Entrevista | Lucio Martínez Profesor de Historia en el IES Valadares
«En Vigo, el Patronato vendía la mano de obra de las internas a conserveras y a determinadas casas para servicio doméstico»
El historiador imparte una conferencia en el Ateneo Atlántico sobre la incidencia del Patronato de Protección a la Mujer en la ciudad

El profesor e historiador vigués Lucio Martínez. / FdV

Empleado como un férreo mecanismo de control y represión sobre jóvenes que desafiaban el modelo de «buena mujer» erigido por el franquismo, el Patronato de Protección a la Mujer fue una institución que también actuó en Vigo, un hecho que el historiador y profesor Lucio Martínez analizará esta tarde en el Ateneo Atlántico, en donde impartirá una conferencia a partir de las 19.30 horas.
-¿Cómo operaba el Patronato de Protección a la Mujer en Vigo?
-El Patronato tenía externalizadas sus funciones a bastantes órdenes religiosas, probablemente a unas 900, y también mediante la gestión que hacían de esa externalización las juntas provinciales y locales. El comportamiento de cada junta tenía algunos elementos de singularidad, no tanto en cuanto al tipo de disciplina interna, sino en el tipo de explotación laboral que se practicaba con las patronadas. De forma sistemática, el trabajo que realizaban en los centros eran tareas vinculadas a la costura, por ejemplo, y en los años 60, con los coleccionables, las obligaban a trabajar metiendo estampitas, pero en Vigo detecté que también trabajaban en el exterior, es decir, vendían su trabajo en conserveras y en el servicio doméstico de determinadas casas. En los años 60 surge una nueva burguesía en Vigo, ya no ligada a la industria, sino al sector servicios, aumenta la población, y muchas familias acuden al Patronato para que les provean chicas para el servicio doméstico. Y las conserveras igual. Fue un sistema represivo sin parangón, porque duró 44 años en España, ya que empezó a operar en 1941 y no se desmanteló hasta 1985. Estamos hablando de un período de supervivencia en la etapa democrática de 10 años, y en Vigo, por ejemplo, proporcionaba mano de obra barata y aún por encima se quedaban con parte del salario que recibían estas jóvenes.
-¿Y cuál era el perfil de las patronadas en la ciudad?
-Eso estaba regulado por una legislación nacional: eran jóvenes de entre 16 y 25 años y los motivos de reclusión eran variadísimos. Aunque en principio surge como una reactivación de lo que se llamaba la lucha contra la trata de blancas, lo cierto es que, de forma general en todas las provincias, solo entre el 7 y 10% de las internadas forzosamente eran prostitutas, el resto eran jóvenes consideradas «rebeldes». Muchas veces el internamiento lo solicitaban los propios padres, porque eran chicas que fumaban o que mostraban emociones desacomplejadas en espacios públicos. Existía una especie de cuerpo pseudofuncionario que las vigilaban, todos los patronatos tenían las denominadas visitadoras, cuya función era ir buscando en cines, en bailes, en lugares de diversión, a chicas con comportamientos que podían ser motivo de internamiento.
-¿Se conoce la cifra de mujeres patronadas en Vigo?
-El número exacto no sé si algún día se llegará a saber, porque toda la documentación que existe en los archivos provinciales está incompleta, fraccionada, ha sido expurgada. En la sede del Patronato Nacional, en el año 1996, había constancia de 3.000 cajas, un volumen documental enorme, pero la mitad desapareció. La excusa que se dio fue que se había producido una fuga de agua y que la documentación no era consultable. En Galicia, que yo sepa, solo hay documentación en dos provincias y está fraccionada, la de Vigo también.
-Como docente en un instituto vigués, ¿traslada estas investigaciones locales al alumnado?
-En Valadares tenemos desde hace años actividades relacionadas con la memoria histórica y precisamente la semana pasada dimos una charla sobre el Patronato, porque hay mucho desconocimiento, por ejemplo, de esa explotación laboral de las chicas, que incluso muchas de las que trabajaban en el servicio doméstico eran abusadas por los padres e hijos de la familia y escapaban. Con ayuda de policías y Guardia Civil, las visitadoras las localizaban y se hacían revisiones ginecológicas porque, sin informe exacto, en muchos hogares no las querían de vuelta. El Patronato también sirvió para que algunos ginecólogos conocidos en Vigo cobraran sus sueldos por ese trabajo y las propias visitadoras también cobraban dinero, pidiendo continuamente subida de sueldos. Por otra parte, policías nacionales normales y corrientes, además de su sueldo, recibían una fuente provisional de ingresos, por lo que del Patronato se beneficiaron bastantes sectores de la sociedad, no solo órdenes religiosas. Esto conviene que sea conocido por los chavales, especialmente por ellos, que son los que más se dejan manipular por la toxicidad y el negacionismo de las redes sociales. Ellas tienen mayor conciencia o más ganas de saber y capacidad para detectar los mensajes precocinados que van dirigidos a manipular.
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