Mayores de Teis, «atrapados» en sus casas al no tener acceso al ascensor

Decenas de vecinos de un edificio de Sanjurjo Badía esperan desde marzo por la obra para instalar un salvaescaleras

Los albañiles eliminaron la rampa que había y no volvieron

Vecinos de Sanjurjo Badía 104, ante las escaleras y la obra empantanada.

Vecinos de Sanjurjo Badía 104, ante las escaleras y la obra empantanada. / Alba Villar

En el número 104 de la calle Sanjurjo Badía, en Teis, hay unas 48 viviendas. La mitad de los residentes, unos treinta, son mayores (entre setenta y noventa años), tienen problemas de movilidad o alguna enfermedad neurológica como Párkinson que dificultan su día a día. En el edificio había instalada una rampa que permitía a todos ellos salvar un tramo de once escaleras y acceder a los dos ascensores con los que cuenta la construcción. Con el paso de los años, sin embargo, esa rampa dejó de ser operativa, presentaba un importante deterioro y la comunidad aprobó encargar a la misma empresa que gestiona los elevadores la construcción de una plataforma para evitar esos escalones. Eso sucedió hace catorce meses.

Tras una larga espera, el pasado marzo se presentó un albañil para empezar con las obras. Y ahí empezó la pesadilla para estos vecinos de Teis. El operario quitó la rampa y dijo que le faltaban unas piezas para poder instalar la plataforma elevadora. Desde entonces, hace ya tres meses, no ha regresado, dejando al edificio sin rampa y sin el salvaescaleras encargado, y por tanto las personas mayores y con problemas de movilidad no pueden acceder al ascensor y se ven abocadas a «quedarse encerradas» en sus casas salvo que algún familiar o vecino acuda a ayudarlas.

«Mi mujer está en una silla de ruedas, tiene 82 años y debe acudir a un centro de día, y esto nos hace la vida imposible», lamenta Camilo Simón, que lleva más de cuatro décadas viviendo en este edificio.

La comunidad de propietarios ha llamado en numerosas ocasiones a la empresa encargada de acometer estas obras y la única respuesta que reciben son nuevos plazos que se van incumpliendo constantemente aludiendo que les faltan unas piezas y que el fabricante no les manda el material que necesitan. Hay que tener en cuenta además que, al contratar la obra hace catorce meses, se acordó el pago de la misma a plazos mediante cuotas aportadas por todos los vecinos. Los 30.000 euros presupuestados están casi en su totalidad abonados, pero están peor que antes de pagarlos, pues les han quitado la rampa que tenían sin instalar el salvaescaleras que la sustituiría y que permitiría el acceso al ascensor, que no llega hasta la planta baja.

«Estamos desesperados y dispuestos a llegar hasta el final para que la empresa se haga responsable de esta situación, que es kafkiana», advierte Camilo Simón. Una de las opciones que están valorando seriamente es presentar una denuncia y que un juez intervenga para sancionar y conminar a la compañía contratada a que acometa de una vez las obras por las que han pagado.

«Lo que está pasando no tiene ningún sentido. Muchos vecinos tienen problemas de movilidad y otros están en edad ya de empezar a tenerlos. Hay algunos que se mueven con bombona de oxígeno y es que no pueden salir de sus casas», añade Simón.

Hay numerosos edificios de Vigo que tienen problemas de accesibilidad. En este caso, el problema lo creó una empresa contratada en teoría para mejorar lo que había, cambiando una rampa que estaba muy deteriorada por una plataforma que permitiese salvar los once escalones que separan la entrada del inmueble de los dos ascensores. La obra quedó empantanada y junto a la escalera el albañil que acudió el pasado marzo dejó distinto material de construcción, bloqueando la entrada y la salida a los vecinos con movilidad reducida, especialmente para aquellos en silla de ruedas, que no tienen forma de llegar al portal desde el ascensor y viceversa.

La obra, en teoría una actuación simple como la instalación de una plataforma para salvar los once escalones, se contrató hace ya más de un año. Los residentes pensaron que sería una actuación rápida porque además la empresa a la que se la encargaron es una conocida firma de ascensores.

«Se lo contratamos porque es la marca de los elevadores que tenemos. Lo que no pensamos fue que nos iban montar semejante esperpento», clama Camilo Simón.

Aunque no conocen la causa real de tanto retraso, los vecinos no se creen que sea porque faltan unas piezas. «Y si es así, que hubiesen dejado la rampa hasta que llegasen», sentencian.

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