El naval virtual se dibuja en Vigo

De la flota de Nueva Pescanova al mayor oceanográfico de España, el «Odón de Buen». Una treintena de barcos han nacido en la sala VR de Ingemar, en la que ingenieros navales y armadores trabajan codo y que ha despertado la curiosidad de ministros de Pesca, Bureau Veritas o el Salón Náutico de Barcelona.

Arrancó como un experimento en una pequeña oficina de diseño naval y hoy se consolida como una herramienta de enorme utilidad para la industria. Desde su sede en Vigo, Ingemar lleva siete años dibujando toda clase de barcos desde la óptica de la realidad virtual y en colaboración directa con sus armadores. Un sistema que ha permitido concebir, desde 2018, una treintena de embarcaciones —entre pesqueros, barcos de acuicultura y de recreo— bajo un paradigma totalmente disruptivo: sumergir a sus futuros dueños en una experiencia inmersiva y personalizada. Y todo en un espacio de unos pocos metros cuadrados que exprime las nuevas tecnologías.

«Soy hijo de armador —esgrime Clemente Lage, CEO de la compañía—. Desde pequeño entendí que quien más sabe de un barco no siempre es el ingeniero, sino quien vive en él». De ahí que el principal objetivo de la firma sea «trasladar ese conocimiento al plano técnico», algo que logra gracias al uso de VR.

La semilla del proyecto germinó tras una visita al CIS Tecnoloxía e Deseño, en Ferrol, donde el equipo de Ingemar participó en una simulación que recreaba la Catedral de Santiago. La empresa ya trabajaba en 3D, permitiendo al armador observar el diseño del barco en pantalla y participar en el proceso, pero el salto cualitativo llegó una vez materializaron la inmersión total: «Cuando probamos las primeras gafas, lo vimos claro. Si podíamos meter al cliente dentro del barco antes de construirlo, daríamos un paso de gigante».

Visualización en realidad virtual (RV) del Ponta Matirre | VRDESIGN

Tras ensayar con software comerciales —pensados más para arquitectura que para ingeniería naval—, la compañía viguesa se decantó por desarrollar su propia aplicación. En 2019, con recursos propios y muchas horas de investigación, nació el programa que hoy utilizan. Programa que ha evolucionado con el tiempo.

«Creamos un entorno realista: un muelle virtual con grúas, fábricas, movimiento. En ese escenario colocamos nuestros diseños, y el cliente puede explorarlos como si estuviera allí mismo», explica Lage.

Muelle virtual diseñado 
por Ingemar en el 
que amarran sus 
barcos de acuicultura. 
|  FdV

Muelle virtual diseñado por Ingemar en el que amarran sus barcos de acuicultura. / FDV

La tecnología permite tomar decisiones clave desde una perspectiva inédita. Desde la disposición de la maquinaria hasta la ergonomía del puente de mando, cada pormenor se ajusta al gusto y necesidad del armador. «En un arrastrero, por ejemplo, el cliente puede coger una maquinilla y situarla donde considere. O en el puente, decidir dónde quiere cada equipo», indica el ingeniero.

La herramienta no solo mejora el diseño: fideliza. Y funciona como gancho comercial. El armador entra, ve su futuro barco a escala real. Lo entiende, lo vive.

De Pescanova al CSIC

Y así, las instalaciones se estrenaron hace siete años cumpliendo un hito, al ser su primer cliente Nueva Pescanova. «Compramos las gafas un lunes y el miércoles ya teníamos a sus técnicos en la sala», recuerda Lage. Desde entonces, el flujo de visitantes no ha cesado. Delegaciones extranjeras, como las que encabezaron los ministros de Pesca de Namibia o Angola, han pasado por este espacio inmersivo. También el personal del CSIC que se sumergió digitalmente en el Odón de Buen, el mayor buque oceanográfico español construido en Vigo por Armón.

Visualización en realidad virtual (RV) del Odón de Buen | VRDESIGN

El sistema ha viajado hasta París, donde fue presentado en la sede de Bureau Veritas, y ha sido instalado en ferias como el Salón Náutico de Barcelona, donde Ingemar simuló una isla para presentar su nueva línea de embarcaciones de recreo. Y es que esa es otra de las particularidades de esta cámara espacial: el entorno se ha ido adaptando según la tipología de cada embarcación. «No puedes mostrar un yate en un muelle industrial, así que creamos un paraíso con pantalanes flotantes para generar el contexto adecuado», explica el CEO. Esa misma flexibilidad la han aplicado también en el sector de la acuicultura, diseñando bateeiros únicos para el cultivo de mejillón. «En lugar de producir en serie, cada uno se hace a partir de un único molde que después rompemos», añade. Y así se garantizan que sean exclusivos.

Vista interior del puente 
de mando de uno de los 
diseños de Ingemar. |  FdV

Vista interior del puente de mando de uno de los diseños de Ingemar. / FDV

Diseño a fascículos

El proceso creativo suele implicar entre dos y cinco visitas. En la primera, los interesados exploran modelos prediseñados. «Es como ir a un concesionario multimarca», bromea Lage. En las siguientes, se trabaja sobre propuestas concretas, ajustando proporciones, maquinaria y distribución. Durante la construcción, ya en última instancia, la sala se utiliza para validar decisiones técnicas o resolver dudas puntuales. El récord lo ostenta un cliente que estuvo ocho horas puliendo detalles.

«Seguimos usando la realidad virtual durante todo el proceso. Si un cliente no sabe donde poner una bomba o un winche, preparamos esa zona y se la mostramos», explica el ingeniero naval. Además de abordar cualquier clase de nueva construcción, también aplican esta tecnología en proyectos de reforma. «El objetivo sigue siendo el mismo, que el armador se identifique con su futuro barco desde el minuto uno», evidencia.

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