El último videoclub de Vigo en pie

Hay tantas plataformas que ofrecen tantos contenidos que a veces uno pasa más tiempo eligiendo la película que disfrutando de ella. Es la llamada fatiga de decisión, un término acuñado por el psicólogo social Roy F. Baumeister. Problemas del presente, todo va más rápido y se adquiere con menos esfuerzo. Hasta hace no tanto la forma de ver cine obligaba a salir de casa, o para acudir a las salas o para ir al videoclub del barrio. Poco queda a esta última costumbre: está casi en extinción. En Vigo solo permanece uno abierto. Hace tres años había cuatro funcionales, pero ya no hay nostálgicos suficientes para mantener «tantos» videoclubs. El último superviviente es Krypton, en el número 49 de la calle Florida.

Entrar en el establecimiento supone viajar al pasado. Abrieron en el 86 y parece que poco cambió desde entonces. La luz entra tenue por las ventanas y apenas ilumina las pareces celestes. No hay decoración más allá de las que aportan las propias películas, colocadas en orden en estanterías móviles. Las primeras ofrecen las novedades, los estrenos que salieron recientemente del cine. Cónclave, Dream Scenario o Nosferatu son algunos de los filmes que te puedes llevar a casa durante dos días, por dos euros. Los precios son populares. En las plataformas, el alquiler de un estreno oscila entre los 4,99 y los 12,99 euros.

Además de la oferta de préstamo, detrás están dispuestas las carátulas para vender, mejores y peores. Algunas cubiertas perdieron el color de hacerse esperar, son títulos poco memorables como Loco por la novia o Cómo acabar sin tu jefe 2. Telefilmes y comedias románticas descatalogadas. Pero, entre películas protagonizadas por Jennifer Aniston y Hugh Grant, también hay algunas joyas. En la parte de atrás se pueden encontrar clásicos, difíciles de hallar online. El propietario del negocio, Antonio Pombo, explica que uno de los clientes potenciales son los cinéfilos que acuden buscando estos productos, van a por algo concreto o a dejarse aconsejar. El dueño se confiesa fan de Kubrick, Nolan y Scorsese, pero se adapta al consumidor.

Otro de los grupos que permite a Krypton subsistir es el de los coleccionistas. Desde que tienen opciones a la venta, comenzaron a acudir en busca de tesoros. Pombo incluso funciona como intermediario para encontrar los títulos más inaccesibles: «Me hacen encargos y yo los consigo, a veces hasta tengo lista de espera», cuenta.

Pero, entre su clientela, también hay «de todo un poco», la gente del barrio sigue animándose a ir. El dueño confiesa que en verano menos, el videoclub es un negocio más invernal. Un mes un poco lluvioso puede tener hasta 300 clientes a la semana que van para alquilar algo recién salido del cine. Aunque de la nostalgia se vive, con el tiempo tuvo que añadir algunas opciones extra. Vende productos de alimentación y es un punto de recogida de Amazon.

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