Palabras ganadoras:
los entrenadores más inspiradores
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La clave de un buen míster no está solo en sus conocimientos técnicos y tácticos, sino también en su capacidad para alentar a su equipo de trabajar juntos por un objetivo común. Son entrenadores capaces de inspirar no solo a sus jugadores, sino también al club, a la afición e incluso la sociedad. Luis Aragonés sería todo un ejemplo de ello.
¿Cuál es la clave para que un equipo de fútbol no solo gane títulos sino que también sea capaz de marcar una época? El talento de sus jugadores importa, por supuesto, pero en todos los conjuntos que han marcado la historia de LaLiga siempre hay un denominador común: un entrenador capaz de inspirar a sus futbolistas de tal manera que trabajen juntos por un mismo objetivo. Puede ser un reto competitivo, una idea determinada de juego, unos valores, un espíritu de lucha compartido, un sentido de club, una identificación con su afición...
De hecho, hay entrenadores que trascienden más allá del terreno de juego, e incluso del propio fútbol, para convertirse en referentes de la sociedad. Es el caso de Luis Aragonés, que protagonizó algunos momentos irrepetibles del fútbol español y que ha pasado a la memoria colectiva. Sus arengas, sus frases célebres, su “ganar, ganar, ganar y volver a ganar”… Por ello, el ‘Sabio de Hortaleza’ es el protagonista de la nueva campaña de LaLiga, que culmina con una frase muy certera: “Cuando haces algo grande, vives para siempre”.
Luis Aragonés tenía muy claro que la parte psicológica iba ganando peso en el fútbol moderno, en el que la victoria o la derrota suelen estar separadas por pequeños detalles. Cuando técnica, táctica y preparación física están igualadas, la mente es la que marca la diferencia. Y no se trata solo de que el míster dé una charla motivacional antes del partido, sino es un aspecto que debe tratarse durante toda la semana. Inspirar, además, tiene dos vertientes: la individual y la grupal. Es decir, conseguir la mejor versión de cada jugador y que todos ellos trabajen por el beneficio del colectivo.
Este es un repaso a aquellos entrenadores de LaLiga que han sido capaces, como Luis Aragonés, de pasar a la historia de la competición no solo por las victorias, sino por su capacidad de inspirar a sus equipos, a sus clubs, a sus aficiones y que, incluso, han dejado su huella a nivel social:
El entrenador que inspira, ¿nace o se hace?
Todos estos técnicos tienen algo especial, como si hubieran estado tocados por la varita mágica del carisma. Sin embargo, ¿puede aspirar cualquier técnico a inspirar a sus jugadores sin ser un Aragonés, un Guardiola o un Zidane? Xesco Espar, experto en alto rendimiento, autor de libros como ‘Jugar con el corazón’ y formador de entrenadores, lo tiene claro: “Por supuesto. No solo pueden sino que deben, porque forma parte de su responsabilidad. Los entrenadores tienen que asumir dos roles, que se entrelazan continuamente, como son el de ‘manager’ deportivo y el de líder del grupo. En ambos casos se puede aprender”.
En primer lugar, deben saber que no es lo mismo motivar, que estaría relacionado con un objetivo a corto plazo como un partido o un entrenamiento, que inspirar, más orientado al largo plazo y asociado a unos objetivos o valores determinados. “Para mí, lo que más inspira es luchar por un reto muy grande, que incluso pueda parecer imposible al principio. La tarea del técnico es convencer a los jugadores de que con esfuerzo, trabajo y crecimiento se puede conseguir. Y también hacerles ver que son más buenos de lo que ellos mismos creen”, remarca Espar, que fue campeón de Liga y de Europa como entrenador del Barça de balonmano.
Una labor como míster que no debe ser algo puntual, sino constante a través de su ejemplo –el primer convencido debe ser él– y la comunicación, que puede ser en forma de charlas colectivas, vídeos, conversaciones individuales, una cena e incluso una ‘bronca’ en un momento determinado. “El entrenador debe ver en cada momento qué hará reaccionar al equipo y ser consciente de qué estrategia funciona mejor con cada jugador”, comenta. Porque, en definitiva, los tres aspectos clave que se deben dominar cuando se entrena en la máxima categoría son la táctica, la preparación física y la psicología. “Un jugador inspirado y motivado es capaz de elevar el nivel de talento que utiliza. Si está ‘enchufado’, usa todo su talento; si no lo está, se conforma con la mitad”. Y si once jugadores usan todo su talento sobre el terreno de juego y tienen una idea de juego común son seguramente imparables.
Inspirar desde la base
Aunque el oficio de entrenador es uno, no es lo mismo dirigir a un conjunto en la élite futbolística que a un equipo de cantera o escolar. Los objetivos cambian, los métodos se transforman y los valores que se transmiten se adaptan a cada contexto. Pero la necesidad de inspirar sigue siendo la misma. Por ejemplo, en la cantera del Villarreal CF tienen claro que, además de formar a futbolistas que aspiran a llegar al primer equipo, están formando a personas. Paula Roig ha pasado como técnica por prácticamente todas las categorías de la cantera ‘grogueta’ y está convencida de que el sistema centrado no solo en las cuestiones técnico-tácticas, sino también emocionales y sociales acaba dando sus frutos. De hecho, el Villarreal B consiguió el ascenso a LaLiga SmartBank la temporada pasada.

“Para nosotros, lo primero es formar a la persona, especialmente porque muchos jugadores que están en nuestra residencia llegan de diversos puntos de España con 12 o 13 años, una época muy sensible para ellos. En las primeras etapas, trabajamos aspectos como el respeto, la autonomía personal, los temas emocionales… Y cuando llegan a Juveniles, cuestiones como los valores de trabajo y esfuerzo, ser uno mismo o el formar parte del grupo”, relata Roig.
Además, el Villarreal cuenta con una herramienta clave en la formación vital de sus jugadores, que les servirá lleguen o no a la élite: el proyecto Endavant Igualtat, en la que los equipos de la cantera apadrinan una asociación social. Por ejemplo, el Juvenil B (con Roig como parte del ‘staff’ técnico) tuvo diversos encuentros con la Fundación Aspropace, que trabaja con personas con parálisis cerebral. “Es muy potente para ellos, porque les ayuda a salir de su burbuja de futbolistas. Ven que existen otras realidades mucho más duras y aprenden a valorar lo que tienen. Aparte, cuando ves que se genera una corriente de cariño entre ellos, es brutal”, resume Paula Roig.
Transformar la sociedad
Y ya sin mirar a la élite, el fútbol puede tener un papel clave en el progreso de la sociedad, que va incluso más allá del terreno de juego. Ayudando, por ejemplo, a la cohesión social en barrios más desfavorecidos y dando una oportunidad a niños que provienen de familias vulnerables. La Athletic Club Fundazioa ha puesto en marcha diferentes acciones sociales, entre ellas una colaboración con la Asociación Bakuva desde el 2013 para impulsar una escuela de fútbol en el entorno de Bilbao La Vieja, con el fin de favorecer la inserción social de menores en riesgo de exclusión social.

Jesús Camacho comenzó como entrenador voluntario hace una década y actualmente es el coordinador de todo el Proyecto Bakuva, que cuenta con tres equipos que juegan en las ligas escolares: benjamín, alevín e infantil. “El fútbol es lo último; lo primero son los valores, el comportamiento y la oportunidad de darles una espacio de ocio fuera de las calles”, comenta. En este sentido, durante los entrenamientos se pone el foco a cuestiones como el trabajo en equipo, el conocimiento intercultural, la puntualidad, los hábitos saludables, la higiene personal… De hecho, existen unas condiciones para jugar los partidos (que se disputan en las instalaciones de Lezama del Athletic Club), como haber asistido a las clases de refuerzo escolar.
De esta forma, este proyecto busca aprovechar toda la inspiración y motivación que ofrece el fútbol para formar a personas que seguramente no llegarán a la élite deportiva. Pero que sí pueden tener un futuro provechoso por delante gracias a todos los valores que aprenden mientras intentan meter un gol. “Es un proyecto muy bonito y gratificante, porque son chavales que viven situaciones muy duras, que a veces tienen dificultades en la escuela, y les estás dando un espacio para que disfruten y, a la vez, los formas como personas”, concluye Camacho. El poder transformador del fútbol es tan potente, que incluso puede llegar a cambiar vidas; solo se necesita un balón, compañeros y un entrenador con ganas de inspirar. Y es que sea en la élite o en las ligas escolares, necesitamos un Luis Aragonés en cada banquillo.