El trago de agua que casi acaba con la vida de Pablo González: «En segundos noté que me quemaba vivo por dentro»
Pablo González, un empresario de 42 años, lleva 14 días hospitalizado con el estómago y el esófago quemados tras beber agua mineral con gas de una botella servida en un restaurante

Pablo González, ayer, en el Hospital Rivera Povisa, donde permanece ingresado desde el pasado 12 de abril. / Jose Lores

«¡Llevadme a Urgencias que me muero, me estoy quemando vivo por dentro!». Pablo González Domínguez, un empresario de Salvaterra de Miño de 42 años cumple hoy 14 días en el Hospital Ribera Povisa. Está ingresado desde el 12 de abril por las severas lesiones sufridas tras beber «un trago» de agua mineral con gas que acababa de echar en un vaso procedente de una botella que le sirvieron en un restaurante-tapería de Vigo. La intoxicación centra ya una investigación de la Policía Nacional para esclarecer lo ocurrido y causó a este hombre graves quemaduras en la parte baja del esófago y en el estómago que le impiden, desde entonces, ingerir alimentos sólidos ni líquidos por vía oral, por lo que está recibiendo nutrición parenteral por vía intravenosa.
Ocurrió un sábado. Pablo, dueño de la empresa Pixeralia del sector de la rotulación, fue aquel día con una pareja de amigos a una tapería del entorno de Pizarro. Eran casi las tres de la tarde: «Íbamos a comer. Nos dieron mesa y pedimos las bebidas. Yo pedí un agua mineral con gas». Le sirvieron una botella de una conocida marca. «Era una botella de cristal con tapa de rosca que venía cerrada. En ese momento no me puse a comprobar si estaba sellada, pero hizo el típico ruido cuando la abrí», cuenta. Echó «un chorro» en un vaso que tenía hielo y limón: «Y le di un trago, un trago pequeño. La primera sensación, lo que noté al instante, es que estaba muy gaseosa. Y al segundo o a los dos segundos ya me empezó a quemar en boca».
Este empresario recuerda que dio un salto en la silla. «¡Pero qué es esto!», soltó a sus amigos. «Miré hacia el vaso y vi que el líquido no era transparente, tenía un suave color amarillento. Cogí la Coca-Cola de mi compañero, le di un ‘tragazo’, y me dirigí al baño. La otra amiga que estaba tuvo que acompañarme, yo ya estaba cegado por el dolor, no veía nada... Bebí agua del grifo, toda la que pude, y al salir les dije que me llevasen a Urgencias, que me estaba quemando vivo por dentro», relata.
«Estoy con nutrición parenteral, no puedo ingerir por boca. Literamente tenía el estómago negro»
Dolor tremendo
Sus amigos lo llevaron al PAC ubicado en el antiguo Hospital Xeral, que estaba cerca, pero desde allí una ambulancia lo trasladó a Povisa: «El dolor era tremendo, no podía ni respirar. Al llegar no pudieron hacerme lavado de estómago, no era conveniente, y también me advirtieron de que no vomitase, que sería peor... Me pusieron calmantes para intentar mitigar, pero durante horas el dolor fue muy intenso. Empezó a calmarse a las seis o siete de la tarde».
Esa noche le hicieron una gastroscopia. «Tenía el estómago totalmente quemado. La doctora me dijo que estaba negro como una bolsa de basura que tenía a mi lado. También había quemaduras en la parte baja del esófago. Afortunadamente el agua que bebí [en el baño del restaurante] permitió que no se quemasen ni boca ni garganta. Tuve molestias al principio, me costaba tragar saliva, pero esas zonas ya curaron bien», explica este hombre, que no tiene más que buenas palabras para el equipo médico y de enfermería. «Estoy súper agradecido: se preocupan, me animan...», afirma.
Optimista
No puede ingerir nada por vía oral. Recibe nutrición parenteral, junto a calmantes y otra medicación. También lo trataron con antibióticos. «La sensación de hambre es tremenda», confiesa Pablo. Hoy le harán otra gastroscopia que desvelará si puede empezar a comer por vía oral o si los daños podrían dejarle secuelas: «Soy optimista. Espero que todo haya cicatrizado y que esto se quede en un susto. Si la prueba sale bien la próxima semana recibiría el alta».
Ahora que no tiene dolor, lo «peor» es estar «encerrado» en el hospital. «Yo, que llevo desde los 18 años sin parar...», dice. Estar atento a lo que le cuentan de su empresa, la lectura, el ajedrez, ver series o las visitas de sus amigos le ayudan. Y caminar. «Ando mucho por los pasillos. La gente me pregunta si estoy en una maratón. El domingo hice 20.000 pasos, lo equivalente a 14 kilómetros. Es lo que me ayuda a liberar la cabeza».
«Deben averiguarse las causas. ¿Y si esto le pasase a un niño? No puede volvera ocurrir»
Aunque inicialmente intervino la Policía Local, es la Policía Nacional la que asumió la investigación. Los agentes telefonearon a Pablo y concretamente los del grupo de la Científica fueron al hospital para coger la botella de agua mineral, que un amigo fue a buscar al restaurante: «En el primer momento ni nos acordamos de ella. La fue a buscar y ya estaba vacía». No trascendió si los policías requisaron el vaso, que fue de lo que bebió directamente este hombre.
Directivos de la marca de agua mineral visitaron al empresario y están en contacto telefónico con él. Hoy irá a verlo otra responsable de la planta junto al dueño del restaurante. «Se han mostrado muy cercanos», agradece este hombre, que ha puesto el caso en manos del abogado Ignacio P. Amoedo. «Deben averiguarse las causas y dirimirse responsabilidades. ¿Si esto le pasase a un niño? No puede volver a ocurrir», pide.
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