La difícil tarea de sobrevivir en un barrio envejecido
Cerca del 25% de los negocios de Coia están cerrados. En algunas zonas del barrio casi el 40% de la población supera los 65 años y los nuevos conceptos no tienden a triunfar. Y si no que se lo digan a Natalia Stefanskaen, una ucraniana que abrió una tienda ‘vintage’ en marzo y que ahora tendrá que cerrar

La tienda ‘vintage’ Limón, en sus últimos días. / José Lores
El barrio de Coia es un de los más envejecidos de la ciudad. Según los datos del Atlas de Distribución de Renta de los Hogares, el porcentaje de mayores de 65 años alcanza casi el 40% en varias manzanas aledañas a la avenida de Castelao. Además, también es uno de los distritos con las rentas más modestas junto a Teis o la zona de Lavadores.
La avenida de Castelao, principal calle que atraviesa el núcleo, tiene una vida más o menos dinámica, con negocios mayoritariamente orientados a prestar servicios domésticos y no tanto al ocio o a la moda.
En un recorrido a pie desde Plaza América hasta los volcanes que ponen fin a la avenida —y teniendo en cuenta algunos negocios en calles próximas— se pueden contabilizar un total de 149 tiendas, de las cuales 35 están cerradas, es decir, alrededor de un 25%. De hecho, en el portal inmobiliario Idealista aparecen una decena en alquiler, con un precio que en casi todos los casos supera los 1.100 euros mensuales. También hay otros tantos en venta, sobre todo en la calle Sanxenxo. Los precios parten de los 160.000 euros.
Entre los negocios que cerraron sus puertas hay propuestas variadas: tiendas de complementos, de ropa, hasta cuatro bares, barberías o pequeños comercios de alimentación. También puntos de venta de electrodomésticos. Según Marcos Piñeiro, gerente del Centro Comercial Coia 4, «desde la apertura del Alcampo se fueron perdiendo tiendas de este tipo», indica. Los pequeños negocios dieron paso a las grandes superficies y para comprar ropa, los vecinos se desplazan hasta el centro de Vigo.

Un negocio cerrado y otro abierto en Coia. | José Lores
Entre los que sí logran permanecer destacan dos tiendas de colchones, una de lámparas, un negocio de animales exóticos, autoescuelas, dos barberías, bares, fruterías y locales de alimentación variados, una librería, una zapatería y varias cerrajerías o ferreterías. Los que se sitúan próximos a Plaza América o en las inmediaciones del Alcampo corren mejor suerte que los que están en un punto medio.
Un negocio para otro barrio
Natalia Stefanskaen abrió una tienda de ropa vintage en el barrio de Coia el pasado marzo. Es la única que no está en el centro y quizá la diferencia de edad de la población entre estas zonas no ayudó a que tuviese la atención que se esperaba. En menos de dos semanas cerrará sus puertas y buscará otra calle para instalarse. Le gustaría que fuese la Florida, pero dependerá de las facilidades burocráticas. «La zona es perfecta, pero no funciona», dice la ucraniana. «Creo que es más cómodo ir de tiendas al centro, las familias ya ni cruzan la calle para venir aquí», añade.
El rango de edad, más alto, puede ser otro de los motivos por los que su proyecto tendrá que continuar en otro lugar. Cuenta que los vecinos no entienden el concepto del vintage. «No valoran la segunda mano porque piensan que son donaciones y consideran que los precios son muy altos», dice. «Hay mucha gente que es consciente de que es un modelo de negocio que hace falta, pero no nos dimos a conocer lo suficiente. Marzo fue un mes duro, en verano todo el mundo está de vacaciones y hasta ahora. No fue una buena temporada», añade.
La ropa de segunda mano es costosa, los proveedores no son baratos y es una cultura que, según Stefanskaen, no está tan desarrollada en la ciudad.
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