El bloqueo institucional frena el cierre exterior de la antigua estación de buses de Vigo

La Xunta todavía no ha blindado los accesos a la terminal para garantizar la seguridad dos semanas después de anunciarlo. Alega que espera el permiso del Ayuntamiento.

Pintadas y colchones en los accesos a la antigua estación de buses de Vigo. |  Pablo Gamarra

Pintadas y colchones en los accesos a la antigua estación de buses de Vigo. | Pablo Gamarra

La antigua estación de autobuses, ubicada entre la Avenida de Madrid, Martínez Garrido y Gregorio Espino, sigue abandonada a su suerte un año después de que dejase de estar operativa. Pese a los ataques de vandalismo y la acumulación de todo tipo de enseres y residuos en los accesos por las personas sintecho que pernoctan allí, ninguna administración ha tomado medida alguna. Y eso que hace dos semanas, después de que FARO informara sobre la precaria situación que viven estas instalaciones, el gobierno gallego anunció que blindaría la terminal para acabar con la grave marginalidad a la que se ve sometida y garantizar la seguridad a los vecinos y comerciantes afectados por los episodios violentos que se producen en los alrededores, el consumo y trapicheo de drogas y la enorme insalubridad causada por los olores.

Pero todavía no se ha hecho absolutamente nada. La situación de la terminal es peor cada día que pasa y la policía es continuamente reclamada para que acuda a la zona a solucionar conflictos. La Xunta de Galicia alega que solicitó el permiso del Concello de Vigo para asegurar la zona ya que, según apuntan fuentes oficiales de la administración autonómica, «es necesaria su conformidad a la alineación donde se va a colocar el cierre, y seguimos esperando una respuesta».

Barajan varias soluciones, y una de ellas sería el vallado total de la antigua estación. «Se va a proceder a garantizar la seguridad vial para la ciudadanía y prevenir la okupación del inmueble, por lo que aseguraremos la zona a tal efecto», anunciaron hace dos semanas. Pero alegan que para ello necesitan una luz verde del Concello que no ha llegado todavía.

Hay que recordar que el Ayuntamiento de Vigo cedió esos terrenos a la Xunta para la construcción de una estación de autobuses, y ahora que ya no tiene uso como terminal de transportes, el Concello entiende que debe asumir de nuevo las competencias sobre esos terrenos. Es más, en el próximo Plan Xeral de Ordenación Provisional (PXOM), se plantea la creación de una zona verde en esa área.

Sin embargo, la Xunta todavía no ha revertido esos terrenos de nuevo al Ayuntamiento, por lo que el gobierno local le reclamó en una carta que actuase para acabar con la marginalidad y el abandono que asola a la antigua estación de autobuses. La concejala de Urbanismo de Vigo, María José Caride, además de solicitar de nuevo la devolución de esa parcela, pedía a la Xunta que mientras mantuviese la titularidad, acabase con la situación actual.

El bloqueo administrativo actual en relación a esos terrenos lo pagan los vecinos y los comerciantes. No hay que olvidar que varios de los okupas que viven ahora en la estación entran en los bares de la zona o en los negocios de la zona, intentando casi siempre irse sin pagar y generando un ambiente tenso con el resto de clientes, tal y como denuncian varios empresarios y hosteleros afectados.

Nadie cede en el debate sobre el uso futuro de estos terrenos

Cuando empezó a operar la nueva estación de buses en el complejo de Vialia, la Xunta y el Concello de Vigo abrieron un debate sobre el uso que se le debería dar a esos terrenos. En un primer momento, el gobierno gallego planteaba la opción de crear un gran centro intergeneracional pionero en Galicia. El Concello, no obstante, de boca del propio alcalde, Abel Caballero, salió al paso defendiendo que el futuro de esos terrenos lo decidiría el gobierno local a través del nuevo PXOM. Entre medias, se planteó también incluso que esa instalación acogiera el archivo judicial de Vigo, algo que se descartó rápidamente precisamente por ese bloqueo administrativo. El debate vuelve a estar ahora abierto, pero mientras unos y otros eligen qué hacer, el abandono continúa asolando la antigua terminal de autobuses.

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