Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El viejo Alex se conserva joven

E

nrico Brizzi (Bolonia, 1974) solo tenía veinte años cuando publicó en 1994 su primera y triunfal novela, “Jack Frusciante ha dejado el grupo”. Quien fuera alumno de Umberto Eco en la Universidad de su ciudad logró un éxito fulgurante y ciertamente atípico: su obra fue traducida a 24 idiomas, vendió un millón de ejemplares y fue adaptada al cine dos años después. A diferencia de J. D. Salinger, con quien fue comparado en su día, Brizzi no se recluyó ni ralentizó su ritmo de publicaciones. Devoto del senderismo (hizo el Camino de Santiago desde Turín), en su bibliografía figuran guías por Italia. Nocturna Ediciones recupera aquella emblemática novela con traducción de Carmen Artal y Joaquín Jordá, y lo primero que conviene destacar es lo bien que se conserva. Todos sabemos que muchos libros etiquetados como “clave” para una generación envejecen muy pronto, pero la ficción de Brizzi mantiene una frescura encomiable y su lenguaje aguanta bien el paso del tiempo y el peso de las modas y costumbres. Dicho de otra forma: un joven de hoy puede leer “Jack...” sintiéndose tan identificado como un joven de ayer, y el adulto de hoy puede reconocerse sin problemas en el joven que fue ayer, con todas sus contraseñas vitales expuestas con una sinceridad tan veraz como estimulante en una novela llena de flexiones y reflexiones.

John Frusciante, por si no lo saben, es el guitarrista del grupo “Red Hot Chili Peppers” que se largó. Así, sin más. No le gustaba el mundo en el que vivía (el éxito musical, fans, presiones comerciales, esas cosas, esas losas) y abandonó el grupo. El “viejo Alex”, protagonista de la novela, tiene diecisiete años y no es un músico aclamado pero se siente igual: un fugitivo en pleno desarrollo. Nada tiene en común con su familia imantada por el televisor, los estudios no van con él, va de un sitio a otro en bici, se disipa entre juergas con sus amigos y adora... ama a Aidi, que tiene los días contados a su lado porque se va a ir del país. Demasiadas emociones fuertes, demasiado estrés, ¿verdad, viejo Alex? Una vida vulgar en la superficie pero cruzada por corrientes fantásticas en su interior. Sueños: vía de escape y vacuna contra los miedos.

Se sentía profundamente desgraciado, pero de forma distanciada, como si su vida perteneciera a otra persona. “Jack...” enlaza con las novelas de adolescentes (sí, Salinger, siempre Salinger, qué grande) que hurgan en sus personajes a menudo inconexos (esa edad, como recordarás, está llena de paréntesis, puntos suspensivos y notas a pie de página) sin tentación de recurrir a la moralina, a la falsa comprensión, a los retratos epidérmicos y distantes.

Enrico Brizzi se monta junto a su Alex en la bici de la vida que empieza a dar sus primeras pedaladas y con ellos subimos cuestas del primer amor y bajamos a tumba abierta por las curvas de la desazón vital sin perder de vista el humor y con música punk y rock poniendo chinchetas en los oídos. “Ningún lugar está lejos”. Una saludable forma de entender la vida, por más que nos agobie y nos extrañe, sobre todo si corres como el viento.

Compartir el artículo

stats