El vintage «se tambalea» en Vigo
Vigo tiene seis tiendas de ropa de segunda mano, una cifra corta si se tiene en cuenta que en Galicia son 44. Dos están a punto de cerrar, otra se traspasó para empezar de nuevo y tres se mantienen intactas

Carlos, al frente de Magpie Vintage. / Pedro Mina
Las tiendas vintage proliferan en España desde principios de la década pasada. Según los datos de la franquicia Humana, hay un total de 743 negocios físicos en 178 municipios. La mitad, concentrados entre Catalunya, Andalucía y la Comunidad de Madrid. En Galicia son 44, de las que tan solo seis funcionan en Vigo. Por ahora.
De la media docena, dos están a punto de cerrar sus puertas. Son Limón Vintage, en el barrio de Coia, y Weena Vintage, una de las pioneras. Desaparecen porque los clientes redujeron su inversión. En el caso de la primera se mantendrán online, pero el formato físico no funcionó tras siete meses intentándolo. La propietaria cree que influye la edad envejecida del barrio.
La segunda está en liquidación: tienen todo al 70% y cuentan con cerrar en tres semanas. Desde su interior constatan una pérdida del interés por la ropa vintage tal y como se entendía hasta ahora. Los 70 y los 80 ya no interesan tanto a los jóvenes como lo hacen los 2000, más ligados al fast fashion y a grandes superficies como Inditex.
Desde otra de las más antiguas de la ciudad, Flamingos Vintage Kilo, su propietaria, Marta, explica que los comercios de ropa de segunda mano viven los mismos sinsabores que el pequeño comercio. En épocas de crisis, son los primeros en verse afectados. «Además se nota cuando cierran las de segunda mano porque somos muy pocas», apunta.
Su propuesta pretende ser un espacio para ver moda de otro tiempo, escuchar música o charlar. Lleva una década y no le va mal, pero sí nota una deriva hacia el comercio online que afecta a tiendas como la suya. También las imitaciones: «Como está de moda este estilo, otras tiendas (generalistas) fabrican cosas parecidas», opina. Su baza son los clientes fieles, «algo que solo se consigue con el cara a cara», dice. «Pero cada vez es más complicado porque también se dispone de menos dinero», añade. Al igual que el resto de locales de la ciudad, funciona a través de proveedores. En su caso, estadounidenses.
Pese a las tiendas que abandonan el barco, también surgen otras nuevas. En Plaza América acaba de iniciar su travesía Olivintage y en la calle Magallanes se ubica Magpie. A su cargo están tres jóvenes que cogieron un traspaso de otros amigos también dedicados al mundillo.
Carlos, uno de los encargados, explica que desde que abrieron en septiembre tuvieron una buena acogida. Tienen moda desde los 70 hasta tiempos más recientes: «Ya pasaron 25 años desde los 2000 y se va considerando más vintage. Es lo que más se vende y hay que adaptarse. No es lo mismo que las prendas de los 80, que son todavía mejores», explica.
«La calidad de la ropa ahora es peor, sobre todo por la moda rápida. Inditex arrasa, vas por la calle y ves pegatinas. 50 camisetas iguales de Tupac o de lo que esté de moda en ese momento. A nosotros viene gente más alternativa», dice Carlos. Los precios que manejan no difieren mucho de los de las grandes cadenas. Se pueden encontrar mejores telas por menos dinero.
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