La UVigo contribuye a la supervivencia de Svalbard frente al deshielo

El grupo GeoTech estudia las casas de madera amenazadas por el derretimiento del permafrost dentro de un proyecto europeo para reducir los residuos de la construcción

Viviendas de madera en Longyearbyen

Viviendas de madera en Longyearbyen / GeoTech

Sandra Penelas

Sandra Penelas

El cambio climático está provocando el deshielo del permafrost, la capa de subsuelo que se mantiene siempre congelada, y poniendo en riesgo poblaciones como la del archipiélago noruego de Svalbard, la más septentrional del mundo. Investigadores de la UVigo acaban de realizar una estancia en su capital, Longyearbyen, para estudiar sus típicas viviendas de madera dentro de un proyecto europeo que busca reducir y reutilizar los residuos de la construcción (minería urbana). Sus resultados contribuirán a establecer nuevas soluciones de habitabilidad frente al peligro de derrumbe y hundimiento que amenaza estas casas aprovechando materiales ya existentes y minimizando el uso de elementos procedentes de fuera, lo que también contruibuirá a reducir las emisiones de CO2.

Juan Carlos Navares, Jesús Balado, Pedro Arias y Ana Sánchez, durante su estancia en Svalbard.

Juan Carlos Navares, Jesús Balado, Pedro Arias y Ana Sánchez, durante su estancia en Svalbard. / Cedida

La iniciativa SUMA4Re está liderada por el grupo de Geotecnologías Aplicadas (GeoTech) del Cintecx e implica a 17 socios —universidades, centros tecnológicos y empresas— de 9 países. Se prolongará hasta 2017 y tiene una financiación de 6,5 millones. La reunión de lanzamiento tenía lugar hace un año en Torrecedeira y los investigadores vigueses visitaron la semana pasada Oslo y Svalbard, uno de los tres casos piloto contemplados.

«Las viviendas están construidas sobre pilotes de madera clavados en el suelo hasta el permafrost y su derretimiento está haciendo que estas cimentaciones pierdan estabilidad, dando lugar a situaciones bastante críticas y urgentes que hacen necesario intervenir. Otra característica del archipiélago, habitado desde principios del siglo XX debido a las explotaciones de carbón, es que quieren convertirlo en una reserva de biodiversidad y conservación. De hecho, la última mina cerró hace solo unos días con un acto simbólico», destaca Pedro Arias, investigador principal de SUMA4Re.

Navares inspecciona una de las construcciones con unas gafas inteligentes.

Navares inspecciona una de las construcciones con unas gafas inteligentes. / Cedida

«Uno de los objetivos del proyecto es intentar contrarrestar los problemas que sufre la población como consecuencia del cambio climático. La idea es detectar las alteraciones que sufren las viviendas para intentar diseñar medidas de rehabilitación que reutilicen el mayor porcentaje posible de materiales de construcción y así evitar tener que traerlos de fuera. Allí no hay vegetación, solo tundra, y de esta forma se evitarían las emisiones relacionadas con estos movimientos», añade.

Los investigadores trabajaron sobre dos viviendas piloto, una de ellas habitada, representativas de la tipología constructiva del archipiélago para poder extrapolar los resultados: «La madera es el elemento principal y se asientan sobre pilotes porque la ciudad está cubierta de nieve durante 9 meses del año y este sistema permite que las casas estén aisladas del suelo y que circule el aire y el agua. Son modulares y muy funcionales. Las que analizamos nosotros eran apartamentos de 50-60 m2 pero también los hay mas grandes».

Edificio de viviendas donde los investigadores trabajaron

Edificio de viviendas donde los investigadores trabajaron / GeoTech

El equipo de la UVigo —que completaban Ana Sánchez, gestora del proyecto, el investigador ‘Ramón y Cajal’ Jesús Balado y el estudiante de doctorado Juan Carlos Navares— se trasladó al Ártico con sistemas LiDAR y de realidad virtual o aumentada. «Con ellos generamos modelos y volumetrías de los edificios e identificamos los materiales con los que están construidos, madera o metales, y también sus diferentes componentes», detalla Arias.

«Otro de los socios, el instituto de investigación finlandés VTT utiliza sensores de imagen hiperespectral para detectar el estado de los materiales. Es decir, nosotros obtenemos el indicador de cantidad y ellos el de calidad. Y la empresa suiza Screening Eagle aplica sensores GPR para identificar elementos ocultos, no visibles. Con todas estas medidas, podremos hacer una estimación sobre niveles de reutilización y reciclaje, de cómo rehabilitar minimizando el impacto», explica Arias.

Vista general de Longyearbyen, el asentamiento humano más septentrional del planeta.

Vista general de Longyearbyen, el asentamiento humano más septentrional del planeta. / Cedida

«El viaje fue largo y complejo de organizar, pero la experiencia ha sido muy interesante para nosotros. El trabajo de campo se hizo ahora porque entre noviembre y febrero es de noche permanentemente y están cubiertos de nieve. Junio y julio son los meses más cálidos, con máximas de 5 ºC, y es de día durante las 24 horas», describe el líder de GeoTech.

Laboratorio internacional sobre los efectos del cambio climático

Recuerda además que Svalbard se ha convertido en un punto de interés internacional en el que científicos de todo el mundo estudian el cambio climático y su aceleramiento desde diferentes perspectivas: «El retraimiento de los fiordos es uno de los cambios más evidentes, pero también hay muchos indicadores en la flora y la fauna. Nosotros fuimos a estudiar cómo la pérdida del permafrost está afectando a la habitabilidad».

Antes de viajar hasta el círculo polar ártico, los expertos vigueses también trabajaron en los otros dos casos piloto representativos de las zonas climáticas europeas. Se trata de la transformación de una nave industrial en viviendas y de la remodelación del entorno de Anoeta en San Sebastián, y del rediseño de un conjunto de edificios en un área industrial de La Haya (Países Bajos).

El reto final es conseguir reducir los residuos de construcción y demolición, que suponen el 40% de todos los generados en Europa: «En este primer año de proyecto ya hemos hecho el 80-90% del trabajo de campo. Y, a partir del verano, empezaremos con el procesamiento de toda la información».

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