Maestros vidrieros llevan al Santa Irene al gótico

Orgullosos. Así están en el instituto Santa Irene con las vidrieras en cuya creación se ha implicado la mitad del alumnado. Planean trasladarlas a la torre para que se disfruten también desde fuera.

Vigo

En Galicia hay muchas construcciones de arte románico, pero cuando los alumnos llegan a la lección del gótico, es más complicado que encuentren ejemplos cercanos para ver lo que sus profesores les explican. Así es que no es una actividad inédita en las clase de Historia de Educación Secundaria Obligatoria que los docentes propongan recrear vidrieras. Lo que es especial es el resultado que han obtenido este curso en el Instituto Santa Irene. Tanto, que sus responsables planean cubrir con ellas los ventanales de la torre del reloj para que la iluminación nocturna proyecte sus colores al exterior y se pueda disfrutar también de esta iniciativa desde fuera.

Los amplios pasillos de este emblemático edificio, sus altas y alargadas ventanas, la luz del sol que entra a raudales por ellas y el suelo de mármol blanco en el que se reflejan los colores, lo convierten en un espacio ideal para el proyecto. La idea partió de la profesora Leonor Giménez, de Historia de 2º de la ESO, y enroló en ella a Raquel García Bragado, de Plástica, a Isabel Capelo, de Religión, y a la profesora en prácticas Raquel Alonso. En total, lo trabajaron con unos 220 estudiantes de ESO y Bachillerato. Casi la mitad del alumnado del horario diurno, que se implicó de una manera plena.

Vidrieras para comprender mejor el gótico

Marta G. Brea

Ya lo habían intentado hace dos años, pero creando las vidrieras sobre la marcha, sin una planificación previa de los diseños. En esta ocasión están mucho más satisfechos con el resultado, que ya es visible en la planta baja, aunque aún falta la colocación de rosetones y alguna pieza vertical. «Son más elaborados», considera Giménez y añade: «El efecto catedral gótica se consigue al cien por cien».

Diseños

Muchos han optado por motivos geométricos, florales o heráldicos, pero hay propuestas muy originales, como las del grupo de Patricia Martínez y Julia Lomba, de Bachillerato, que han querido «hacer algo en honor a la ciudad». Ayer trabajaban en la clase de Plástica recortando en cartulina el perfil de Rande, que sobrevolará una gaviota con el sol al fondo, el escudo del Celta en las cuatro esquinas y un mejillón con forma de corazón en el centro. Rellenarán luego los huecos con celofán de colores. «Fue muy divertido, tenemos ganas de verla puesta», comentaban mientras seguían trabajando. Otros se inspiraron en las vidrieras de Henri Matisse. Como en la que trabajó Noa, «con estrellas, algas y hojas». Ya se puede contemplar. «Cuando le da el sol está muy bonita», resalta.

El grupo de Carlos Rubio y Valentina Ormazabeal, de 3º de la ESO, apostó por un corazón. «Fácil y lindo», describen. Su objetivo era que combinar los colores «y jugaran con las luces». Fueron los primeros en ver el resultado. Pablo Leirós destaca que fue «una experiencia única» gracias a su profesora. A Martín Pacheco también le pareció una experiencia «muy divertida», aunque «difícil».

«No nos esperábamos que quedara tan bien», admiten las profesoras, que llaman la atención sobre la actitud de los estudiantes. En la clase de Leonor estuvieron cuatro horas seguidas «en silencio, muy concentrados». Alaba que los grupos «heterogéneos» que creó para trabajar fueran capaces de «resolver problemas, terminar en tiempo» y no lesionarse con el cuter, el gran temor de las docentes. «Fue un aprendizaje para la vida», concluye Leonor.

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