Entrevista | Pablo Iglesias Simón Director de la RESAD y presidente de la ACESEA
«Lo que reivindicamos las enseñanzas artísticas es que nos consideren normales»
Una ley aprobada en junio regula por primera vez las enseñanzas artísticas superiores. Les da un marco para lo que serán en las próximas décadas. Y los centros lo han logrado desde una unidad construida a base de encuentros como el que estos días reúnen en Vigo a todas las escuelas superiores de arte dramático de España.

Pablo Iglesias Simón. / Pablo Hernández Gamarra
Es director de la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD) de Madrid desde 2017, presidente de la Asociación Española de Centros Superiores de Enseñanzas Artísticas (ACESEA) desde 2022, consejero del Consejo Superior de Enseñanzas Artísticas desde 2023 y veraneante en O Morrazo desde hace tantos años que ni lleva la cuenta. Pablo Iglesias Simón (Madrid, 1977) está estos días en Vigo en el décimo encuentro de las escuelas de arte dramático de toda España.
-¿Para qué sirven encuentros como este?
Son fundamentales. Nos sirven para no sentirnos solos. Cosas prácticas que han salido de ellos son el Real Decreto de Especialidades de Arte Dramático, que llevaba parado siglos —hicimos el borrador y se lo enviamos al Ministerio— o la ley de Enseñanzas Artísticas. Sin estos foros, no hubiera salido. El ministerio nos dijo: “Si no os ponéis de acuerdo y no hay un buen ambiente entre vosotros, no lo hacemos”. También sirvió para que el arte dramático tenga la presidencia de la ACESEA, donde están música, danza, conservación y restauración y diseño. Y ha surgido un festival de escuelas. Tenemos un grupo de WhatsApp superactivo de Arte Dramático, pero también de la ACESEA, que son 69 centros. Muchas cosas de la ley las resolvimos por ahí. Tenemos una red que se fortalece con estos encuentros.
Y esto cristalizó en una ley de la que Moncloa presume como la educativa con más consenso de la historia.
Es gracias a esto. Hace una década era impensable, las propias escuelas estábamos enfrentadas.
-¿Por qué?
-Somos un ámbito complejo, con egos y fragilidades. Y somos muy diferentes. La sociedad afortunadamente cambió. Hace 10 años la diferencia era fuente de separación y con estos encuentros hemos entendido que es una fortaleza. Cada ESAD tiene unas particularidades maravillosas y hay que defenderlas todas en vez de enfrentarnos. Hay escuelas más grandes, con sus necesidades, y otras en situaciones más precarias…
-Aquí no se construyó el teatro proyectado, hay goteras, no hay personal técnico estable….
-Una escuela de arte dramático sin teatro es un oxímoron. Es fundamental. A crear se aprende creando. En la RESAD tenemos el teatro funcionando todo el rato, de octubre a junio, con 60-70 espectáculos. La sala en la que estuvimos ahora [el auditorio de la ESAD de Galicia] no está mal. Nuestra sala pequeña sería un equivalente, pero mejor dotada. Y tenemos dos aulas como esta. Son casi 4 teatros para 300 y pico alumnos y hacen falta.
-¿Este déficit de recursos es habitual?
-Esta no es la peor. La situación de Valencia es desesperada. O la de Las Palmas, que les acaban de dar un nuevo edificio…
-¿Cree que se les dota menos que al resto de enseñanzas?
-Depende de las comunidades. Creo que es una situación generalizada de la Educación y, dentro de ella, a veces se olvidan de nosotros. Hubo uno que se me presentó: «Me han nombrado director general de universidades y esa cosa rara». Lo que hemos hecho con estos encuentros es sentir orgullo de ser raros. Todo el mundo lo es. ¿Es raro ser director o actor y neurocirujano no? La ley tiene muchas cosas importantes, pero una simbólica es que logramos ocupar una posición de normalidad. Al final, lo que reivindicamos las enseñanzas artísticas es que nos consideren normales, que dejen de tratarnos como raritos. Que se entienda que nuestra especificidad está dentro de una normalidad que es diversa. Tenemos que tener los mismos derechos y capacidad de maniobra.
-¿Qué opina de cómo se está implantando la nueva ley? ¿Va lento?
-No diría que vaya lento, no sería justo. Va a su velocidad. A mí me gustaría que las cosas fueran muy rápidas. Es verdad que el calendario que han establecido se puede acelerar un pelín, tampoco mucho. Hemos propuesto adelantar alguna cosa unos meses o reordenar cosas, porque hay mucho que hacer. La ley ha abierto una puerta, ha establecido un nuevo ámbito. No hay que hacerlo deprisa, corriendo y mal tampoco, pero la complejidad de la situación política a veces… Ya nos pasó que se adelantaran elecciones y nos quedáramos sin ley. Luego la pudimos recuperar fue la primera ley que se aprobó en la legislatura porque el Gobierno lo puso como una prioridad. Mantuvieron su palabra. Ahora nos da miedo que las cosas se quedan a medias, pero al haber sido una ley tan consensuada no debería estar sujeta a vaivenes políticos.
-¿Y en qué tienen puestas más esperanzas en ese nuevo marco?
-Las enseñanzas artísticas superiores estamos en el espacio superior, pero no tenemos las herramientas para movernos en él. Nuestros títulos son equivalentes a los de grado desde la LOGSE, pero los profesores no tenemos las mismas condiciones que el universitario. Ganamos menos y tenemos más horas de docencia, así que toda la investigación es “dominguera”, la hacemos en fin de semana, por la noche, en vacaciones… No puede ser que todas las estructuras se mantengan sobre el amor al arte, que tenemos mucho. A veces me siento que nos sueltan en una carrera de competición de primer nivel en un 600 cuando el resto van con Ferrari. No competimos en igualdad de condiciones con la Universidad. Un ejemplo eran las becas, que eso cambia este año, nuestros estudiantes tenían la básica, de 300 euros, y los demás, de la de matrícula, de 1300 euros. Ahora son iguales. Está en la ley. Además, nos hace falta tener más autonomía para diseñar planes de estudio que se puedan adaptar mejor a un mundo cambiante, como, por ejemplo, pasa ahora con la irrupción de la inteligencia artificial. A nuestros centros, en muchos casos, se los considera con la misma autonomía que un instituto de Secundaria, no que una facultad. La ley da ese paso: "Sois superiores a todos los efectos”. Ahora hay que ver los reales decretos que la desarrollen.
-La ley también abre la puerta a Campus de Artes. ¿Qué aportarían?
-Aportarían mucho. Todo esto de lo que estamos hablando son redes informales, que diría que son más importantes que las formales, pero también hacen falta las otras. Un campus de las artes da un estatuto de legalidad a estos ámbitos de encuentro entre escuelas. Una cosa muy bonita que han metido en la ley es que no tenga que crearse necesariamente dentro de las comunidades, sino que pueden ser intercomunidades, porque algunas no tienen todas las enseñanzas. Los campus permitirían crear estructuras intercentros para abordar conjuntamente aspectos clvave que tienen que ver con diversidad, con calidad, con equidad, con accesibilidad, con internacionalización, con investigación... Hay muchos temas comunes a una escuela de música, una de danza, una de arte dramático, una de conservación y una de diseño. Esas estructuras intercentros nos pueden ayudar mucho.

Un momento del acto de inauguración del X Encuentro de ESADs / Pablo Hernández Gamarra
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La Escuela Superiore de Arte Dramática (ESAD) de Galicia acoge entre ayer y hoy el décimo encuentro nacional de los 16 centros de este tipo que hay en España. Este foro, que se reúne dos veces al año, reúne a equipos docentes, directivos y, por primera vez, a alumnos para dialogar y colaborar. Han escogido a Vigo como sede en el marco del XX aniversario del centro de Navia. Al acto de inauguración acudió el conselleiro de Educación, Román Rodríguez, y la delegada de la Xunta en Vigo, Ana Ortiz.
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