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Las proezas narrativas de Javier Cercas

“El castillo de Barbazul” cierra la trilogía que comenzó con “Terra Alta” y que protagoniza Melchor Marín, mosso de escuadra ahora tranquilo bibliotecario que se enfrenta al mal y a la villanía de nuevo

Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962). Marta Pérez

Tras publicar Terra Alta en 2019, que le valió el Premio Planeta, Javier Cercas dijo sentirse “un escritor nuevo”. Cambió de sello editorial. Cambió de registro. Y después de la mítica Soldados de Salamina, después de cimentar una gran carrera y de dar a imprenta libros tan nutritivos y mestizos como El impostor o Anatomía de un instante se pasó a la novela negra. De calidad. Luego, en 2020, vino Independencia y ahora El misterio de Barbazul, tercera historia de “un solo libro”. Mismo protagonista. Ahora, el mosso Manuel Marín, el “españolazo”, que en la primera entrega conoció la cárcel, se hizo policía, abatió a terroristas en Cambrils y ayudó a solventar un caso intrincado, y que en la segunda investigó un chantaje a la alcaldesa de Barcelona, ha evolucionado a padre de familia tranquilón, habitante rural, lector omnívoro y pacífico bibliotecario de pueblo, si es que hay bibliotecarios violentos. Y se enfrenta a la peor pesadilla de un padre: la desaparición de su hija, Cosette. Ya saben, aquella a la que Víctor Hugo no dio apellido y pocas veces citó por su nombre propio. Aquella abandonada por su padre...

Ésta ha viajado a Mallorca con una amiga, viaje adolescente, viaje iniciático, pero no ha vuelto. Su amiga Elisa sí. Marín no lo duda y viaja a la isla, a Pollensa principalmente. También a las mansiones del cabo Formentor, donde un multimillonario celebra fiestas asiduamente. Marín fisga, reflexiona, traba amistades y enemistades e indaga en sí mismo y en ese misterio que un día ocultó a su hija. En la historia, Mallorca es también protagonista. Un territorio mitificado como lugar de vacaciones pero que también tiene un envés. No todo el mundo logra verlo.

No es necesario haber leído las dos entregas anteriores para zambullirse en esta obra. Antes de cada capítulo, y también al principio del libro, hay en cursiva unas páginas que ponen al día, sin llegar a la vana reiteración, y que nos dan un punto de vista alternativo: el de la propia Cosette. El castillo de Barbazul nos habla del poder, de la paternidad, de la osadía de un hombre contra un Goliat de libro, nunca mejor dicho.

Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962). / FDV

La novela tiene muchos planos, se desarrolla en un área geográfica distinta a la de las anteriores historias y abandona como cierto hilo conductor a Los miserables. Ahora es Turgueniev. Hay recuerdos y cameos de personajes anteriores e incluso el propio Cercas aparece de continuo: Melchor Marín no piensa leer las novelas que protagoniza, entre otras cosas porque como dice el sargento Blai, uno de sus grandes amigos, “Ese Cercas se lo inventa todo”.

De momento ha inventado un mundo, un héroe a ratos antihéroe, un ser desgraciado que se reinventa, al que la vida le va dando treguas, y esposas, y una hija que acaba, por ahora, siendo su leiv motiv.

  • La novela

    Nos habla del poder, de la osadía de los David y de los modernos Goliat


    Cosette, su hija

    Ha desaparecido en Mallorca. Acción sin tregua en trama lineal cautivante

La trilogía pide serie. Quizás se haga. Pero seguramente se banalizará lo que, aún leyéndose con placer de thriller para el autobús, es en realidad obra de altos vuelos, de calidad excelsa, de personajes complejos, de trama lineal esta vez que no carga la suerte en misterios, pistas e indagaciones y sí en una narración potente que no obstante sabe demorarse: no es hasta más allá de la página 120 cuando Melchor Marín llega a Mallorca. A partir de ahí el interés del lector se redobla, pero Javier Cercas sabe guiarlo por calas y playas, hostales y discotecas, guardia civiles poco diligentes, sierras traicioneras y sin cobertura y malvados y bondadosos. Es este el proyecto más ambicioso de Cercas. Por el conjunto. Y porque quizás continúe. Hay personajes, como la inspectora Paca Polch que piden a gritos continuación. Incluso más afecto, incluyendo el que el propio Marín le da.

Javier Cercas se ha empeñado en el loable intento de hacernos ver que la novela tradicional, la del XIX, la de argumento poderoso, héroe que quiere reestablecer el orden y malvado al que ajustar cuentas, sigue viva. Si estuviera muerta, él la ha resucitado. En cualquier caso, es asunto para teóricos. Que aún andan a la gresca para definir qué es una novela hoy en día. Mientras se aclaran, los lectores disfrutamos del talento que supone inventar y contar una historia. Nuestra es.

  • El castillo de Barbazul

    Javier Cercas - Editorial Tusquets

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