Trabajadores de la cafetería O Castro denuncian el robo de su gata por parte de una protectora felina de Vigo
El colectivo 'Gatiños da Rúa' alega que recibió avisos de que el animal «estaba en malas condiciones», de ahí que lo capturasen: «Vinieron por la noche, cuando el establecimiento ya estaba cerrado y se la llevaron sin avisarnos», apunta una de las camareras

Cedidos
Esta es la historia del presunto secuestro de una gata en Vigo. Seguramente, el felino más anciano de la ciudad que ha 'residido' toda su vida en O Castro. Suele rondar la cafetería del mismo nombre, donde recibe, de trabajadores y clientes, cariño y alimento.
«Yo llegué en 2009 a trabajar aquí y la gata ya era mayorcita», asegura Zayda Coronell, una camarera del local que calcula que «ahora tendrá unos 27 años de edad». De ahí que la 'Centenaria', como así la llaman, ya forme parte de la familia de este establecimiento: «Es nuestra gata, come aquí y duerme en la parte trasera de la cafetería, donde tiene su propia cama», explica.

Desde la cafetería O Castro aseguran que a la gata no le faltaba ni cama, ni alimento, ni cariño. / Cedida
Pero hace unas dos semanas, la felina cambiaba de barrio después de que una protectora la capturase para llevársela. «Fue de noche, cuando ya no quedaba nadie», asegura una contrariada Zayda, que incluso llamó a la Policía para informarles del caso.
La responsable de coger al animal fue la asociación 'Gatiños da Rúa', «colectivo sin ánimo de lucro para atender y controlar las colonias de gatos en libertad en la ciudad de Vigo», sin refugio, ni local y formada por voluntarios, según reza su perfil de redes, donde este grupo quiso aclarar, con un comunicado, los motivos de la captura de la 'Centenaria' o la 'Gatiña' (como así la llaman en la asociación). Además de alegar motivos de salud, acusan a sus habituales cuidadores de tener a la gata «en malas condiciones», extremo que asegurán en base a algunos avisos que habrían recibido por parte de testigos:
«Los gatos tienen dignidad, y cuando hay humanos que se la quieren arrebatar, debemos intervenir (...) No podemos dar cabida a más maltrato animal (por omisión de ayuda) y agresiones verbales. Además, la ciudadanía tiene que saber en que tipo de locales consume.». Así arranca esta publicación en el perfil de Facebook de la asociación. Según aseguran, la gata «vivía a la intemperie». Sobre su presunto mal estado y los avisos que habrían recibido, aseguran que «nos acercamos en verano a comprobarlo y así era. No por falta de comida, sino porque es una gata en el tramo final de la vida y, según el diagnóstico veterinario, tiene una artrosis severa que le impedía caminar con facilidad».
A esto se unen los presuntos insultos y amenazas que denuncian en ese comunicado y que alguien que salió de la cafetería (creen que el dueño), al que definen como «energúmeno» e «individuo agresivo», le habría proferido a una persona relacionada con la asociación felina, «diciéndole que le había robado "SU" gata, esa que no atendía y que usaba de reclamo publicitario», acusa 'Gatiños da Rúa'.
La camarera responde a las acusaciones
«Si hablas con nuestros clientes que conocen bien a la gata, ellos te pueden decir que la cuidamos y la alimentamos muy bien», comenta Zayda a FARO, en contra del argumento de que la 'Centenaria' estaba «en malas condiciones». Con respecto a esa sustracción que denuncian, que según ella, se llevó a cabo «sin mi autorización y durante la noche, nos preocupa, porque la gata lleva toda su vida en esta zona de O Castro. Biológicamente está adaptada a un entorno, de ahí que no entendamos que, si tan animalista era la persona que se la llevó, por qué la saca tan abruptamente de su habitat».

Momentos del día a día de la gata en O Castro, a la que los trabajadores del local incluso le crearon un memoji y un gif. / Cedidas
En cuanto a su salud, Zayda no entiende que «si tiene algún padecimiento, deberían comentárnoslo, pero ya dan por hecho ese diágnóstico sin tener un parte veterinario previo. Que hablen con nosotros y valoramos llevarla al médico, pero decidieron cogerla de mala fe», explica la camarera, que insiste en que la gata «era feliz aquí, donde todos la conocíamos, la cuidábamos y formaba parte del lugar. Lo único que pedimos es respeto por la verdad y por su bienestar real, sin manipular los hechos ni apropiarse de lo que no corresponde», concluye.
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