San Enrique agota plazos y amaga con poner fin a un siglo de actividad naval en Espiñeiro

En abril expira la segunda prórroga concedida en su favor para ejecutar inversiones por 2,45 millones y facturar otros 10

La empresa, que sucedió a la extinta Vulcano, afirma que cumplirá sus compromisos

El Puerto guarda silencio

Vista aérea de las instalaciones de Astilleros San Enrique, junto a la terminal de Guixar.

Vista aérea de las instalaciones de Astilleros San Enrique, junto a la terminal de Guixar. / FDV

Lara Graña

Lara Graña

El primer acercamiento de Enrique Lorenzo Docampo con la industria de construcción naval fue en sus tiempos de contable, a su vuelta de Argentina, en Astilleros Troncoso y Santodomingo. Tenía poco más de veinte años. Fue en 1919 cuando, mano a mano con el ingeniero belga Ludovico Morlón —apodado El Francés—, puso en marcha un taller de reparación de calderas y, a la postre, el germen de lo que sería Factorías Vulcano. Su rápida expansión les obligó a cambiar dos veces de ubicación: de Policarpo Sanz se mudaron a la calle Canceleiro y, de ahí, a finales de los años veinte, a la zona de Espiñeiro, en Teis. Allí exhibe todavía hoy y en grandes letras aquella denominación, Vulcano, aunque la compañía quebró en 2019 y la actividad pasó a manos del grupo Marina Meridional, a través de la empresa Astilleros San Enrique. Resultó adjudicataria de una concesión por 15 años máximo a cambio de cumplir unos requisitos que, hasta la fecha, no ha alcanzado. Y se le termina el tiempo.

Fue el 26 de abril de 2024 cuando el consejo de administración de la Autoridad Portuaria de Vigo dio un año más a San Enrique «para el cumplimiento del programa de inversiones comprometido», por importe de 2,45 millones de euros. Tiene hasta mayo para completarlas. Los pliegos de la concesión, asignada formalmente en abril de 2022, establecían también la obligación de alcanzar una facturación anual de 10 millones de euros «para los ejercicios 2023 y siguientes». La compañía quedó muy lejos: registró unas ventas de 1,83 millones de euros en 2022 y de otros 657.500 en 2023; en ambos anotó números rojos. A excepción del armazón para un túnel de viento para una factoría sueca de Volvo, su actividad se ha limitado a trabajos de atraque, reparación y varada o el proyecto de instalación de velas rígidas en el ro-ro de Airbus Ville de Bourdeaux. En Praza da Estrela guardan silencio, de momento, sobre el futuro inminente de este espacio, aunque Praza da Estrela ha incorporado los terrenos privados de la antigua Vulcano (39.500 metros cuadrados) a su plan de usos, indemnizando a San Enrique con más de cuatro millones de euros.

De modo que en los planes de la institución consta, si bien no explícitamente, la apertura de un expediente de caducidad de esta concesión. Su propio presidente, Carlos Botana, lamentó en una entrevista con FARO la «infrautilización» del espacio, que en su parte concesionada tiene una superficie de 18.000 metros cuadrados con dos muelles de casi 150 metros de largo y calado de más de 10. «Lo que no puede ser es que una infraestructura esté infrautilizada. En estos momentos, con el crecimiento que tenemos en construcción naval y con el aumento de pedidos, no está siendo operativa», expuso Botana. De consumarse una extinción de la concesión, y sin que haya trascendido el interés de ningún grupo industrial por esos terrenos, Espiñeiro se quedaría sin actividad de construcción y reparación naval casi un siglo después del desembarco en la zona del tándem Lorenzo-Morlón.

La empresa tiene hasta abril para completar las inversiones; ingresó 657.500 euros en 2023

Pero la empresa, eso sí, niega que exista la posibilidad de perder la concesión. «La compañía cumplirá todos sus compromisos de inversión y facturación y garantiza su continuidad en el Puerto», ha indicado un portavoz a este periódico. Por lo pronto ha realizado trabajos de acondicionamiento en los muelles norte y sur, así como en gúas y plataformas elevadoras. Desde el sector han apuntado que sus instalaciones recibirán un buque en los próximos días, previsiblemente para su atraque provisional. Es más, San Enrique asegura que no solo dará «continuidad al negocio de reparación y construcción naval», sino que proyecta su irrupción en el «nuevo mercado de eólica marina offshore», para el que el naval vigués, a través de Grupo Armón, acaba de lograr su primer pedido. Este, el de la eólica marina, era el nicho que prometió explotar Marina Meridional —también es propietaria de Nuevo Astilleros de Huelva— con su propuesta para el naval de Vigo.

El único contrato de nueva construcción anunciado por la empresa desde que asumió los espacios de la desaparecida Vulcano fue un arrastrero congelador de gran porte, con 80 metros de eslora, para una antigua filial de Pescanova, Pesca Chile. Lo divulgó en la feria de Navalia de 2022, cuando concretó que el pedido estaba presupuestado en 35 millones de euros; nunca entró en vigor.

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