Cuando el sanitario necesita el diván
Los miedos y las angustias que los pacientes le transmiten a una oncóloga no se quedan en la consulta cuando apaga el ordenador al terminar el día. Ni la enfermera de HADO los olvida tras atender una casa. Son piedrecitas en su mochila emocional que la Asociación Española contra el Cáncer les ayuda a manejar.

La psicóloga Penélope Sanjurjo (izq.), junto a la oncóloga Lidia Tuña, en el Cunqueiro. | / P. H. Gamarra
A las dos les encanta lo que hacen y, si tuvieran que volver a elegir, repetirían. Andrea Rodríguez es enfermera en el Hospitalización A DOmicilio (HADO) y Lidia Vázquez Tuñas, facultativa de Oncología Médica del Complejo Hospitalario Uiversitario de Vigo (Chuvi). Y, aún así , trabajar de forma continua con el sufrimiento de la gente, lidiar a diario con la muerte, supone un desgaste personal importante. Para darles apoyo, cuentan con las psicólogas del Programa de Atención Psicosocial a personas con enfermedad avanzada y sus familias de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) y la Fundación La Caixa, que también tienen un ojo puesto en el bienestar de los sanitarios con los que colaboran. Es la ventana a la que se asoman para coger aire y continuar.
Entre el Cunqueiro y Povisa, un total de 19 sanitarios recurrieron en 2024 a este servicio en una intervención inicial y se hicieron 11 seguimientos. También están presentes en tres residencias —Bembrive, Doral y DomusVi Barreiro— en las que llevaron a cabo 17 primeras asistencias y 28 seguimientos. Sonia Cousillas, trabajadora social y directora de este programa, explica que colaboran con los profesionales en el manejo de los pacientes, pero además les dan asistencia a ellos si lo necesitan. Es «una línea estratégica».
Begoña Amaro Lois, psicóloga de la AECC que trabaja con HADO en el Cunqueiro, explica que «cuando te enfrentas tanto al sufrimiento y a la muerte, se produce el síndrome del profesional quemado». Para evitar que lleguen a ese punto, como comparten el día a día en la atención a pacientes, si ven a un profesional «sobresaturado» intentan intervenir asesorándole y ofreciéndole herramientas. Cuenta que suele coincidir con casos más complejos o en los que puedan sentirse más identificados. Les recomiendan que busquen «un equilibrio entre la empatía con el paciente y llevarse las cosas a casa». Les animan a un «autocuidado» en el que fomenten las actividades que les resulten placenteras, para contrarrestrar.
Hospital de día
La doctora Vázquez Tuñas trabaja en consulta de Oncología Médica del Álvaro Cunqueiro. Un servicio con una carga de trabajo muy alta, en constante crecimiento y que no se puede demorar. «Son muchos pacientes los que pasan por aquí, uno detrás de otro y, muchas veces, nos trasladan sus miedos, sus angustias... Y tú vas llenando tu mochila de esas piedrecitas y de las tuyas propias, de tu vida personal», explica. Por eso, cuenta que tiran mucho de Penélope Sanjurjo, la psicóloga de AECC que está con ellos en el hospital de día y con la que trabajan mano a mano en la atención de pacientes. Con esta «sobrecarga de trabajo y de estrés, no solo laboral, sino también emocional», considera que es « importante tener un apoyo psicológico al lado», que les ayude a gestionarlo.
Ella escogió Oncología porque cree que «es un sitio en el que puede «ayudar mucho a todo el mundo» y no solo con tratamientos. Lo disfruta y asegura que se ríe «muchísimo» con los pacientes. Pero igual que hay días que se siente «la reina del mundo» porque encadena revisiones estupendas; hay otros en los que le toca dar tres o cuatro malas noticias seguidas. «Cuando ya no puedes más, te vas allí y te sientas con Penélope, conversas y te desahogas un poco. Es una vía de escape», agradece.
Hospitalización a domicilio
«Todas, en algún momento, hemos recurrido a Begoña; es un apoyo importante», señala Andrea Rodríguez, enfermera en HADO y resalta que está «siempre a mano» para dar consejo. En atención domiciliaria las distancias con las familias se diluyen. «Acabas por crear cierto vínculo. Además, trabajan mucho con paliativos y hacen muchas sedaciones. «Es el trabajo de mi vida, me gusta ayudar a morir bien», asegura, pero reconoce que «se complica más cuando es gente joven». Y también sufre cuando ve sufrir; o siente rabia cuando, por ejemplo, una familia no sabe dejar marchar a alguien; o se ve reflejada en una madre joven... Y, en esos momentos, el apoyo psicológico es fundamental.
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