿En qué consiste la alegría del editor?

–El editor tiene la responsabilidad de manejar el éxito. En el caso de Pequeña&Grande, que adquirió una dimensión enorme –ha vendido más de 7,5 millones de ejemplares en todo el mundo–, tuvimos que gestionar las relaciones con muchas editoriales, agentes, ilustradores… El equipo de Alba es pequeño y confieso que llegó a desbordarnos, pero no tardamos en encontrar el equilibrio. También tenemos una colección de poesía. Es una colección arriesgada, porque la poesía es minoritaria, pero hemos publicado varias antologías que están funcionando, como Antología de poetas españolas, que va del siglo XV a la generación del 27, editada por Ana Gorría y Gonzalo Torné, y que lleva cuatro reediciones. O sea, ¡sí hay lectores de poesía! A ver, hay libros más comerciales que financian a otros que lo son menos pero que por su calidad merece la pena publicar. Es importante buscar el equilibrio entre lo comercial y lo literario. A mí me gusta descubrir cosas nuevas, estar atenta y abierta a las propuestas que llegan de fuera y a otras que se nos ocurren a nosotros... Así surgen proyectos interesantes y exitosos.

–¿Una decisión editorial también necesita inspiración?

–Sí, sin duda. Te llega un libro, lo valoras literaria y comercialmente, haces un informe y luego decides si lo publicas o no. Ahí entra tu intuición y lo que crees que los lectores buscan o necesitan en ese momento. En nuestra colección de Educación y Salud, por ejemplo, publicamos hace años El cerebro del niño, de Daniel J. Siegel, que explica de una manera científica por qué los niños tienen rabietas y cómo abordarlas. A mí me llegó el manuscrito a través de una agente y en aquel momento yo tenía a mis hijos pequeños, así que era un tema que me tocaba muy de lleno, lo leí y mis hijos sirvieron de inspiración. Hice caso a mi intuición, compré los derechos y… ¡ya llevamos 30 ediciones de ese libro! Es el más vendido de nuestra editorial y es el que nos ayuda a financiar otros libros dirigidos a un nicho más pequeño.

–O sea, que compró ese libro como editora y como madre.

–Sí, totalmente. Por eso le tengo un cariño muy especial. Como madre me enseñó a entender el comportamiento de mis niños, a cómo gestionar sus emociones. Y como editora me enseñó a editar libros útiles para nuestro público.

–¿Y qué tal el trabajo con los autores?

–En Alba no tenemos tantos autores como otras editoriales dado que una gran parte de nuestro catálogo está dedicado a los clásicos. Sin embargo, algunos autores llevan años con nosotros y mantenemos una relación muy cercana y fluida. Tratamos de cuidarlos y de que se sientan bien atendidos. Lo mismo sucede con los traductores que en nuestro catálogo tienen un papel fundamental, algunos colaboran con nosotros prácticamente desde el principio.

–¿Qué sensación le produce un libro cuando le llega directo de la imprenta?

–Una ilusión enorme. Porque es muy emocionante ver materializada una de las novedades de tu catálogo. Detrás de cada libro hay mucho esfuerzo y muchas personas involucradas. Editar libros es un trabajo de equipo en el que el autor es el creador de la obra, pero detrás están los editores, los traductores, los diseñadores, los maquetadores, los correctores, los impresores... que le dan la forma a ese libro para que llegue a manos del lector en las mejores condiciones.

–Para llevar a cabo esta conversación le pedí que seleccionara algunos libros de la editorial. Aquí los tenemos. Cuénteme por qué los ha escogido.

–Pues mira… Este, Ritos funerarios, de Hannah Kent, es una novela australiana muy premiada y con una calidad literaria extraordinaria. Narra la historia de la última mujer decapitada en Islandia. Hannah Kent es una de nuestras autoras extranjeras más apreciadas. Este otro es El libro de la Tierra, de la escritora e ilustradora sueca Matilda Ruta. Es un libro ilustrado para niños a partir de 8-10 años que cuenta la historia del planeta Tierra desde el origen hasta la actualidad. Y este es el de José Luis Correa, uno de nuestros autores más antiguos, que ha creado un detective como alter ego, Ricardo Blanco, y todos sus casos están situados en Las Palmas de Gran Canaria. Son historias de asesinatos que desentraña el detective. Esta, en concreto, es La estación enjaulada, la más reciente. Aquí tenemos El gran día de la señorita Pettigrew, de la colección Rara Avis, una novela inglesa de enredos muy divertida que transcurre en tan solo 24 horas. Y, también tenemos Campos azules, de Julia Soria, una de nuestras pocas autoras españolas. Es su primera novela y… ¿cuántos años cree que tiene? ¡70! Tiene 70 años. Es una novela emotiva situada en una aldea de Soria en los años 60 y que habla de una España que ya no existe, con un vocabulario rural que muchos no conocemos y que ella maneja de maravilla. Y, por supuesto, no podía faltar un clásico, Mi Ántonia, de Willa Cather, una gran autora norteamericana, no tan conocida pero que merece la pena descubrir.

–La editorial cumple 30 años. ¿Cómo lo van a celebrar?

–Vamos a hacer una gran fiesta... Y además estrenamos una nueva colección llamada Viajeros del Tiempo, de Francisco Llorca y Montse Galbany. Es una colección infantil ilustrada de libros de historia. Apenas empezamos con Antiguo Egipto y ya hemos vendido los derechos a Polonia y Rumanía. ¡Qué mejor forma de celebrar!