El acusado del crimen de Coia: «Sí lo maté pero no soy culpable; lo siento»
José Luis Maneiro declara que tras su primer disparo para que la víctima «se largara» de su casa, éste seguía amenzándolo: «Quise darle en el hombro para que soltara el machete»

Un momento durante la sesión del juicio del crimen de Coia celebrada este miércoles. / Jose Lores
¿Todo aquel que aprieta el gatillo es un asesino? La planificación del crimen o dejar a la víctima sin posibilidad de defenderse son circunstancias que marcan la diferencia entre un asesinato y un homicidio. Y si a esto se le suma el haber actuado movido por un miedo insuperable, entra en juego la legítima defensa, que exime de cualquier responsabilidad penal. Todas estas posibilidades están sobre la mesa del Tribunal del Jurado que esta semana juzga al vigués José Luis Maneiro por haber matado de un disparo a Francisco Javier Balseiros a las puertas de su casa en el barrio de Coia la noche del 6 de abril de 2024.
El acusado, que afronta una pena de hasta 23 años de cárcel, admitió ser el autor del certero tiro que acabó con la vida de Balseiros, pero no se declaró culpable al volver a incidir que actuó por miedo al encontrarse a la víctima armada con una barra de hierro y un machete a las puertas de su casa, en la que también residía su madre. «Sí lo maté, pero no soy culpable. No quería hacerle daño a nadie, no tenía intención de matarlo; era un chico con el que crecí», contó Maneiro, que optó por responder solo a las preguntas de su abogado.
El acusado, de forma cronológica, relató cómo a las 22.30 de la noche, escuchó «un fuerte golpe en la puerta». «Me asomé a fuera y lo vi [al fallecido] con una barra de hierro y un machete. Así que cerré la puerta pero empezó a llamar por mí, a gritarme, y cogí la escopeta para asustarle, no tenía intención de matarlo», cuenta Maneiro.
Según su versión, este arma de doble cañón iba cargada con un cartucho de sal y un segundo que sí contenía munición. El primer disparó fue a parar al lateral de un coche que estaba estacionado en la acera. «Disparé para que se largara pero se puso más enfadado, venía hacia la casa, creía que le iba a hacer daño a mi madre y ya lo tenía encima. Yo solo quería darle al hombro para que soltase el machete», verbalizó el acusado.
Pero el disparo dio de lleno en el maxilar derecho de la víctima, que falleció en el acto. «Cayó al suelo y me acerque. Lo aparté de la sangre para ver si estaba bien. Yo solo le veía dos marcas, no la cara destrozada. No entiendo qué pasó», relató José Luis Maneiro.
El temor, dice el acusado, de que la víctima le pudiera hacer algo a él o a su madre fue lo que desencadenó el crimen. «Me duele mucho, lo siento muchísimo, muchísimo. Siempre fuimos amigos, yo no quería matarlo. Si no hubiese mencionado a mi madre... Yo lo conozco [al fallecido] y dije, si no le doy me va a hacer algo a mí o a mi madre», zanjó.
Concluida ya la práctica de la prueba, las acusaciones y defensa expondrán mañana jueves sus informes finales. La Fiscalía solicita 21 años y 10 meses de prisión por el asesinato. La acusación particular eleva su petición a los 22 años por el asesinato con alevosía, 15 años en el caso de que se determine que fue un homicidio
La defensa solicita la libre absolución al entender que su patrocinado actuó en legítima defensa ante una situación de miedo insuperable, el que le tenía al muerto.
El procesado disparó a la víctima desde una altura «superior»
Una de las claves del caso está en la existencia o no de la alevosía, si hubo una indefensión de la víctima. Los forenses confirmaron que el segundo disparo, el que mató a Balseiros, se produjo con víctima y acusado «en planos diferentes», esto es, a diferente altura uno del otro. «Es un disparo muy vertical, con el cañón inclinado», explicó el patólogo, que expuso que el fallecido estaba «más cercano al suelo» matizando, eso sí, «el dinamismo en estas acciones».
Es posible que tras el ruido del primer disparo, Balseiros se agachase y entonces se produjera el segundo, situando Maneiro el cañón a una distancia «de menos de un metro» de la víctima.
Sobre el primer disparo, que el acusado afirma que era un cartucho de sal –no lesivo–, los expertos en Criminalística no lo pudieron confirmar ya que no les mandó comprobar si contenía o no sal. En el orificio del coche sí encontraron restos de plomo pero si el arma «fue usada antes con otro cartucho pueden quedar restos en la zona de recarga».
«Voy a ir por ahí y ya me explicas lo valiente que eres, campeón»
Agentes del grupo de Homicidios de la Comisaría de Vigo, encargados del volcado y estudio del contenido del teléfono móvil del acusado, han comparecido también en la tercera jornada del juicio y han explicado que, dos meses antes del crimen, acusado y víctima se habían intercambiado mensajes y fotos en las se echaban en cara varias cuestiones, se acusaban de ser «chivatos» y otras «provocaciones».
Entre ellas, la defensa ha destacado cuatro fotos y un mensaje de audio enviados por la víctima al acusado en febrero de 2024. En las imágenes puede verse al fallecido haciendo gestos obscenos con un machete (el que apareció en la escena del crimen) o enseñando una pistola.
Igualmente, en la sala se reprodujo un mensaje de audio en el que la víctima interpelaba al acusado, diciéndole que era «muy valiente por WhatsApp», y en el que advertía: «Voy a ir por ahí y ya me explicas lo valiente que eres, campeón».
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