Pocas horas antes del pasado 20 de mayo, a Juanito Mediavilla y a su mujer, Isabel, se les caía el mundo encima: iba a ejecutarse una orden de desahucio que les sacaría de la casa de Burgos en la que viven y en la que se crió desde que tenía 4 años uno de los autores míticos del cómic underground. Ya le sitúa en el imaginario el solo hecho de ser autor de los mejores guiones de Makoki, aquel inolvidable quinqui salido del frenopático (ideado por Felipe Borrayo) que junto con una pandilla de piltrafas del arroyo reflejó la Barcelona más lumpen, de delincuencia, sexo (chungo), drogas y (poco) rock and roll, gracias al que formó tándem con el dibujante Miguel Gallardo. Pero también fue creador de personajes como Juan Jaravaca o El Niñato en la época dorada de “El Víbora”.

Después de que la noticia empezara a correr por las redes gracias, entre otros, a diversos amigos y a su editorial, La Cúpula, el abogado del historietista logró in extremis evitar el desalojo. Pero lo que parecía desactivado no lo estaba. Solo se había logrado ganar tiempo y ya les han comunicado nueva fecha para el desahucio, que si nada lo impide, se hará efectivo en seis meses.

“Nos quieren sacar de aquí sí o sí. Estamos al día de pagos pero aprovecharon un fallo que tuve para sacarnos de esta casa, a la que llegué con mis padres en 1954”, lamenta, vía telefónica, Mediavilla (Burgos, 1950).

 “Estuve 30 años haciendo lo que más me ha gustado en la vida: historietas, y ahora, con 70, cuando uno cree que hay cosas que nunca le pueden pasar, pasan. A estas edades no te lo esperas. Estoy desesperado”, explica con angustia el autor, a quien le cuesta seguir dibujando porque ha perdido mucha vista pero que sigue dándole a los pinceles desde su estudio-vivienda.

“Derrotado”

“Sigo pintando, pero esta historia me tiene derrotado”, confiesa el autor, que ahora está revisando cómo quedará el recopilatorio integral que La Cúpula publicará en septiembre con todas sus historietas, tiras y chistes del personaje de Juan Jaravaca, su álter ego en historietas de tintes autobiográficos bañadas de heroína.  

El error al que se refiere Mediavilla llegó después de que cambiaran la titularidad del contrato de alquiler, de renta antigua y que estaba a nombre de su hermana. “Nunca habíamos dejado de pagar. Durante seis meses dejaron de emitirnos el recibo y, al preguntar, nos dieron a entender que era cosa de la burocracia -explica Isabel, la mujer de Mediavilla-. Cuando nos llegaron todos juntos los pagamos puntualmente, pero con ellos venía la orden de desahucio”. El abogado del dibujante, Miguel Ángel Sebastián, muy consciente de que “el desconocimiento de las leyes no eximen de su cumplimiento”, señala que “formalmente no avisaron al juzgado del pago porque al hacerlo nadie les dijo que era necesario para frenar el proceso. Cuando quisieron comunicarlo los plazos habían pasado y no se podía recurrir”.

 Y el proceso judicial siguió su curso hasta que su defensa presentó un preconcurso de acreedores que paralizó el desahucio del 20 de marzo. Eso les permitió ganar tiempo pero la empresa propietaria ya ha solicitado que se ejecute el alzamiento.

Mediavilla es uno de los históricos del cómic underground español, ligado en los 70 y 80 a Barcelona con sus personajes e historias gamberras que además de en El Víbora aparecieron en Star, Hara Kiri, Rambla, Caníbal o Butifarra!.

Ante ello, sus abogados alegan que es “un artista en activo, que aún genera obra pese a sus limitaciones físicas y de edad, pero al que le están privando de su lugar de trabajo, ya que su vivienda es también su estudio” Y apelan también “a la sensibilidad cultural de la Fundació La Caixa”, ya que Building Center, la inmobiliaria propietaria del piso por el que el dibujante viene pagando un alquiler que no llega a los 300 euros, es filial de CaixaBank.

Con la ley de su parte, la inmobiliaria les ofrecía comprarlo por 80.000 euros pero les retiraba la opción del alquiler. “A nuestra edad no podemos invertir tanto dinero y nadie nos daría un crédito. El problema es que no somos vulnerables. No tenemos hijos y yo cobro una pensión tras años de trabajar como enfermera en Barcelona y el País Vasco. A los que estamos con alquileres bajos nos quieren echar”, señala Isabel. Mediavilla no cobra pensión porque no ha cotizado, solo tiene un pequeño piso heredado en la capital catalana que tiene alquilado y que ahora ha tenido que poner en venta para lograr liquidez.

Mediavilla, que cuenta con la ayuda de varios amigos que les echan una mano para lidiar con esta situación, agradece el apoyo y la solidaridad recibida y la repercusión en las redes sociales. “Solo quiero seguir viviendo de alquiler en la casa en la que mis padres me criaron matándose a trabajar”.

Tira de Juan Jaravaca, de Mediavilla, que recuperará ahora La Cúpula

Viñeta de Makoki. // FdV