Bernard Cornwell y el misterio de Stonehenge

Edhasa reedita el espectacular relato con el que este autor de novela histórica indagó en los orígenes del famoso círculo de piedra: un impresionante fresco de la cultura megalítica de hace 4.000 años

El escritor Bernard Cornwell.

El escritor Bernard Cornwell. / FdV

José Vicente Rodríguez

Bernard Cornwell es uno de los grandes referentes de la novela histórica desde hace más de 30 años. Conocido sobre todo por ser el autor de exitosas sagas sobre sajones vikingos y normandos, la guerra civil norteamericana o el ciclo artúrico, el prolífico autor británico (nació en Londres en 1944 y vivió su infancia en el sur de Essex) cuenta también con un puñado de libros “sueltos” que constituyen una formidable mezcla de sapiencia, buena trama y excelentes personajes. Es el caso de 'Stonehenge', una novela escrita en 1999 y que ha contado desde entonces con diversas reediciones en español, la última de ellas este mismo año a cargo de nuevo de la editorial Edhasa.

Escribir una novela sobre la cultura megalítica es un ejercicio osado pues muy poco o nada sabemos de cómo vivían, pensaban y sentían aquellos hombres y mujeres que ya hollaban el planeta hace ahora más de 4.000 años. Más aún si la historia aborda la construcción de lo que hoy conocemos como Stonehenge, uno de los acertijos más endiablados al que se enfrentan arqueólogos e historiadores. Y aunque de entrada todo esto sería una ventaja para un escritor, al tener todo el espacio disponible para dar rienda suelta a la inventiva, no lo es para un autor como Cornwell, que gusta de recrear el pasado con la mayor fidelidad posible.

En este caso, buceó en todos los hallazgos arqueológicos realizados en el impresionante círculo de Stonehenge para sustentar la trama de esta novela. Y es que el santuario está construido a base de inmensos bloques de piedra traídos de tierras lejanas, lo que ha  dejado siempre atónitos a los investigadores: ¿qué llevó a sus constructores a acometer semejante empresa, transportando bloques que pesaban varias toneladas?, ¿era un templo, un observatorio del cielo, un lugar de reunión, un cementerio? Nunca lo sabremos a ciencia cierta, quizá todo ellos a la vez, y sin duda es ese aura de permanente misterio, de ancestral grandiosidad, la que explica la fascinación que estas gigantescas piedras han despertado durante siglos.

Bernard Cornwell y el misterio de Stonehenge

La enigmática construcción de Stonehenge / FdV

Se ha determinado que las piezas proceden de las montañas de Preseli, al suroeste de Gales, es decir, a cientos de kilómetros del emplazamiento de Stonehenge (cerca de Amesbury, en el condado de Wiltshire). Para el tranporte, lo más obvio es que se recurriera a grandes canoas con las que surcar el mar y, posteriormente, remontar el curso de los ríos para acercarse lo más posible al lugar deseado. Una labor ciplópea que, sin duda, tuvo que requerir varias décadas, aunque es factible que una persona pudiera vivir para ver el inicio y el término de las obras.

"En 'Stonehenge' hay injusticia, sacrificios rituales de niños, masacres... Y también amistad, deseo, amor, belleza y ansia de trascendencia"

Así lo cree también Bernard Cornwell, que traza una memorable relato partiendo de las luchas de poder que se establecen en la tribu de Ratharryn entre los tres hijos del jefe Hengall: Lengar, el guerrero, Camaban, el visionario, y Saban, el constructor. El asesinato de Hengall, poco después de haber forjado una alianza con el poderoso pueblo de Cathallo, desencadenará los acontecimientos, en los que se entremezclan también las primitivas creencias sobre Slaol y Lahanna (el sol y la luna) y la obervación del ciclo de las estaciones.

El resultado es una novela espectacular y también dura, áspera, en muchos de sus pasajes pues Cornwell, afortunadamente, no juega a recrear ningún pasado idílico ni se corta a la hora de imaginar cómo se las gastarían a finales del tercer milenio A. C. En Stonehenge hay injusticia, guerras, sacrificios rituales de niños, brutales masacres de adversarios, juventud y vejez. También amistad, deseo, amor, belleza, ansia de trascendencia. En definitiva, un fascinante fresco de lo que pudo ser la época de la que las piedras de Stonehenge fueron silenciosos testigos.

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