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El Dylan de los 80

Pese a su edad (este mes cumple 80 años), su gira The Never Ending Tour, que empezó en 1988, sólo se interrumpió a causa de la pandemia. Un nuevo libro habla de su “doble vida”

Una caricatura de Dylan

Cuando un personaje popular alcanza la categoría de mito, como es el caso de Bob Dylan, comienzan a aparecer testimonios inéditos o poco conocidos de su biografía cuya finalidad es poner en duda sus méritos para figurar en tal Olimpo, cuando no para bajarlo del pedestal. A punto de cumplir 80 años este 24 de mayo, el último de los miles de libros escritos sobre el cantante de Minnesota es “The double life of Bob Dylan” (“La doble vida de Bob Dylan”), de Clinton Heylin, que desvela algunas “mentiras” que Dylan habría divulgado a lo largo de su vida para construir su imagen.

The double life of Bob Dylan” (“La doble vida de Bob Dylan”)

The double life of Bob Dylan” (“La doble vida de Bob Dylan”) Clinton Heylin

Según Heylin, Bob Dylan (nacido Robert Allen Zimmerman en una familia judía) nunca estuvo en un reformatorio ni se escapó de casa a los 12 años, como se afirma en sus biografías. Al contrario de lo que el propio cantante dijo en varias ocasiones, su madre no era la mujer posesiva y autoritaria de la que siempre dijo huir sino una persona simpática y muy agradable. Y una anécdota muy valleinclanesca: después de un concierto en Nueva York, Dylan declaraba a un periodista que hacía años que había perdido el contacto con sus padres, quienes en realidad estaban entre el público de aquel concierto. El libro habla también de los seis hijos de sus dos matrimonios, sólo uno de ellos músico, como uno de sus nietos.

Clinton Heylin desvela algunas “mentiras” que el cantautor y poeta divulgó de su vida

Lo más curioso es que Clinton Heylin obtuvo todos estos datos en el Instituto de Estudios de Bob Dylan de Tulsa, Oklahoma, muchos de cuyos documentos los vendió el propio Dylan a la institución. En el libro se recogen también las críticas y desmentidos que Heylin hace sobre algunos aspectos de la biografía más divulgada del cantante, “Bob Dylan. La biografía”, de Howard Sounes, publicada en España por Debolsillo.

Pero en realidad en el caso de Bob Dylan no era necesario iniciar tal operación para desmitificar la leyenda, pues él mismo se encargó de desmontar su imagen de portavoz de la protesta antisistema cuando en sus memorias dejó bien claro que nunca se consideró la conciencia de una generación, como lo definía la prensa, ni se vio nunca como un cantante protesta. Y sólo era que sus canciones denunciaban aspectos que coincidían con algunas inquietudes de una juventud desencantada.

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Sin embargo, nunca consiguió desprenderse de aquella imagen de cantautor de la revolución proletaria en el país más capitalista del mundo, a pesar de que sus canciones se alejaron muy pronto de las reivindicaciones de la clase obrera y de las demandas sociales y, salvo excepciones, hablaban sobre todo de amor. Unas canciones cuyas letras eran cada vez más herméticas y llenas de simbolismo, identificadas con la poesía de vanguardia, a las que acompañaba con una música y unas melodías cercanas al pop rock mientras su imagen se identificaba cada vez más con la de una estrella.

Bob Dylan en una imagen de archivo // FARO

Bob Dylan nunca ha dejado dejó de componer y de cantar en conciertos (unos cien al año) para grandes y pequeños auditorios. El 7 de junio de 1988 inició The Never Ending Tour, una gira que desde entonces no detuvo hasta el año pasado por culpa de la pandemia. Pero a estas alturas de la vida Bob Dylan parece ser consciente del momento en el que está su trayectoria, porque acaba de vender a Universal por una cifra multimillonaria los derechos de todas sus canciones.

Al contario de los zigzags musicales que experimentó a lo largo de su carrera, su evolución poética registró un progreso ininterrumpido desde los años del Village neoyorkino y las influencias de Kerouac y los poetas de la Beat Generation.

Desde que Suze Rotolo (fallecida en 2011), aquella compañera con la que vivía en Nueva York con quien se fotografió para la portada del álbum “The Freewheelin” (1963), le descubrió la obra de Rimbaud, las letras de Dylan se convirtieron en piezas poéticas muy valoradas en el mundo literario, reconocidas como verdadera alta poesía y eso fue lo que seguramente tuvieron en cuenta quienes decidieron concederle el Nobel de Literatura en 2016.

Clinton Heylin

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