Vivir en Vigo y trabajar en el extranjero: «Compensa cobrar en dólares»
Marcelo Pérez y Guido son dos vecinos de la ciudad que teletrabajan para Chile y Estados Unidos. Sus áreas laborales comprenden la contabilidad y la tecnología de la información, respectivamente. El horario, la moneda y el idioma son algunos de los desafíos que enfrentan en sendas realidades diferentes.

A la izquierda, Guido, empleado en EE. UU.; a la derecha, Marcelo Pérez, que teletrabaja para Chile.
Tener el cuerpo en Vigo, pero la cabeza en el extranjero durante ocho horas al día. Esta es la rutina de Guido y Marcelo Pérez; ambos residen en la ciudad olívica, pero trabajan para Estados Unidos y Chile, respectivamente. Mientras que el primero lo hace para cobrar en una moneda fuerte, el segundo, de nacionalidad chilena, trata de adaptarse paulatinamente a la realidad de una nueva vida.
Guido es el único empleado en toda España de su empresa, una multinacional estadounidense que vende principalmente productos de cosmética. Su labor se centra en una amalgama de funciones repartidas entre el desarrollo web y la informática; ocupa un puesto llamado DevOps en el ámbito tecnológico.
Este hispanoargentino llegado a Vigo hace unos años disfruta de los beneficios del horario laboral español y del salario del país norteamericano. «Por lo general, trabajo de ocho de la mañana a cinco de la tarde -con una hora de descanso-, aunque es bastante flexible», explica a FARO. Esto se debe a que la firma que le emplea «sigue la filosofía follow the sun»: mantienen a funcionarios por diferentes partes del mundo para cubrir la totalidad de las 24 horas de una jornada.
«Mi sueldo original es en dólares, pero como me lo terminan depositando en una cuenta de aquí, el banco me lo transforma a euros», abunda Guido, al mismo tiempo que precisa que «siempre» pierde «un poco por el tipo de cambio, que es el que coloca el propio banco, y por diversas comisiones».
Con todo, y a pesar de haber rubricado una contratación como autónomo, «el salario es mejor comparado con lo que se paga en España», afirma. Incluso teniendo en cuenta la ausencia de vacaciones remuneradas y demás hándicaps, le «sigue compensando trabajar de esta forma». «Ya hice los números», arguye.
Otros dos frentes los conforman los impuestos y el idioma. Con respecto a lo primero, su contrato «especifica que la legislación impositiva es la de país de residencia», resalta. En referencia a lo segundo, la comunicación laboral la efectúa en todo momento en inglés. «Usamos herramientas de chat y de videollamada para comunicarnos diariamente», finaliza.
«Mi trabajo de Chile está siendo nuestro sustento hasta aquí»
El caso de Marcelo Pérez difiere del de Guido. De nacionalidad chilena, aterrizó en Galicia con su mujer y sus dos hijos procurando un entorno seguro para el crecimiento de los pequeños. Llegaron «con algunos ahorros» que les ayudaron a asentarse en su nueva experiencia y con una profesión que también cruzó el charco. «Mi empleo de allá como contable está siendo ahora nuestro sustento aquí», confiesa.
El reloj de Marcelo todavía se guía por las agujas Chile en múltiples ocasiones. «Trato de trabajar en los horarios de allá para estar disponible para la empresa», admite, a pesar de que «existen incluso hasta seis horas de diferencia en relación a España», lo que le provoca tener que «trasnochar».
De todos modos, esto no es así todos los días, ya que, ciertamente, pactó con su empresa «trabajar por proyectos y disponer de un tiempo determinado para entregar cada uno de ellos». Aprovecha esta coyuntura siempre que puede para «ser un padre presente», una consecuencia positiva, para él, que le brinda el teletrabajo. Esta modalidad asíncrona provoca que el correo electrónico sea la principal vía de relación con sus compañeros y clientes, aunque también atiende alguna videollamada puntual.
Igualmente autónomo, este vecino de Vigo recibe su remuneración en pesos chilenos, divisa devaluada con respecto al euro. «En Chile compro euros y después los transfiero de dos formas: los deposito en una tarjeta de crédito internacional o los envío a través de alguna casa de cambio», añade. Al igual que Guido, sufre pérdidas económicas en ambas transacciones, por lo que su sueldo «se ve disminuido».
«Me gustaría mantener el trabajo telemático que tengo y, además, conseguir un empleo presencial en España», desea Marcelo, quien concreta que sería ideal si este último se encajase durante el tiempo que sus dos niños se encuentran en el colegio. «Estoy esperando a poder integrarme en el mercado laboral de España una vez que pueda», sentencia.
- Desmantelada una red que traficaba con el ansiolítico Rivotril en Cangas y Vigo: un detenido y médicos de centros de salud y psiquiatras, entre los 16 investigados
- Antonio David Flores regresa a la televisión tras su derrota judicial contra María Patiño: «Nunca olvidaré todo lo que has hecho»
- Daña cinco coches arrojando piedras a la AP-9 desde un puente en Vigo «pudiendo ocasionar un grave accidente»
- La segunda salida de tono del conselleiro de Sanidade: cuestiona la importancia que se le da a la salud
- Las primeras furgonetas camper en serie de Galicia se fabrican en Baiona
- En libertad el cabecilla de la red que traficaba con Rivotril y en la que están implicados médicos de Cangas y Vigo
- La pareja de Feijóo pide una concesión hasta 2037 del acceso desde su casa a la playa de O Con
- Rescatan a un hombre que se subió a lo más alto de una grúa para lanzarse al vacío en Rosalía de Castro