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Nelson Villalobos vuelve a casa

El artista cubano regresó de su estancia en la isla para continuar su prolífica obra. Además de varias exposiciones pendientes, trata de dar salida a un cuadro de grandes dimensiones de la ciudad. Mientras, pasa su tiempo en su estudio, pintando más horas de las que tiene el día.

En el estudio de Nelson Villalobos sonaba Rock it for me interpretada por Ella Fitgerald. Él, evadido de todo excepto de su voz, se movía por su taller pintando cuatro cuadros a la vez. «Para que el color exprese y se vea luminoso hay que darle varias capas. Pero lo importante es lo que hay entre ellos, lo que evocan juntos», dijo moviendo su pincel, arriba y abajo. El artista cubano se encuentra en un periodo de inspiración. Acaba de volver de su isla, donde estuvo cerca de un año y medio creando y dando clase. Una de sus propuestas allí fue un mural de cien metros de largo para la Bienal de La Habana, en el que reflejó el cielo de Vigo, su otra patria. Aunque estamos en una urbe industrial, él asegura que está llena de color, «una gama que no se ve en ningún otro sitio por el reflejo de la luz en la ría». Su obra combina la luminosidad gallega con signos yorubas, de la religión cubana, y colores vivaces.

Así pintó Nelson Villalobos la medianera más grande de La Habana al ritmo de música cubana

FDV

Ahora, está de vuelta y trae varios proyectos entre manos: en diciembre expondrá en Carabanchel, antes lo hará en Zaragoza y está tratando de dar salida a una obra de grandes dimensiones de la ciudad de Vigo. En él aparecen elementos clave y reconocibles, algunos expresados de forma surrealista (si se permite), como peces en el cielo, un Sireno de dimensiones ingentes o conjunciones de formas imposibles. Además, está atento de la programación en Casa das Artes, donde le gustaría volver a exponer. «Hace varios años que no lo hago en Vigo», apunta.

Villalobos es un artista extremadamente prolífico: asegura que a lo largo de su carrera ya creó alrededor de 30.000 piezas. En realidad lo hicieron él y otros tres alter ego. Cuando leyó a Fernando Pessoa descubrió una nueva forma de operar: a través de cuatro heterónimos. Aunque parten de una misma matriz, todos ellos tienen sus características propias y eso se refleja en los lienzos. Juntos son un colectivo, Ruptura. Ahora está (o están) centrados en el color, «con la edad me gustó mas. Me da vitalidad y alegría, me permite huir de la agonía. Aunque uno es el que decide si sumirse en ella o no», reflexiona.

Su estudio está lleno de cuadros esperando un destino, aunque Villalobos dice que no piensa en vender cuando pasa más de quince horas en su estudio. «Vengo a las diez de la mañana y a veces paro a las 3 de la madrugada. Tengo que pintar, no puedo hacer otra cosa. Si después ocurre el milagro y compran, pues bien». Es un bohemio, pero cree firmemente en su arte.

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