El asombroso noveno brazo de Salvador

El IIM-CSIC documenta en Ibiza el primer caso de un pulpo salvaje con una extremidad bifurcada y con ambos apéndices totalmente funcionales

Documentan un pulpo con nueve brazos funcionales en Ibiza.

R. V.

Sandra Penelas

Sandra Penelas

Vigo

Que un pulpo pierda uno de sus ocho brazos por el voraz mordisco de una morena o un congrio es habitual. Que sea capaz de regenerarlo por completo en unos meses, también. Incluso se ha descubierto a lo largo del planeta algún que otro ejemplar, eso sí, ya sin vida, con nueve brazos. Pero el caso de Salvador resulta asombroso porque es el primero en su hábitat natural con una extremidad bifurcada y además totalmente funcional. Y no se queda ahí, como ejemplo de su excepcional adaptación, utiliza ambos apéndices para tareas diferentes y más o menos arriesgadas, desde alimentarse a explorar su entorno.

El descubrimiento casual de este ejemplar de Octopus vulgaris en aguas de Ibiza y su seguimiento a lo largo de 147 días permitió a los investigadores del grupo Ecobiomar del IIM de Vigo y del Oceanográfico de Baleares, ambos centros del CSIC, disponer de más de diez horas de grabaciones. Y a través del análisis exhaustivo con un software de observación de comportamiento animal y, posteriormente, con métodos estadísticos se identificaron hasta 2.000 eventos de comportamientos diferentes.

Unos sorprendentes resultados que también generan cuestiones de interés para la neurociencia, la medicina regenerativa o la robótica. «Dos tercios de las neuronas de un pulpo se encuentran repartidas en los brazos. Nosotros hemos descrito el comportamiento, pero a nivel neuronal se plantean muchas dudas que pueden tener repercusiones en esos campos. Por ejemplo, cómo asume toda la información extra que le llega desde ese noveno brazo. Es apasionante», destaca Jorge Hernández Urcera, del grupo Ecobiomar y coautor de este trabajo, publicado en la revista Animals, junto con Ángel González y Sam Soule (IIM), Manuel Cabanellas (IEO) y Hidde Juijn, fotógrafo submarino afincado en Ibiza.

Foto de Salvador que muestra el brazo bifurcado en una etapa temprana de crecimiento

Foto de Salvador que muestra el brazo bifurcado en una etapa temprana de crecimiento / Hidde Juijn

Fue este último el que descubrió a Salvador en una zona de aguas someras y los expertos del IIM, con los que colabora desde hace años, le plantearon realizar el seguimiento. El ejemplar, un individuo solitario y rebautizado así porque sus pequeños apéndices bifurcados en los primeros momentos de crecimiento se enroscaban como el bigote de Dalí, siguió haciendo gala de su afabilidad y mostrando su comportamiento habitual ante la cámara durante cinco meses.

Los investigadores de Ecobiomar le propusieron al norteamericano Sam Soule, que realizó el año pasado una estancia en el IIM como alumno del International Master of Science Marine Biological Resources (IMBRSea), que analizase las valiosas imágenes como trabajo final. Sus esfuerzos no solo le valieron la máxima cualificación, sino que ayudaron a mejorar el software BORIS de la Universidad de Torino, que él aplicó por primera vez a animales marinos.

Espécimen inusual

Salvador perdió el brazo más cercano a sus ojos por su derecha (R1) y, en su lugar, regeneró un miembro bifurcado (R1A y R1b) que alcanzó la misma longitud que el resto. En los poquísimos casos similares reportados hace más de 50 años, solo uno de esos apéndices llegaba a ser funcional, mientras el otro quedaba como un muñón. Pero el pulpo ibicenco era capaz de utilizar ambos y además de forma diferente.

Al principio, probablemente por su memoria a largo plazo asociada al dolor, el pulpo recurría a los brazos regenerados para tareas cercanas al cuerpo como manipular bivalvos para alimentarse. Pero, a medida que crecían, también empezó a aplicarlos en actividades más peligrosas como explorar. «El pulpo aprendió a convivir con un brazo más. Y lo curioso es que lo hacía de forma diferente, porque el 1b lo usaba en tareas más arriesgadas que el 1a», apunta Urcera.

Los vídeos revelaron otros comportamientos inéditos: «No es habitual que un pulpo cruce los brazos en forma de equis. Y Salvador aprendió a hacerlo cuando los apéndices todavía eran pequeños para evitar que las presas se le escapasen por ese hueco cuando las abrazaba. Y también lo hacía cuando estaba en su guarida».

La idea de los investigadores era capturar al pulpo tras el seguimiento para realizar estudios genéticos sobre el origen de su bifurcación y los genes HOX implicados en malformaciones en crecimiento. Pero Salvador desapareció de un día para otro. Eso sí, después de brindar un gran servicio a la ciencia y protagonizar unas grabaciones unicas que podrían convertirse en un documental.

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