Entrevista | Octavio Vázquez Compositor
«Me viene la música a la cabeza y la tengo que escribir»
Recién aterrizado de Nueva York, donde es director del programa de composición en la School of Music de Nazareth University, el compositor gallego Octavio Vázquez, uno de los más destacados de su generación, prepara el estreno europeo de su «Piano Quintet», hoy, en el arranque de la temporada de la Sociedad Filarmónica de Vigo.

Octavio Vázquez / Alan Tirré
«Los desplazamientos forzosos, la intolerancia, la violencia sobre otros» o «la construcción de barreras artificiales entre las personas», son los temas que están detrás del Piano Quintet, del compositor Octavio Vázquez (Santiago, 1972). El auditorio Afundación —20 horas— acoge hoy su estreno europeo, con el propio maestro al piano y acompañado por el Cuarteto Opus X —antes Cuarteto Atlántico—, compuesto por músicos de la Orquesta Sinfónica de Galicia. Es el inicio de la temporada de la Sociedad Filarmónica de Vigo.
-¿Qué es lo que persigue con Piano Quintet?
Es una de mis piezas de cámara principales. Un quinteto en siete movimientos de unos 35 minutos. Muchas veces, una obra se me viene a la cabeza y este fue el caso. La idea me vino en 2003 en Nueva York. Escribí apuntes. Estaba con otros proyectos, no había ocasión de escribirla y quedó en el fondo del cajón. Es de las obras en las que pasó más tiempo hasta que pude plasmarla en papel. Con el American String Quartet llevábamos desde el 2007 queriendo hacer algo juntos y en 2020-2021 tuvimos la oportunidad con el encargo del Aspen Music Festival (EEUU), donde la estrenamos en 2021.
-¿Cómo la describiría?
Describir mi propia música es complicado. Tiene que ver con los eventos del final del siglo XV en Galicia y la península ibérica en general. Las coronas de Castilla y Aragón firmaron en 1942 el Decreto de Alhambra, por el que los judíos tenían que abandonar sus reinos y territorios en el plazo de cuatro meses, sin llevar ni oro ni plata ni dinero bajo pena de muerte. Esto puso el punto y final a siglos de coexistencia y relativa tolerancia entre judíos, musulmanes, cristianos e incluso paganos, que alumbraron un desarrollo económico y cultural sin paralelo en la Europa de aquel tiempo. El judaísmo quedaría estrictamente prohibido en toda la península, y castigado con la confiscación de toda propiedad, la tortura y, a menudo, la muerte. Poco después, el Islam sufrió un destino similar. Me surgió a raíz de que conociera en 2003 a una familia sefardita en Nueva York, cuyos antepasados salieron en 1492 de España. Su historia me inspiró una pieza que tiene que ver con los desplazamientos forzosos, la intolerancia, la violencia contra otros en cualquier manera que esa distinción se haga, la imposición de miras estrechas, y la construcción de barreras artificiales entre las personas. Temas que son hoy en día tan actuales como hace cinco siglos. Se cambian los papeles de la gente: víctimas son verdugos, verdugos son víctimas, pero es el mismo. Los roles han cambiado a través de la historia, pero el guión se parece mucho. Parece que la humanidad no progresa. Hay otras dos obras mías de cámara relacionadas con tragedias históricas y no sé por qué las escribo. Sobre la Guerra Civil y el Holocausto. Si me preguntas por adelantado, de ninguna manera se me hubiese ocurrido escribir sobre estos temas, pero me viene la música a la cabeza y la tengo que escribir. Tiene como una función de catarsis personal y social.
-Empezó a escribir música a los 7 años. Es algo que le nace natural. Su forma de comunicar, ¿no?
Sí, yo no sé no sé qué me pasó, me debí dar un golpe en la cabeza y empecé a escribir a una edad temprana. De todas las artes, las ciencias, las cosas que se pueden hacer, para mí es la más directa y con la que puedo expresar lo que viene a través de mí de la manera más clara y concentrada. Y por esto me dedico a la composición.
-¿Le gusta estar al piano en los estrenos de sus propias obras?
Por una parte sí, por otra parte no lo hago tan a menudo. Hay muchos que creen que, como la escribes, la sabes muy bien. No funciona así; la tengo que estudiar como todos los demás. Me encanta tocar, fue una experiencia fantásticael estreno y la gira estadounidense. Lo que ocurre es que entre componer, las clases y, a veces, grabar y dirigir, no me llega el tiempo para más.
-¿Por qué el Cuarteto Op. 131 de Beethoven para completar el programa?
Fue también el programa del estreno en Aspen. Las piezas tienen algunas afinidades totalmente casuales: las dos tienen siete movimientos, las dos son muy contrapuntísticas, las dos son bastante dramáticas o trágicas. Funcionó muy bien. De hecho, después del estreno de Nueva York, un compositor me vino a hablar y me dijo: «Qué ingenioso como te referiste al cuarteto de Beethoven”. Y en realidad fue totalmente casual.
-Define al cuarteto Opus X como «gallego» porque todos llevan más de una década viviendo en Galicia pese a que hayan nacido fuera. Usted lleva tres en Estados Unidos. ¿Se considera estadounidense?
Llevo 29 años exactamente y los americanos sí me consideran: tengo pasaporte y pago los impuestos. Después de tantos años me considero los dos y son las tribulaciones de ser emigrante. Después de tantos años, es mi casa, pero mi casa también siempre será aquí también. Es una especie tensión interna de los migrantes en todo el mundo, vengan de donde vengan y vayan a donde vayan. Se convierten puentes vivos entre culturas y entre identidades y entre países, que es maravilloso. Pero, a la vez ya no estás en casa del todo en ningún sitio. Da igual donde vayas, siempre te falta algo. Es una cosa muy curiosa.
- ¿Qué tal ahora en Estados Unidos? ¿Los cambios políticos han afectado al mundo de las artes como lo ha hecho al científico?
Siempre hay cosas que suceden. En el día a día, la verdad, no se percibe tanto. Lo que sí se percibe mucho, pero desde hace 12 o 15 años, y es muy preocupante es que la gente en general, de todos los niveles socioeconómicos y de todas las procedencias, no se habla. Las familias no se reúnen por Navidad o Thanksgiving. “No voy a ver a mis padres porque votan al otro lado”. ¡Esto es ridículo! Cuando la gente se divide en grupos y empiezan a no hablarse... Miren lo que pasó en la Edad Media en España con los judíos: primero no se hablaban y luego se bebían la sangre de los de los niños cristianos. Se creaban bulos tremendos. Y la gente se los creen, porque cuando no conoces al vecino te empieza a dar miedo.
-Aún desde lejos, Galicia siempre está presente en su trabajo, no desaparece de su inspiración.
No. Muchas veces son piezas, por diseño o inspiración, gallegas como las "Danzas populares gallegas", pero aunque no lo sea, es que me sale. No tengo que intentarlo. Galicia está siempre presente en mí, no puede ser de otra manera. Vengo todo lo que puedo y colaboro con las orquestas y los grupos de aquí lo más posible. En mayo estuve en el Festival Explurart del Conservatorio Superior de Vigo. Me gustaría estar tan involucrado como sea posible en la vida musical desde el punto de vista educativo y de la actividad concertística.
-Tenía la idea de crear una escuela superior. ¿Todavía está ahí?
Está siempre presente, pero no es posible hacerlo con una persona nada más. Requiere el esfuerzo coordinado de mucha gente. Me encantaría, es como un sueño. Estados Unidos es un país más receptivo a la iniciativa privada. Para hacerlo aquí,seguramente necesitaríamos apoyo público y eso es muy complicado.
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