El «lado oscuro» de los piropos de los adolescentes

Un estudio de la UVigo basado en más de 300 encuestas a jóvenes de 14 a 18 años concluye que la cosificación, la ciberviolencia y el sexismo hostil forman parte de sus relaciones socioafectivas

Inicio de curso en un instituto vigués.

Inicio de curso en un instituto vigués. / Marta G. Brea

Sandra Penelas

Sandra Penelas

Vigo

Los piropos constituyen la forma de acoso sexual «más común y normalizada» en sociedades occidentales como la española. Y esta cosificación de la mujer ya empieza en la adolescencia, incluso antes. Además, las redes sociales se han convertido en un nuevo espacio para perpetuarla y el 60% de los jóvenes intercambian durante sus relaciones fotos, vídeos o comentarios centrados en el atractivo físico o sexual de su pareja.

Conscientes de esta realidad, las investigadoras de la UVigo que hace unos años ya lideraron un proyecto pionero sobre el sexismo benevolente de los piropos financiado por el Ministerio de Ciencia acaban de publicar otro novedoso trabajo centrado en los adolescentes. Su investigación concluye que la cosificación a través de los halagos, la ciberviolencia en las relaciones y el sexismo hostil forman parte de las relaciones socioafectivas de los jóvenes y abogan por un sistema educativo basado en la igualdad y que impulse «una educación sexual integral».

Las autoras del trabajo –María Lameiras, Yolanda Rodríguez y Rosana Martínez– pertenecen a la Facultad de Educación y Trabajo Social de Ourense y acaban de publicarlo en la revista Behavioral Sciences bajo el título «El lado oscuro de lo s cumplidos de los chicos a las chicas: Explorando su relación con el sexismo y la ciberviolencia hacia las parejas íntimas».

Su objetivo era conocer la frecuencia con la que los chicos «elogian» a las chicas, si creen que a ellas les gustan sus halagos y si consideran que la sociedad espera de ellos ese comportamiento. Y sus resultados se basan en las encuestas on line realizadas por 316 adolescentes varones heterosexuales de entre 14 y 18 años.

La investigación concluye que la frecuencia con la que los jóvenes «elogian» a las chicas es similar a lo observado en estudios con adultos. Sin embargo, los entrevistados más jóvenes, de 14 a 16 años, emiten con mayor frecuencia mensajes que cosifican a las mujeres frente a los mayores. Y también tienen una mayor percepción de su impacto positivo, es decir, creen que a ellas les gusta que las halaguen porque así creen ser apreciadas.

Un "resultado alentador": estarían dispuestos a dejar de hacer estos comentarios

Este convencimiento puede desembocar en «interpretaciones erróneas» en sus relaciones con las mujeres y, esto, a su vez puede llevar a la violencia sexual. Sin embargo, las investigadoras de la UVigo subrayan como un «resultado alentador» de su estudio que los jóvenes, independientemente de su edad, estarían dispuestos a dejar de hacer comentarios sobre el cuerpo de las mujeres si ellas les comunicasen su incomodidad.

Otro resultado de la investigación, en la misma línea de estudios nacionales e internacionales anteriores, es que los chicos más jóvenes de la muestra tienen mayores niveles de sexismo hostil –tono negativo, consideran a las mujeres inferiores a los hombres– y benévolo –tono positivo, creen que las mujeres son diferentes y que es necesario cuidarlas y protegerlas–. Y, como consecuencia, realizan más ciberviolencia hacia sus parejas mediante cibercontrol, celos en línea y comportamientos intrusivos en línea.

«Nuestros jóvenes siguen reproduciendo estereotipos de género que se reflejan en sus actitudes sexistas y que con frecuencia terminan materializándose en violencia contra su pareja, tanto en línea como fuera de ella, especialmente a través del cibercontrol», advierten las autoras en el artículo.

Los resultados también permiten establecer que los chicos que hacen más comentarios sobre el cuerpo de las mujeres muestran mayores niveles de sexismo hostil y benévolo, ejercen un mayor cibercontrol de la pareja y muestran mayores celos y comportamientos intrusivos en línea.

Las autoras señalan cómo los resultados deberían llevar a la sociedad a reflexionar por qué los adolescentes, tanto hombres como mujeres, realizan comentarios sobre el cuerpo de ellas. Indican que en estas etapas, caracterizadas por la construcción de la identidad y las primeras relaciones socioafectivas y sexuales, las adolescentes están siendo educadas mediante un proceso de socialización diferencial basado en estereotipos de género. Ellos adoptan una posición de poder y ellas aprenden a asumir un rol de sumisión y pasividad en el que «su valor se define principalmente por su apariencia física».

Las investigadoras consideran «fundamental» que se fomente «el pensamiento crítico» de los adolescentes «sobre las consecuencias negativas de las conductas de cosificación sexual del cuerpo de las niñas y mujeres para erradicar estas prácticas sexistas y violentas en las relaciones interpersonales». Y esto incluye centrarse en «las formas más sutiles de cosificación» como los comentarios halagadores o placenteros, especialmente si provienen de la pareja porque resulta más difícil identificar las consecuencias negativas «y combatir las conductas de violencia sexual».

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