Esta obra puede leerse como una respuesta a la tradición en que se inscriben La tierra baldía de T. S. Eliot o los Cantos de Ezra Pound. La poeta se sumerge en las profundidades de un océano de mitos para explorar los restos de un naufragio. Ese desastre es nuestra civilización, toda su podredumbre y toda su belleza. Poco a poco se va desprendiendo de todas las historias que rodean al naufragio, hasta quedarse solo con lo esencial. También de su cuerpo de mujer, hasta quedarse con un cuerpo primigenio: un cuerpo andrógino, mitad sirena, mitad tritón. T.G.