La calle de los millones de ostras: un mercado centenario símbolo de Vigo

Las «ostreiras» han recibido altos reconocimientos como el de Viguesas Distinguidas o la Medalla al Mérito en el Trabajo

Su nombre oficial, el que aparece en el callejero, es Rúa da Pescadería pero para todos los vigueses es la «calle de la ostras». Este mercado centenario es todo un símbolo de la ciudad, un activo histórico y turístico que atrae tanto a vecinos como a foráneos.

Las «ostreiras» han recibido altos reconocimientos a su labor como el nombramiento de Viguesas Distinguidas (1993), el premio de la Diputación de Pontevedra en materia de Turismo en 2009 o la Medalla al Mérito en el Trabajo (2013). Esta última distinción fue promovida por un particular, un vecino del Casco Vello que -tras siete años de espera- vio cumplido su deseo y el de las vendedoras.

Pero el de «ostreira» también es un oficio en peligro de extinción por la falta de relevo y los cambios en los hábitos de consumo. A principios de la década pasada, del colectivo histórico de mujeres que cada día abrían y despachaban el vivalvo, ya solo quedaba una. El resto se habían jubilado ya pasados los setenta años y alguna había fallecido.

Estas mujeres aprendieron el oficio de niñas, con sus familias. Ellas mismas recolectaban el manjar y lo transportaban en cestas hasta a A Pedra para venderlo. Fresco, fresco. No había descanso ni tampoco facilidades: en declaraciones a FARO, las «ostreiras» recordaban la dureza del trabajo en su infancia y juventud, el frío que pasaban y las muchas horas de pie.

Sus condiciones fueron mejorando con los años, con las sucesivas reformas y adaptaciones de 'su' calle. La que ha visto despachar millones de ostras con una destreza sin igual: cuchillo en mano y giro de muñeca. Su pericia era en sí misma un reclamo turístico. Hasta se medía el tiempo que tardaban en abrir una docena, por debajo de los dos minutos. Todo un espectáculo cotidiano.

Con esta galería histórica, recordamos y homenajeamos a aquellas mujeres que mantuvieron con vida un oficio tradicional, se convirtieron en un símbolo de Vigo e hicieron suya una calle, la de los millones de ostras.

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