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ÓBITO

Muere Amaya, la mujer del ingeniero vigués que hace cuatro meses hizo un llamamiento desesperado para salvarle la vida

Amaya Rodríguez falleció este pasado lunes a los 47 años de edad a causa de un cáncer

El vigués que lucha contra el reloj del cáncer: «Voy a hacer un último intento por tratar de salvar la vida a mi mujer»

Pablo y Amaya, antes de la enfermedad. A la derecha, la viguesa ingresada en el Cunqueiro, a comienzos de este verano.

Pablo y Amaya, antes de la enfermedad. A la derecha, la viguesa ingresada en el Cunqueiro, a comienzos de este verano. / FDV

Marta Clavero

Marta Clavero

A comienzos del pasado mes de julio, el ingeniero gallego Pablo Antón publicaba en su perfil de Linkedin un mensaje de ayuda para hallar a algún profesional de la medicina que pudiera frenar el cáncer que estaba matando a su mujer. En aquel momento, el pronóstico de vida de Amaya Rodríguez era «de unas pocas semanas o meses, como mucho», según le informaron los oncólogos a su marido.

La pareja, que actualmente residía en Mos, se había casado en 2019. En diciembre de 2021 llegó al mundo su hija Elsa, y fue durante el periodo de lactancia cuando esta madre enfermó de cáncer de mama, que tiempo después se extendería a los huesos y al cerebro. «Estoy casi seguro de que nadie nos va a poder ayudar, pero mientras la vea respirar no me quiero dar por vencido. Seguiré luchando por ella», sentenciaba entonces Pablo, negándose a rendirse.

Amaya Rodríguez Pérez, antes de padecer cáncer.

Amaya Rodríguez Pérez, antes de padecer cáncer. / Cedida

La publicación de su historia dio algunos frutos. «Nos llamaron del hospital Vall d'Hebron de Barcelona y de algún otro centro para tratamientos experimentales, pero Amaya no podía entrar en ensayos, así que hace dos meses fue ingresada en Cuidados Paliativos del Meixoeiro».

Con ese hilo de esperanza y a pesar de la insistencia de los médicos en sedarla, esta viguesa de 47 años siguió luchando por vivir. «Ella no quería dejarse ir. Decía que no tenía dolor, pero ya en estos últimos días, al ver que no era capaz de comer, que se hacía heridas y que estaba sufriendo, di mi consentimiento», relata Pablo a FARO.

El domingo fue sedada y murió el lunes a las 20.30 horas, «en mis brazos», confiesa su desolado marido desde el tanatorio de Vigo Memorial, donde está siendo velada. Este miércoles a las 16 horas será conducida hasta la iglesia Santa Eulalia de Mos, donde se celebrará el funeral, para ya después proceder a su inhumación en el cementerio parroquial.

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