La UVigo aplica a Cíes la cartografía participativa para mejorar su gestión

La herramienta implica a todos los actores e identifica las principales amenazas que ellos perciben: presión pesquera y turismo

Vista aérea de la Ría de Vigo y las Islas Cíes.

Vista aérea de la Ría de Vigo y las Islas Cíes. / Marta G. Brea

Sandra Penelas

Sandra Penelas

La Universidad de Vigo ha aplicado al archipiélago de Cíes la cartografía participativa para demostrar su utilidad a la hora de implicar a todos los actores y mejorar su gestión como área protegida. La herramienta también facilita la identificación de los servicios ecosistémicos más valorados –bienes o servicios que benefician a la sociedad– y las principales amenazas percibidas, en este caso, la presión pesquera y el turismo.

El estudio realizado por Jone Molina, técnico superior en investigación del Centro de Investigación Mariña (CIM), se enmarca en el proyecto Ecoser, financiado por el programa Pleamar de la Fundación Biodiversidad. Una iniciativa que se centró en la promoción de la sostenibilidad ambiental, económica y social de los servicios ecosistémicos en tres áreas marinas protegidas (AMP): el Parque Nacional Illas Atlánticas y la Reserva Marina Os Miñarzos (Carnota), en Galicia; y el Parque de Natural de Cabo de Gata-Níjar, en Andalucía.

«La cartografía participa es una herramienta que permite, a través del conocimiento local, aportar nuevos datos no solo a nivel geoespacial sino también social, hasta ahora desconocidos. Por lo que aporta un enfoque innovador, adaptativo y orientado a los actores vinculados a un AMP», apunta.

La autora del trabajo sobre Cíes, Jone Molina.

La autora del trabajo sobre Cíes, Jone Molina. / Cedida

Las ventajas que ofrece son varias. Por un lado, proporciona una «visualización de la distribución espacial de las actividades que se realizan en una zona», permitiendo identificar «tanto puntos en los que se acumulan las actividades como los conflictos y amenazas asociados».

Y además, facilita que los principales actores implicados propongan acciones consensuadas. «Y, de esta forma, que se les involucre en la toma de decisiones de tal manera que se consiga el equilibrio entre la conservación y el uso sostenible de los recursos marinos. Es decir, pudiendo llegar a conseguir una cogestión del AMP», subraya.

El trabajo de Molina, que publicaba recientemente la revista Ocean and Coastal Management, incluye a un total de 24 gestores, empresas de ocio y turismo, ONG, investigadores y representantes del sector pesquero. «Las personas fueron seleccionadas por su conocimiento y representatividad y las entrevistas en profundidad tuvieron una duración en torno a dos horas cada una y trabajando sobre cartas náuticas», detalla.

Los resultados permitieron identificar que los servicios ecosistémicos más valorados son la investigación que se realiza en el archipiélago y sus valores paisajísticos. Aunque se encontraron ligeras diferencias entre otros sectores y el de los pescadores, ya que su proximidad al recurso natural tiende a favorecer los beneficios económicos de la explotación del recurso frente a la conservación.

Y, por otro lado, las principales amenazadas detectadas son la presión de la pesca y el marisqueo, según el 83% de los encuestados, el turismo (79%), y el actual modelo de gestión (67%).

Desacuerdo con el cupo de visitantes

En el primer caso, la falta de regulación adaptada a las particularidades del área protegida (58%) y el impacto de algunas artes de pesca, anclas y motores de embarcaciones sobre la biodiversidad marina (38%) son los problemas principales. Y, respecto a las actividades recreativas y turísticas, los entrevistados señalaron los picos de visitantes durante el verano (79%), manifestando su desacuerdo con el cupo actual, así como el impacto de la navegación de recreo y el fondeo (58%).

Molina destaca que la cartografía participativa permite «establecer nuevas vías» para mejorar el manejo de las AMP. «Nosotros, que hemos trabajado con un grupo reducido de personas, hemos podido obtener resultados relacionados con acciones de mejora en la gestión de Cíes. Esto no solo podría indicar que hay cierta predisposición por parte de los usuarios a colaborar en estas iniciativas, sino que también permite comprender de qué manera valoran y dependen de los servicios ecosistémicos del AMP los principales actores implicados», señala.

Este último aspecto, añade la experta, resulta de importancia «de cara a facilitar la inclusión de las prioridades locales en las herramientas de gestión, pero también para identificar cómo podrían verse afectados por las decisiones de gestión del AMP».

Otros beneficios de la cartografía participativa son la identificación de áreas con alta concentración de usos que podrían requerir de regulaciones específicas, así como permitir a los gestores que sean flexibles según las distintas necesidades. «Lo que obtenemos es una fotografía actual de las actividades que se están desarrollando en un área. Al contar con esta información, la gestión podría adaptarse a las necesidades en cada momento», corrobora.

El proyecto Ecoser, liderado por la Universidad de Santiago, implicó como socios principales a la UVigo, el Campus del Mar, la Universidad de Almería, el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados-CSIC, y el Instituto para el Crecimiento Sostenible de la Empresa. Y también colaboraron cofradías de pescadores, ONG, fundaciones, el GALP Seo de Fisterra Ría de Muros Noia, y los parques Illas Atlánticas y Cabo de Gata-Níjar.

Y en su trabajo sobre el archipiélago de Cíes, Jone Molina colaboró con expertos de las universidades de Santiago, Almería y Cádiz: «Tienen una amplia trayectoria y experiencia en el estudio de las relaciones entre el ser humano y el medio natural, en la resolución de conflictos asociados a la conservación y en los vínculos que se establecen entre los componentes naturales y sociales de los sistemas marinos a múltiples escalas. Sus puntos de vista han sido aspectos clave a la hora de entender los resultados obtenidos».

Los distintos usos superpuestos sobre el área marítima protegida de Cíes.

Los distintos usos superpuestos sobre el área marítima protegida de Cíes. / Jone Molina

La superposición de usos, mayor en el interior del archipiélago

Las variables estudiadas son pesca, marisqueo, percepción de la biodiversidad, buceo y fotografía subacuática y navegación y fondeos. Y la cartografía participativa permite observar la superposición de estos cincos usos, desde la zonas donde hay uno solo (verde oscuro) a aquellas en las que interaccionan todos (rojo).

Los resultados muestran que las superposiciones disminuyen desde la línea de costa hacia fuera y que existe una mayor acumulación de usos en el interior del archipiélago que en el exterior.

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