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Jorge Álvarez Yagüez Doctor en Filosofía

“La libertad va unida a la razón, por eso el tirano busca el engaño”

El profesor ourensano ha realizado una nueva edición de “Discurso de la servidumbre”, un texto que Etienne De la Boétie escribió a los 18 años de edad

Jorge Álvarez Yagüez, en el jardín de su casa en Gondomar MARTA G. BREA

Jorge Álvarez Yagüez (Ourense, 1945), autor de libros como Michel Foucault, Verdad, poder y subjetividad; Individuo, libertad y comunidad. Liberalismo y republicanismo, Política y república. Aristóteles y Maquiavelo…ha sido el responsable de la edición de Discurso de la servidumbre voluntaria de Étienne de la Boétie, recientemente publicado por Akal. Se trata de una deslumbrante obra escrita a los 18 años de edad que no ha perdido en absoluto ni un atisbo de frescura y actualidad…más bien lo ha ganado.

–¿Por qué se animó a editar esta obra?

–Porque este es el mejor discurso que se haya escrito nunca contra la tiranía; maravilloso en su calidad literaria, hondo en su planteamiento, sólido en su argumentación, brillante en sus referencias e ilustraciones históricas. Se han hecho de él muchas ediciones pero, por lo general, muy descuidadas, cuando no poco fieles, casi siempre con la mejor de las intenciones, movidas por su utilidad política. Pero podemos conjugar el que el discurso sea accesible a todo el mundo y al mismo tiempo respete rigurosamente su condición de texto del siglo XVI, de un humanista cívico, de un republicano como era el joven La Boétie. Esto es lo que hemos pretendido.

–¿Pero qué puede decirnos hoy un texto como este, de hace tantos siglos?

–Más los tienen Homero, Platón, Aristóteles y, si me apura, los Vedas, los Upanishads... Un clásico lo es en la medida en que lo que dice tiene la capacidad de transcender el tiempo, y hablarnos, entonces, renovadamente en cada momento con honda significación. Y el texto de La Boétie lo es en todos los sentidos. Y si nos habla de la tiranía, de los mecanismos del poder, y de cómo se le resiste ¡cómo pensar que no es actual! Reparemos en el contexto presente de populismos rampantes, de la ultraderecha en ascenso, del nuevo zar que elimina físicamente a sus opositores cuando no los encarcela, de gentes que parecen gritar “vivan las cadenas”... Bastaría reparar en su tesis de fondo para darnos cuenta de su trascendencia, la tesis de que la tiranía, o todo régimen de dominación, no es siquiera Régimen, esto es, Constitución, pues solo lo es aquél en que impera la libertad.

Jorge Álvarez Yagüez, en el jardín de su casa en Gondomar MARTA G. BREA

–¿Realmente la servidumbre es voluntaria, como reza el título de la obra? ¿Nos sometemos por voluntad como dice el Discurso?

–Sí y no. El discurso es un texto más complejo de lo que aparenta. En el estudio introductorio sostengo que hay que distinguir en él siempre dos niveles, ambos complementarios: uno más accesible y primero, y otro segundo realmente profundo. Según el primero, responderíamos que sí, que somos nosotros los que, en definitiva, sostenemos la tiranía, y que bastaría con decir no, para que se venga abajo. No habría que hacer nada, tan solo no darle nada, esto es, no actuar en su beneficio. La gran tesis de La Boétie es que el poder solo es tal porque lo sustentamos. Se desmorona si dejamos de hacerlo. El poder viene siempre de abajo, no es nada sin los que se le someten. El poder, si bien se mira, está del lado de los sometidos. Son ellos, los que lo generan, sin ellos no existe. Según un segundo nivel, diríamos que, en realidad, es imposible servir voluntariamente, que esto es contradictorio. Pues la libertad va unida siempre a la razón, no soy libre cuando me dejo arrastrar por lo ajeno a ella. En condiciones de racionalidad nunca elegiríamos servir, pues eso nos sumirá en la infelicidad en todo aquello que es contrario a nuestra propia naturaleza. Por eso, de lo que tratará el tirano es de que elijamos engañados, y cuando creamos decidir bien, estemos en realidad cavando nuestra tumba. Entonces, en efecto, a primera vista somos nosotros los que decidimos, y voluntariamente, pero en el fondo el que no lo hagamos en condiciones de claridad racional hace que no podamos afirmar que, en verdad, lo hagamos libremente.

–Pero si el el miedo es uno de los elementos fundamentales que sostienen cualquier dictadura, ¿cómo se le puede exigir al ciudadano que se juegue la vida para derrocar a un tirano?

–La Boétie reconoce que hay dos pilares fundamentales que sostienen al tirano: la coacción por fuerza y, por lo tanto, el miedo que genera, y el engaño. Frente al primero de ellos, La Boétie es razonable y piensa que “mientras nosotros no tengamos una fuerza superior, no nos queda más remedio que resignarnos”. De ello colegimos que él nada tiene que reprochar al pueblo mientras no tenga la fuerza suficiente para derrocar el poder.

–¿Y nos dice qué hacer frente a todo eso?

–Sí, claro. El Discurso comporta una intervención política, pretende cambiar una situación. Pero para ello es preciso conocer los mecanismos del poder, solo así podremos intervenir eficazmente en su combate. La Boétie escribe un texto que tenía muy en cuenta El príncipe, de Maquiavelo. Sabía muy bien que lo que somete a las gentes no debe ser estimado meramente desde un punto de vista moral, y acusar a los individuos de cobardía, de debilidad, etc, sino que había que conocer las causas, los mecanismos para obrar sobre ellos como hace un médico ante un mal. Él sabía que la dominación nunca era total, que siempre había algunos que no se dejaban engañar, que no cedían en su deseo de libertad, y que estos finalmente acabarían por sacudir de su sueño al resto. Pero lo fundamental sería revigorizar el deseo natural de libertad que nos une a todos. Ese que nos lleva a decir no, no serviré.

Jorge Álvarez Yagüez, en el jardín de su casa en Gondomar MARTA G. BREA

–Entre otras interpretaciones, se ha dicho que esta obra es pionera en la defensa de la desobediencia civil y del anarquismo: ¿Es exacta esta interpretación?

–Sí, porque, en el fondo, la llamada a derrocar la tiranía o cualquier régimen de dominación es también una llamada a no sostenerlo, a no apoyarlo. En este sentido, el anarquismo, como idea, que no como ideología general, esta ahí presente porque está vinculada intrínsecamente a la libertad. Y también lo está en el sentido etimólogico: an arquía significa contra el poder. Sin duda es un precedente del anarquismo.

–¿Cómo pudo ser editado en su tiempo un discurso tan radicalmente crítico con el poder como este?

–Bueno, el Discurso no fue editado en vida de su autor. Las primeras publicaciones, después de un decenio de la muerte de La Boétie, fueron anónimas, y sirvieron siempre a propósitos políticos concretos, en función del conflicto religioso terrible que vivía Francia, y Europa en general, de reformistas y contrarreformistas, calvinistas y católicos, etc. A lo largo del tiempo, siempre que ha habido algún movimiento relevante de contestación al poder impuesto, se ha editado el Discurso; por eso reaparece en el momento de la Revolución francesa, luego con todos los movimientos sociales del XIX, bajo la invasión nazi, en fin, hasta hoy. No es de extrañar;en el fondo el Discurso fundamenta anticipadamente el ideal de libertad, igualdad y fraternidad que aún nos mueve, que siempre nos guiará

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