El CSIC reactiva el proyecto de Cabo Estai tras el parón con la nave de cultivos

La empresa que impugnó el concurso asumirá el proyecto de demolición y reconstrucción del edificio auxiliar

Su oferta ahorrará 70.000 euros al Instituto de Oceanografía

Las instalaciones del IEO en Cabo Estai.

Las instalaciones del IEO en Cabo Estai. / Alba Villar

Lara Graña

Lara Graña

La nave de cultivos del Centro Oceanográfico de Vigo ha sido una fértil probeta para la industria de la acuicultura. De ella han emergido importantísimos avances en tecnología de cultivo de rodaballos, pulpo o mero, por ejemplo, convirtiendo las instalaciones de Cabo Estai en referente científico para esta actividad. Aunque el estado del complejo no se corresponde con estos logros: lleva con la ITV – la Inspección Técnica de Edificaciones (ITE)-- caducada desde el año 2014, con severos problemas estructurales o de filtraciones y, como desveló FARO hace ya dos años, la plantilla de la nave adyacente está obligada a usar protección por la caída de cascotes. Es más, un informe técnico emitido en marzo de 2023 emplazó “encarecidamente” al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), al que está adscrito el Instituto Español de Oceanografía (IEO), a una evacuación inmediata del inmueble: “El estado estructural de la nave del edificio de cultivos se clasifica como potencialmente peligroso y se certifica una Situación Insegura”, decía el documento, también desvelado por este periódico.

La institución que preside Eloísa del Pino, dependiente a su vez del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, completaría en la primavera de 2024 todo el expediente para licitar la reforma integral del espacio: se renovaría con profundidad el edificio principal y, para la nave de cultivos, se procedería a una demolición y posterior construcción de una nueva. Eran dos contratos diferentes (inmueble administrativo y de laboratorios y la propia nave), valorados conjuntamente en cerca de 10 millones de euros. Pero la mesa de contratación del CSIC descalificó a una de las tres ofertantes, la madrileña Hijona Ravski, que ofreció el importe más bajo, 110.000 euros; la gallega Idom, con una propuesta de 180.288 euros, resultó ganadora. Pero el Tribunal Administrativo Central de Recursos Contractuales (TACRC) estimó el pasado diciembre el recurso de Hijona y todo el proceso quedó paralizado una vez más. A preguntas de FARO, el CSIC ha confirmado ahora que está “formalizando” una nueva adjudicación, precisamente a la compañía que impugnó el procedimiento.

De modo que la actuación vuelve a reactivarse, aunque acumula ya más de tres meses de retraso, precisamente en la construcción que más problemas presenta para la seguridad de los trabajadores. “Para la nave que alberga los tanques –prosigue el documento técnico de 2023, firmado por los arquitectos Jorge Aragón Fitera y Raquel González Nóvoa (CK Estructuras)–, se aconsejan encarecidamente las siguientes actuaciones urgentes: restricción a mínimos del uso laboral, enfocado exclusivamente al cese de actividad [y] previsión de desalojo completo para su pronta demolición”. Habrá que esperar, porque este contrato que ahora deberá adjudicar de nuevo el CSIC es para diseñar la demolición y la nueva construcción del edificio. En cuanto arranquen las obras, los tanques serán reubicados en un emplazamiento temporal. “La investigación se ha reorganizado para asegurar su adecuado progreso y continuidad”, indicó la responsable del IEO vigués, Rosa Figueroa. “Se utilizará para ello una instalación temporal, construida a tal efecto” y que “se mantendrá durante el transcurso de la obra y permitirá el desarrollo de la experimentación con seguridad”.

Para los trabajadores del edificio principal –la plantilla se aproxima a los 200 efectivos—la ejecución de los trabajos implicará una mudanza y, en algunos casos, teletrabajo. La institución investigadora ha decidido arrendar a la Autoridad Portuaria de Vigo locales ubicados en los soportales de Beiramar en tanto se realiza la reforma integral. Se da la circunstancia de que el IEO ya estuvo en esta ubicación: operó allí entre 1974 y 1987, antes de desplazarse a Canido bajo la dirección de Alberto González-Garcés. En este emplazamiento, frente al puerto pesquero, pasarán a trabajar entre 50 y 60 personas. Estos locales deberán ser sometidos también a trabajos de acondicionamiento.

Cuando este periódico afloró el pésimo estado del complejo de Cabo Estai, la dirección del centro oceanográfico –entonces, a cargo de Pablo Carrera—evaluaba el traslado de los trabajadores a varios puntos de la ciudad, además de al salón de actos del propio edificio principal. Por ejemplo, a la Ecimat (Estación de Ciencias Mariñas de Toralla), de la Universidade de Vigo, o al Centro de Apoio Científico-Tecnolóxico á Investigación (Cacti), también de la universidad y con base en Marcosende. Incluso apunta a las instalaciones del Centro Tecnolóxico do Mar (Cetmar), en Bouzas.

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