El juicio del «Karar» baja el telón tras diez meses entre alegatos de inocencia
Juan Carlos Santórum guardó silencio, pero su hermano y sus supuestos colaboradores negaron su relación con el alijo de 3,8 toneladas de cocaína | La Fiscalía pide penas que suman 300 años de prisión para los 28 acusados

Juan Carlos Santórum, en el centro, renunció a su derecho a la última palabra en la última sesión del juicio. / Marta G. Brea

A las 11.45 horas de ayer la presidenta del tribunal, Nélida Cid Guede, pronunciaba unas palabras que en un «macrojuicio» como el del «Karar», que arrancó el 17 de abril del pasado año y avanzó sorteando todo tipo de dificultades, cobraron especial relevancia. «Hemos terminado, el juicio queda visto para sentencia», dijo. Y es que tras diez meses de vista oral, este viernes se celebró la última sesión, una jornada en la que se dio a los 28 acusados la oportunidad de emitir la última palabra. Como ya avanzó en su día en un escrito remitido a la sala, el principal procesado por las 3,8 toneladas de cocaína incautadas en el buque, el vilanovés Juan Carlos Santórum, guardó silencio y renunció a este derecho. «Perdí la fe en un juicio justo», decía en esa carta. Sí hablaron la mayoría de sus supuestos colaboradores, que negaron su relación con el alijo y en algún caso, como fue el del exfuncionario de Aduanas Pablo S.V., denunciaron además que sufrieron un proceso de instrucción «oscuro, diabólico y perverso».
El fiscal pide penas que suman 300 años de prisión para los acusados: considera que las pruebas contra ellos son «cristalinas». Los 14 tripulantes extranjeros y el gallego que también iba a bordo del «Karar», José Manuel B.G., fueron los únicos que confesaron. A ellos se les rebajó la petición a 7 años y medio de cárcel. Los restantes 13 procesados se declaran inocentes. La mayoría usó el turno de la última palabra para reafirmarse en ello. Uno de ellos fue Ricardo, hermano de Juan Carlos Santórum, que aseguró «no tener nada que ver» con el buque. «No cometí ningún delito», añadió, señalando que «flipó» por el papel destacado que la Fiscalía le atribuyó en «la famosa pirámide» –en referencia a la estructura piramidal de la organización criminal–, una pirámide que a su juicio se ha ido «deshaciendo por todos lados».
Otros de los considerados colaboradores directos de Santórum como Emilio Xosé R.C., Sergio F.O., los hermanos Pablo y Marcos G.V. o José Yamandú R.G., todos ellos de la comarca de O Salnés y de O Grove, hablaron también para desvincularse del alijo: «No tengo nada que ver con el barco».
«Arrojar luz tras una instrucción diabólica y perversa»
Santórum afronta 18 años de prisión, pero la mayor pena se pide para el exfuncionario de Aduanas y su esposa –19 años y medio– al atribuírseles también blanqueo. Ambos intervinieron entre lágrimas. «Intentaron hundirme a mí, a mi mujer y a mis hijos», dijo él, defendiendo su trayectoria profesional de 25 años y «confiando» en que el juicio «arroje luz» tras un proceso de instrucción «oscuro, diabólico y perverso». Mónica F.L. dijo que fueron «cinco años muy duros». «Aún no sé porque estoy aquí».
El fiscal emitió su informe final el miércoles y la mayoría de las defensas el jueves. Ayer habló un último abogado, el del vigués Fidel F.B., que atribuyó al instructor policial –el exjefe del GRECO hoy investigado por presuntos vínculos con narcos– la llamada desde un teléfono portugués que relaciona a su cliente con el «Karar».

Las magistradas que presidieron el juicio y que deberán dictar sentencia. / Marta G. Brea
Un proceso tortuoso y una compleja sentencia que ha llevado a la ponente a pedir refuerzos
El juicio del «Karar» fue sin duda lento, complejo y tortuoso. Arrancó en abril de 2024 entre suspensiones, avanzó sobre todo durante los primeros meses muy despacio y se complicó debido a la mala acústica de la «macrosala» de la Ciudad de la Justicia donde se celebró la vista sin duda más larga que se recuerda en los juzgados de Vigo. Tres magistradas de la Sección Cuarta –Nélida Cid Guede, Cristina Navares Villar y María Jesús Hernández Martín– se trasladaron durante estos diez meses desde Pontevedra a Vigo para enjuiciar este caso al estar recusados los de la sala penal olívica. Ellas deberán dictar una sentencia que, dada la dificultad y la abundante prueba practicada, les llevará tiempo. «Tardará meses», daban ayer por hecho varios abogados.
Precisamente ayer la Comisión de la Sala de Gobierno del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) tenía en su orden del día una comunicación en la que la magistrada ponente de este «macrocaso» –función que ha recaído en Navares Villar– plantea una medida de apoyo, concretamente un magistrado suplente que pueda asumir otros asuntos de la sección (ponencias de recursos y de sala) que le correspondan a ella por reparto. Este refuerzo le permitiría poder dedicarse, «dada su complejidad», al dictado de la sentencia del «Karar».
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