Estas son las 32 plantas y hongos letales que te puedes encontrar paseando por el campus de Vigo

El campus de la Universidade de Vigo es rico en flora y funga, tiene hasta 768 especies diferentes en una extensión equivalente a 186 campos de Balaídos. Su riqueza lo hace interesante para el estudio, pero también como espacio de disfrute. Sin embargo, si no se conoce, pasar tiempo en la naturaleza no debe ir acompañado de echar mano de lo que vemos a nuestro alrededor: puede ser peligroso o incluso letal.

Carlos Cabrera cursó el grado de Biología entre 2016 y 2020, cuando la pandemia apareció por sorpresa y truncó sus planes finales. Tenía pensado hacer su TFG recopilando todas las plantas y hongos tóxicos a modo de herbolario, saliendo al campo, de forma presencial. Pero no pudo ser. Cuenta que siempre le gustaron los venenos y sus antídotos, personajes de ficción como Poison Ivy despertaron desde niño su interés por la botánica. María Luísa Castro, catedrática en este ámbito, fue su guía para seguir adelante pese al covid. Era uno de los últimos proyectos que iba a tutorizar (ahora ya está jubilada). Alumno y maestra cambiaron de estrategia y Cabrera elaboró un completo y nutrido catálogo de todo lo que se podía encontrar en Lagoas-Marcosende tirando de bibliografía.

Como resultado, contabilizó un total de 102 plantas y 30 hongos tóxicos, un 17,2% del total. Algunas son tóxicas de forma «leve» y una treintena pueden ser letales. De estas, diez solo requieren una pequeña cantidad para desencadenar los efectos más graves.

Ejemplo de peligro es la Digitalis purpurea o dedalera, muy comunes en Galicia y de aspecto colorido. Contiene compuestos que se emplean para tratar enfermedades cardiovasculares, pero su ingesta en crudo podría producir bradicardias, arritmias o un paro cardíaco.

«Otra que se ve a menudo es la adefga, Nerium oleander, que se usa en jardines o rotondas, y puede ser tóxica solo con el contacto. Después de manipularla hay que lavarse las manos urgentemente», apunta Cabrera.

También destaca la Datura stramonium y la Taxus baccata, conocida como tejo negro. «Mi padre siempre me decía que se comía sus frutos rojos de pequeño. Es una ruleta rusa, hay que tener cuidado con lo que uno se lleva a la boca por lo que pueda pasar», dice Cabrera.

Por otra parte, en el mundo de los hongos son ocho los que preocupan. La Amanita pantherina y la Amanita phalloides, muy venenosas, actúan sobre el hígado y los riñones causando un fallo hepático tras un par de días. También la Entoloma serrulatum, la Helvella cupuliformis, Helvella lacunosa o la Helvella leucomelaena, entre otras.

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