La Zostera amortigua bajadas de salinidad y olas de calor en bancos marisqueros
La UVigo demuestra que la presencia de la planta puede mitigar los efectos del cambio climático en especies comerciales de almejas

Salvador Román (5º por la izquierda) con los investigadores del proyecto ZEUS, en la Ecimat de Toralla. / Cedida
La presencia de Zostera noltei en los bancos marisqueros puede ayudar a mitigar los efectos de las olas de calor en las especies comerciales de almeja. Estudios realizados por investigadores del Centro de Investigación Mariña (CIM-UVigo) demuestran que esta fanerógama marina tiene un «efecto amortiguador» frente al aumento de temperatura y también ante el descenso de salinidad, en estos momentos, la mayor amenaza para su supervivencia.
Ambas conclusiones son fruto de los estudios de campo y los experimentos llevados a cabo en el mesocosmos de la Ecimat por Salvador Román y el resto del equipo del proyecto ZEUS liderado por Celia Olabarria y Elsa Vázquez. «La particularidad es que simulamos las condiciones del banco marisquero de manera más realista porque reproducimos momentos de marea alta y de marea baja para variar las condiciones de salinidad, que es lo que ocurre en el medio natural. Cuando la marea baja el mayor aporte es el de agua dulce de los ríos y la salinidad alcanza su momento más bajo. Y además las almejas estaban enterradas en el sedimento y en interacción con la Zostera noltei», destaca.

El investigador Salvador Román. / Cedida
Tras un evento de baja salinidad de 6 días, prácticamente todos los individuos de almeja babosa (Venerupis corrugata) murieron entre un valor de 20 (marea alta) y 5 (marea baja), cuando lo habitual es que esté en torno a 32.
Los ejemplares de almeja fina (Ruditapes decussatus) y japónica (R. philippinarum) sobrevivieron, pero sufrieron efectos subletales que, con el tiempo, pueden afectar a procesos vitales como la reproducción. Sobre todo, en el caso de los primeros, ya que redujeron su respiración y la alimentación.
Uno de esos efectos fue que las almejas dejaron de crecer, ya que se cierran, como ante cualquier otro factor de estrés, y centran toda su energía en sobrevivir.

Experimentos en los tanques de mesoscosmos de la Ecimat de Toralla. / Cedida
«Pero también observamos que en los experimentos donde teníamos a las almejas y a la Zostera esos efectos subletales fueron menores. La presencia de la planta y de toda su estructura, tanto subterránea como aérea, retiene el agua salada y hace que la entrada de agua dulce sea más lenta. Y este efecto amortiguador también es muy claro en los eventos de olas de calor atmosféricas», subraya Román.
Estos ensayos de temperatura se llevaron a cabo en las mismas instalaciones de mesocosmos, donde los investigadores reprodujeron con lámparas que calentaban el aire las olas de calor que ya están teniendo lugar en Galicia en estos momentos: «Es muy interesante saber lo que está ocurriendo ahora mismo, no solo en escenarios futuros. La máxima temperatura que obtuvimos fue de 32 ºC en el sedimento y el resultado más importante fue que la presencia de esta planta marina suponía una diferencia de más de un grado. Parece poco, pero es mucho en cuanto a la fisiología de los organismos porque estos eventos se prolongan durante varios días».
«También concluimos que, por ahora, las temperaturas que se alcanzan son tolerables. No se produjeron mortalidades en las tres especies de almeja ni efectos muy grandes a nivel de fisiología, alimentación o respiración. No sabemos qué pasará en el futuro, pero en estos momentos el factor más importante es la salinidad», añade.

Román, en sus estudios de campo en bancos marisqueros. / Cedida
Los resultados de estos estudios son de gran interés para los gestores a la hora de tomar medidas de mitigación frente al cambio climático. «En el caso de la almeja babosa y la fina, que son más sensibles, se pueden seleccionar zonas de cultivo más submareales, con una menor influencia del agua dulce. Y otra estrategia sería evitar la extracción en épocas de baja salinidad porque las que son descartadas no tienen fuerza para volver a enterrarse y son presa muy fácil de cualquier depredador», propone.
Román, que acaba de iniciar una estancia en la universidad canadiense de Dalhousie (Nueva Escocia) con una beca postdoctoral de la Xunta, aboga por mantener la Zostera en los bancos, aunque dificulte la extracción, no solo por su efecto amortiguador, sino por la biodiversidad que aporta y el secuestro de CO2. Y también por reducir «al máximo» las aperturas de las presas, que si se producen en momentos de baja mar como ocurrió en el otoño de 2023 pueden tener un efecto devastador sobre los bancos marisqueros.
Estudios hacia una posible «vacuna»
Durante los próximos dos años, Román tratará de avanzar en una especie de «vacuna» frente a la baja salinidad: «Mi proyecto postdoctoral se basa en la plasticidad fenotípica y la idea final sería aplicar un shock a larvas o juveniles muy pequeños en hatchery (criadero) para que activen mecanismos que les permitan reaccionar mejor cuando sean adultos». Iniciará los experimentos con la ostra europea, presente en Canadá y, cuando vuelva a Vigo el tercer año, los iniciará con almejas.
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