Los «trastornos de identidad sexual» crecen más de un 1.400% en Vigo
El área aglutina más del 34% de todos los casos registrados en Galicia desde 2016 según el Observatorio Feminista Galego | El porcentaje de mujeres casi iguala al de hombres

Manifestación LGTBI en el Orgullo del año pasado en Vigo. | Adrián Irago
El Observatorio Feminista Galego solicitó al Servicio Galego de Saúde (Sergas) en mayo de 2024 los datos sobre los diagnósticos de disforia de género registrados en el sistema de salud gallego en la última década. La información les acabó llegando en diciembre y se refiere a «altas hospitalarias con trastornos de identidad sexual como diagnóstico principal o secundario». Es decir, se reducen únicamente a aquellos que requirieron ingreso hospitalario.
Teniendo en cuenta esos datos, entre 2016 y 2024 el número de personas dadas de alta por «trastorno de identidad sexual», el término que se utiliza en el sistema sanitario de la comunidad, en el conjunto de Galicia, fueron 593. El área de Vigo encabeza las cifras, aglutinando el 34,4% de todos los pacientes, teniendo en cuenta tanto hospitales públicos como privados, en este caso Vithas y Ribera Povisa, «donde el Sergas ha derivado un número creciente de personas en los últimos años».
En el caso de Vigo, precisamente, se observa una enorme evolución, pasando de solo tres casos diagnosticados en 2016 a 46 en 2024, es decir, un incremento de un 1.433,33 %. En las conclusiones, el informe del Observatorio Feminista Galego advierte precisamente de una fuerte concentración geográfica: «Vigo no solo lidera en cifras absolutas, sino que también muestra un crecimiento exponencial preocupante en los últimos años».
En los datos que ha facilitado a FARO el Observatorio Feminista Galego a partir de información del Sergas, consideran relevante que «los cincos casos registrados en estos ocho años sin identificación de sexo, los clasificados como indeterminados en los datos entregados por la Consellería de Sanidade, provienen de Vigo, todos de centros privados: Povisa y Vithas».
En los últimos años, además, se ha ido igualando el porcentaje de hombres y mujeres que rechazan el cuerpo con el que nacen y que empiezan un proceso de transición. «Hace años, los casos de mujeres eran residuales, pero ahora eso ha cambiado. Cada vez hay más niñas que no quieren ser mujeres», asegura la presidenta del Observatorio Feminista Galego, Diana Barcia.
Desde esta entidad advierten que hay más casos que los oficialmente registrados en este informe, ya que el Sergas solo ha facilitado números de personas trans que fueron hospitalizadas por algún motivo relacionado con su tratamiento y que se ajustan al rango de edad de entre 15 y 44 años.
Diana Barcia advierte que se dan casos de personas que rechazan su cuerpo desde muy pequeñas que se producen autolesiones por la situación de opresión que viven. Pero no solo eso. «Hay mujeres sanas y jóvenes que se someten a masectomías y que están sufriendo menopausias precoces», añade, yendo más allá y asegurando que hay «una pandemia invisibilizada, la de las niñas que no quieren ser mujeres».
En las conclusiones del informe, el Observatorio Feminista Galego apunta precisamente a un aumento entre las operaciones de mama y pared torácica, además de aquellas orales para el cambio de voz e intervenciones sobre el aparato genital y perineo, estas últimas siendo derivadas a servicios de salud de otras comunidades autónomas.
Otra de las conclusiones que aporta el estudio es que esos incrementos tan acentuados en el número de casos son «característicos de epidemias», es decir, enfermedades que se transmiten por contagio, pero con un patrón de evolución que se ha observado también «en trastornos mentales como la anorexia nerviosa o los suicidios entre adolescentes que silenciosamente han aumentado progresivamente en la última década».
El Observatorio Feminista Galego considera que todas estas afecciones mentales tienen causas y trasfondos multifactoriales, pero son predominantemente una forma de encauzar la falta de ayuda ante cuadros de ansiedad y depresión en adolescentes agravados por el abuso de redes sociales. «Estamos hablando por tanto de un contagio social. Es algo que no solo se minimiza, sino que también se celebra. A nadie parece alertarle que en cada clase se declaren varios casos de menores trans y no binarios», concluyen.
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