A quienes no les suene de nada el nombre de André Aciman habría que recordarles que es el autor de “Llámame por tu nombre”, una novela típica de iniciación, cuya historia halló su popularidad en la película de 2017 realizada por Luca Guadagnino con guión de James Ivory, que cuenta el despertar de una relación entre dos jóvenes durante un cálido y soleado verano del norte de Italia. Ni la película, pese al éxito, ni la historia tienen un especial interés, pero sí las memorias de la infancia de Aciman que ven ahora la luz traducidas al español gracias a Libros del Asteroide con el título “Lejos de Egipto”.

Cuando a su autor, nacido y criado en Alejandría, le preguntaron de niño por su nacionalidad, respondió que era francés. Una confusión comprensible, dado que provenía de una familia de judíos sefardíes que habían transitado de Italia a Turquía hasta establecerse en la espléndida ciudad que inspiró a Lawrence Durrell para el “Cuarteto”, su tetralogía de novelas. El padre de Aciman era un rico empresario dueño de una fábrica de lana y se movía por tanto en un círculo acaudalado, al igual que el resto del extravagante clan que vivía con ellos o se reunía con regularidad para disfrutar de elegantes y memorables tés, fiestas y discusiones feroces pero pasajeras. Como la nobleza rusa de antaño condenada a la diáspora, desdeñaban el lenguaje del lugar que los acogía. Aprendieron un árabe utilitario para desenvolverse básicamente en la vida, pero preferían el francés, el inglés, el ladino o el italiano. Ocultaron su judaísmo cuando Nasser estaba en el poder, un tiempo en el que el panarabismo nacionalista se había intensificado y el antisemitismo adquiría el voltaje suficiente para desencadenar la guerra que vendría después. Finalmente el clan de los Aciman huyó a París, dejando atrás gran parte de su riqueza pero apenas casi nada de su cultura. André era el preferido de su madre, la desesperación de sus maestros y la preocupación de su padre, además de un niño observador en una casa poblada por excéntricos. Él se encargaría de recobrar esa memoria perdida con una sensibilidad mágica teñida de humor anticuado, logrando a la manera proustiana una crónica más pero muy hermosa sobre un mundo desaparecido.

De esta manera “Lejos de Egipto” sigue la suerte de una familia muy unida, la del autor, a lo largo de 50 años de vida en Alejandría, comenzando con la llegada desde Turquía en 1905 y terminando con la expulsión, en la larga ola antisemita y nacionalista que siguió a la invasión de Suez en 1956. Un éxodo de los últimos días, en el que únicamente se comparte el dolor de la pérdida, no la promesa de una tierra. Igual que sucedió con los rusos blancos tras el colapso bolchevique.

Aciman llama a su libro una memoria, que en su significado esencial consiste en un registro de lo que va sucediendo a partir del conocimiento personal. Debido a ello escribe tanto sobre los demás como de él mismo, y se acerca más a la ficción que casi a cualquier otra forma de prosa. El lector, como suele pasar en este tipo de libros, se convierte en una especie de árbitro que se mueve en la estrecha línea entre los hechos de la experiencia y la memoria y los de la imaginación. Todo, en general, está mucho más íntimamente conectado de lo que se supone: el noviazgo de las personas que se convirtieron en su padre y su madre, las insinuaciones delicadamente rencorosas de las tías solteras mucho antes de que él naciera, el tipo de sonrisa peculiar que se dibujaba en el rostro del tío Vili, el exsoldado fascista, en una tarde remota. ¿Cómo se puede saber ese tipo de cosas cuando no se han percibido de cerca? Pero Aciman es tan buen escritor, tiene un ojo tan certero para los detalles y su sentido de la psicología parece tan elevado que siempre estamos dispuestos a creer lo que cuenta con fina ironía. Por la novela desfila una galería de personajes, vívidamente dibujados. Desde el bravucón e inmoral tío Vili, cuyo patriotismo italiano permaneció intacto por el hecho de haber pasado los años de la Segunda Guerra Mundial espiando para los británicos; Gigi, la madre; la tía Flora, que interpretaba a Schumann en las noches de verano y que terminó sola en Venecia; hasta las abuelas del autor, que chismorreaban en ladino mucho antes de que se convirtieran en sus abuelas. La naturaleza de la vida en Alejandría, al menos para la próspera clase empresarial a la que pertenecían los parientes de Aciman, está maravillosamente escenificada: las largas tardes calurosas bajo los toldos de los balcones, los días en la playa, los sonidos y los olores de la ciudad. Los acontecimientos del gran mundo exterior se describen solo en la medida en que afectan a la vida doméstica cotidiana. En el verano de 1942, el Afrika Korps, bajo el mando de Rommel, se acerca…

Lejos de Egipto - André Aciman - Traducción de Celia Filipetto Libros del Asteroide,  352 páginas

Lejos de Egipto - André Aciman - Traducción de Celia Filipetto Libros del Asteroide, 352 páginas