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Volver a George Steiner

Siruela recupera en “Un lector” artículos publicados por el pensador

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a editorial Siruela ha publicado Un lector, de George Steiner, que recoge muchos de sus artículos aparecidos en libros y revistas, con el afán de dar a conocer, a los que no han tenido la suerte de leerlo, sus opiniones sobre política, literatura o historia.

La selección de textos de libros tan apasionantes como La muerte de la tragedia, Después de Babel y Lenguaje y silencio, entre otros, nos pone enfrente a un pensador que ya supo con claridad que el siglo XX no acababa con la poesía como pensaba Adorno, después de los campos de exterminio nazi, pero sí dejaba una gran frustración en los seres humanos ante la capacidad de maldad de una raza superior como la nuestra. Esa maldad y la intención de comprender qué hay detrás de un hombre inteligente para aniquilar a miles de personas nos deja pensativos ante la barbarie que se perpetró durante el siglo pasado.

En el capítulo titulado “Cuestiones alemanas”, Steiner cita a Ernst Wiechert, escritor que publicó El bosque de los muertos. Wiechert escondía en su jardín lo que escribía ante la dureza y el testimonio que narró de su vida en Buchenwald: “En El bosque de los muertos nos ha dado un informe sosegado y breve de lo que vio en el campo de concentración. Vio que los judíos eran torturados hasta morir bajo inmensas cargas de piedras o maderos (cada vez que se paraban para respirar eran azotados hasta que caían muertos)”.

Los médicos del campo no tocaban ni a los judíos ni a los gitanos para que la herida que tenían no les infectara a ellos, ni siquiera empleaban guantes para evitarlo, dejaban que se infectara más hasta que se gangrenase. Steiner comenta que muchos alemanes alegaron ignorancia después de la guerra al conocerse las atrocidades de los campos, aunque él lo puso en tela de juicio. La obsesión por los campos de concentración persigue a Steiner porque está centrado en la idea de la maldad humana, cómo un pueblo culto pudo llegar a esos extremos de barbarie.

Hay otros temas en esta selección rigurosa y brillante, como el apartado titulado “Crítico/ Lector”, donde habla de la capacidad del crítico para entender y traducir el mundo. Si el crítico se deja llevar por sus gustos y a veces es arbitrario, el lector se crea un canon que sigue firmemente.

La idea de la inmanencia frente a la trascendencia pone al lector ante el deseo de trascender lo leído de su momento, de llevarlo a un terreno que está fuera del tiempo, de envolverlo en un espacio que sea siempre eterno. Como Steiner supo ver la lectura nos aleja de lo temporal y nos sumerge en un espacio donde todo es instante, sin pasado ni presente. Cuando leemos las grandes novelas (muy interesante en el libro el apartado dedicado a comparar a Tolstoi con Dostoievski) nos hallamos en un momento único, donde solo somos nosotros con nuestra avidez cultural para imaginar como lectores lo que ha escrito el autor. Tanto es así que incluso somos creadores de un libro que vamos gestando en nuestra imaginación.

Pero también en la avidez cultural de Steiner encuentra en Homero y Tolstoi motivos de convergencia, como dice en el apartado “Homero y Tolstoi”: “El Homero de la Ilíada y Tolstoi concuerdan también en otro aspecto. Su imagen de la realidad es antropomórfica; el hombre es la medida y el centro de la experiencia. Además, la atmósfera en la cual vemos moverse a los personajes de la Ilíada y de las novelas tolstoianas es profundamente humanista y hasta secular”.

Da la impresión que George Steiner supo mirar la literatura como si descifrase un código, lleno de comparaciones, afinidades y diferencias. En esta selección de textos alumbra el hombre sabio que sabe recitar de memoria los pasajes de la novela (en la estela de Bloom, que seguía impartiendo clases muy enfermo, recitando párrafos de poemas a sus alumnos). Esta categoría de gran humanista late en Steiner, que va más allá del crítico o el lector, es el hacedor del lenguaje que transforma al leer todo lo que escucha en ese diálogo autor-lector en una torre de inteligencia y verdad.

Por el libro pasean grandes novelistas como George Eliot (la autora de Middlemarch), D.H. Lawrence (el gran novelista que supo ver la psicología de las mujeres como nadie y la sexualidad latente en ellas), Henry Miller, James Joyce y muchos otros, sin olvidar a Homero, Horacio y otros clásicos.

Lo que consigue este repaso a tantos textos de George Steiner es poner una luz en la inteligencia, hacer más fácil la lectura de todos ellos, poner una vela en las palabras para que sean llama y nos conviertan a los lectores en un arsenal de recuerdos que vivirán siempre en nosotros. Su afán de hacer literatura comparada nos sirve para aprender y saber leer de otra manera, con otros ojos, con otra intencionalidad.

Ya no quedan sabios como Steiner, ya se han ido muriendo los grandes como él y Harold Bloom, mucho más que críticos o profesores, seres que llevan la literatura en la memoria y que han alumbrado en generaciones de alumnos y de lectores una llama, la de la sabiduría.

Cuando terminamos esta selección de textos ya sabemos que su huella queda en nosotros, nos hace mejores y seguiremos amando la literatura con un afán nuevo, el que descubre el que lee como si escuchara, el que escribe como si el tiempo fuera eterno.

Un lector

George Steiner

Editorial Siruela

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