Ellas dirigen los colegios de Vigo: «No hay día que no pregunten por el director»
El 72% de los centros educativos tiene una mujer al frente, circunstancia que todavía causa extrañeza: «Es un cargo muy encasillado; esperan a un hombre veterano y no a alguien joven»

De izq. a der., Malores Villanueva, Laura Torrado, Estefanía Martínez-Brocal, Asunción Portela, Pilar Álvarez, Sonia Bendaña y Ana Laura Fernández, directoras o vicedirectoras de colegios, institutos, escuela de idiomas y centros de Formación Profesional en Vigo / Alba Villar
Sobre sus hombros descansa la educación de las próximas generaciones. Y es que cuando aprobaron su oposición, estas profesoras no imaginaban que además de dar clase, acabarían gestionando los colegios en los que crecen, se desarrollan y se forman los profesionales (y las personas) del futuro.
Esta semana, el Ministerio de Educación reveló que el 72% de los centros educativos de Vigo y resto de puntos de la provincia están liderados por una mujer, circunstancia que todavía causa extrañeza en más de uno. «No hay día que no llamen al colegio y pregunten por el director; yo ya salgo y les digo, hoy el director no les podrá atender, y a veces ya con cierta rabia. Porque te ven a ti y dicen «¿Ah sí, eres tú la directora?» Creo que es un cargo todavía muy encasillado», cuenta Pilar Álvarez, directora del CEIP Párroco Don Camilo, quien junto a Ana Laura Fernández (directora del CEIP A Doblada), Asunción Portela (directora del CEIP Igrexa-Candeán), Estefanía Martínez-Brocal (directora del CPR Aloya), Laura Torrado (directora de la Escuela Oficial de Idiomas), Malores Villanueva (vicedirectora del IES Álvaro Cunqueiro) y Sonia Bendaña (vicedirectora del CIFP Manuel Antonio) hablaron con FARO sobre los «prexuizos» que giran el torno al cargo de mayor rango en un centro, colegio o instituto y los retos acuciantes del sistema educativo.
Imagen anticuada
«Creo que la imagen de director está bastante anticuada; se esperan a un hombre veterano, o incluso autoritario y ven a una mujer, y joven, y todavía genera sorpresa», explica Ana Laura Fernández, que lleva dos años de directora. Pilar Álvarez todavía va más allá. «Yo soy profesora de Educación Física y voy muchas veces al colegio en chándal porque es mi trabajo y varias veces me insisten en hablar con el que manda», lamenta.
Exceso de burocracia
Las siete directoras o vicedirectoras coinciden en señalar el exceso de burocracia como el gran handicap que conlleva el cargo. «Muchísimo papeleo, muchísimas memorias, muchísimas justificaciones... Y no es un periodo concreto, esto lo tenemos a lo largo de todo el curso», relatan en conjunto. Pese a esta coyuntura, tratan de no perder el contacto diario con el alumnado. «No nos debemos desvincular de la docencia; entender lo que pasa en el centro y lo que le ocurre al alumnado es muy importante a la hora de gestionar servicios o reclamar necesidades», narra Asunción Portela.
A pesar de contar con una carga lectiva elevada sumada a la gestión del centro, no renunciarían a ella. «Dar clase para min é un balón de osíxeno. Os mércores teño tres horas de clase e é o mellor día da semana. Ademais xeras unha confianza co alumnado, saben que estás no equipo directivo e trasmíteslle unha certa empatía», expresa Malores Villanueva. «Los alumnos son los que me recuerdan que todavía soy profe, porque a veces en el día a día, la burocracia te hace olvidar el porqué empezaste», esgrime Laura Torrado.
Enamoradoras todavía de su profesión, sí se muestran contrariadas ante la pérdida de autoridad que padecen las y los profesores. «Esa una figura que ya no tiene el respeto o la autoridad que tenía antes; ahora vemos constantes pérdidas de respeto, padres o madres que te discuten y te protestan por todo, y eso solo hace sobreproteger al alumno» , valora Ana Laura Fernández.
Para Estefanía Martínez-Brocal, directora de un centro de FP, esto se traduce en una falta de madurez y autonomía del estudiante. «Nosotros tratamos con adultos y no es la primera vez que vienen acompañados por los padres, o incluso a las empresas», argumentación con la que coincide Sonia Bendaña. «Muchas veces esta sobreprotección no ayuda a que sean más seguros o independientes», subraya esta vicedirectora .
Aunque ejerzan el cargo en diferentes tipos de centros y en niveles educativos distintos, todas sienten la educación como un conejillo de indias. «Parace que todo tiene que caber en la educación; ¿que está de moda la IA? pues la metemos en los colegios y no todo tiene porqué tener cabida en la educación», coindicen las directoras, reclamando mayor poder de decisión ante las administraciones. «Nos meten muchas cosas con calzador sin saber si de verdad las necesitamos» , concluyen .
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