Joel y Ethan Coen se separan. O, mejor dicho, Ethan deja el cine, al parecer para dedicarse al teatro. La pareja de hermanos más fecunda del cine norteamericano, maestros de la posmodernidad y la referencialidad, capaces de hincarle el diente al cartoon La Odisea, de Homero; el cine del New Deal, la comedia alocada, el neo-noir, el wéstern clásico, Dashiell Hammett, Franz Kafka o Cormac MacCarthy, y pasarlo todo por su personal túrmix, dejarán de trabajar juntos. Sin acritud, sin rencor. Simplemente porque Ethan, el más pequeño de los dos (nació en 1957, y Joel, en 1954) necesita otros estímulos.

La noticia saltó hace una semana con unas declaraciones del compositor Carter Burwell: “Ethan ya no quiere hacer más películas, parece feliz con lo que hace ahora”, decía el autor de la música de No es país para viejos y Quemar después de leer, entre otras.

Pero los rumores habían surgido meses antes: The tragedy of Macbeth, nueva adaptación de la obra de Shakespeare protagonizada por Denzel Washington, Frances MacDormand y BrendanGleeson, está realizada y escrita por Joel en solitario.

Era del dominio público que los Coen dirigían a medias, uno más centrado en la parte visual y otro en el trabajo con los intérpretes, algo habitual en las codirecciones cinematográficas; si se revisan las bases de datos más fiables, en la filmografía de los hermanos veremos que Ethan está siempre consignado como director sin acreditar, del mismo modo que Joel producía, pero no aparecía como tal. Ethan no quedó constatado oficialmente como codirector hasta The ladykillers (2004), remake de la comedia negra británica El quinteto de la muerte, de Alexander Mackendrick. No es el mejor filme de los Coen, pero sí el primero en el que Ethan compartía créditos directivos con su hermano. Lo que todo el mundo sabía, se hacía por fin realidad.

Secreto fraternal

Por qué no fue así hasta entonces es un secreto compartido por los dos hermanos. El reparto del trabajo, según habían decidido ellos mismos de puertas afuera, era el siguiente: Joel director, Ethan productor, y ambos guionistas en solitario, salvo contadas excepciones. Pocas veces habían roto esta asociación que se presumía eterna: Ethan colaboró en solitario en el guion de The naked man, una comedia sobre la corrupción de la industria farmacéutica dirigida en 1998 por J. Todd Anderson.

Además de las películas propias, Ethan y Joel han producido juntos filmes de otros directores, caso de Bad Santa, de Terry Zwigoff, y Romance & cigarettes, de John Turturro.

Son autores de guiones archivados durante años que después han recuperado algunos de sus amigos -Ola de crímenes, ola de risas, de Sam Raimi, y Suburbicón, de George Clooney-, además de participar en la escritura de El puente de los espías, de Steven Spielberg. También han estado detrás, aunque no de forma muy activa, en la antología televisiva inspirada en su filme Fargo, con cuatro temporadas hasta la fecha de hoy.

Dos décadas prodigiosas

La realidad es que, a pesar de no aparecer acreditado, Ethan tuvo mucho que ver, en cuanto a la realización, en Sangre fácil, Arizona baby, Muerte entre las flores, Barton Fink, El gran salto, Fargo, El gran Lebowski, O Brother, El hombre que nunca estuvo allí y Crueldad intolerable, las películas que hicieron en dos décadas, de 1984 a 2003.

Obras maestras

A partir de entonces, Ethan compartiría oficialmente crédito con su hermano, estando ambos en calidad de director.

Y si bien es cierto que estos otros dos decenios no han sido tan rotundos en cuanto a la originalidad de su cine, cuentan con piezas maestras como No es país para viejos -posiblemente lo mejor de toda su filmografía junto a Arizona baby, Muerte entre las flores y Fargo-, el remake de Valor de ley, A propósito de Llewyn Davis y el wéstern de episodios La balada de Buster Scruggs.

Ethan ha logrado junto a su hermano cuatro Oscar, al mejor guion por Fargo en 1996, y en las categorías de película, dirección y guion por No es país para viejos, en 2007, además de la Palma de Oro en Cannes por Barton Fink, en 1991. Se da la paradoja de que, en el festival francés, Joel ha ganado tres veces como director (Barton Fink, Fargo y El hombre que nunca estuvo allí), cuando hoy se sabe que dirigieron a medias.

Muy buen rollo entre hermanos para que estos premios, y el prestigio que comportan, no resquebrajara una sólida relación que se ha prolongado durante casi 40 años. Veremos si en la adaptación de la obra de Shakespeare, The tragedy of Macbeth, se echa en falta la mano de Ethan. Todo un desafío para Joel.