Los muertos del franquismo en San Simón: «A este dele un tirito más, que está vivo»

Más de 500 hombres, sin contabilizar los «sacados» y asesinados en cunetas, perecieron en el campo de concentración de San Simón, cifra de la que hay constancia en los Registros de Defunción de los Juzgados de Vigo, Lavadores y Redondela, y en los libros de los cementerios de Pereiró y Puxeiros.

Entierro de un preso en la colonia penitenciaria de San Simón.

Entierro de un preso en la colonia penitenciaria de San Simón. / Imagen incluida en «La isla de los Muertos»

Carolina Sertal

Carolina Sertal

«Unha madrugada ás seis da mañá escóitase un movemento. Son os gardas de asalto! Baixaban un capitán de asalto e non sei se doce gardas. Levaban a sete dos reclusos no medio. Conducíronos á Illa Pequena. Parece ser que primeiro fusilaron a tres: Firmes. Apunten… fuego! Caeron dous, e un quedou en pé. Entón veu o capitán que mandaba o pelotón, púxolle a pistola na fronte e… Plam!». A este testimonio del preso conocido como Reisiño le da continuidad el del redondelano Manolo Barros: «Viña tamén como executor o Padre Nieto. Executor principal. Cun gran pistolón no costado. Logo do tiro de gracia, el co bastón abríndolle a boca, dille: No, no; a este un tirito más. Porque aún está vivo, ¿no ve que está vivo? ¡Dele un tirito más!».

José Álvarez García, Francisco Casal Sánchez, Bernardino Fernández Velázquez, Fermín García Álvarez, José González Iglesias, Isaías González Miguel, Gregorio Mateos Marote, el Cepo, es la relación de hombres fusilados en la Illa de San Simón en octubre de 1937 tras la caída del Norte en la Guerra Civil, un crudo episodio que dejó una profunda huella en la memoria del resto de reclusos del campo de concentración y que, aquellos que sobrevivieron al encarcelamiento, posteriormente relataron a sus familiares, investigadores, escritores y en actos por la recuperación de la memoria histórica.

A testimonios de reclusos como estos o el de Evaristo Antonio Mosquera, quien compiló en el libro Cuatro años a bordo de una isla sus vivencias desde octubre de 1936, momento en el que el archipiélago redondelano empieza a operar como «prisión provisional» para la represión franquista, hasta 1940, así como las aportaciones de investigadores como Antón Caeiro, Juan A. González, Clara María de Saá o José Antonio Orge, quienes rescataron diarios, fotografías y más declaraciones de esta etapa, es de destacar la importante contribución del Instituto de Estudios Vigueses (IEV) para esclarecer uno de los episodios más oscuros del régimen franquista en Galicia.

Ducias foron sacados de San Simón para ser asasinados e, a partir do 38, chegan presos de idades avanzadas que, debido ás condicións do penal, morrían de miseria

Bajo el título La isla de los Muertos. Vida y muerte en la colonia penitenciar de San Simón, el investigador y actual presidente del IEV, Xoán Carlos Abad, publicó hace dos décadas un estudio en el que gracias a expedientes carcelarios, así como a los Registros de Defunción de los Juzgados de Vigo, Lavadores y Redondela, además de los libros de ingresos en los cementerios de Pereiró y Puxeiros, quedó demostrado que más de 517 hombres perecieron en el campo de concentración del fondo de la ría de Vigo, de los cuales 381 fueron enterrados en el cementerio vigués de Pereiró, 113 en el de Puxeiros, siete en el propio camposanto de la isla de San Antón tras haber sido fusilados, uno en Redondela tras haberse ahogado en un intento de fuga, dos en Pontevedra y otros en paradero desconocido.

«É difícil saber o número, pero ducias foron sacados de San Simón para ser asasinados nos arredores, normalmente nas proximidades de Redondela, co cal a cifra se incrementería moito máis e, a partir do 38, chegan presos de idades avanzadas que, debido ás condicións do penal, morrían de miseria, xa que, por exemplo, tan só existía unha tubería para o subministro de auga», explica Abad.

Túnel en el que los reclusos trabajaron durante la etapa de San Simón como campo de concentración.

Túnel en el que los reclusos trabajaron durante la etapa de San Simón como campo de concentración. / Carolina Sertal

En su estudio, el investigador vigués hace especial hincapié en lo llamativa que es la cifra de fallecimientos en comparación con otros centros penitenciarios del momento, como el monasterio de San Rosendo, en Celanova, en donde se contabilizaron 84 defunciones, o el de Camposancos, en donde se cuantificaron 70, sin contar los del pelotón de fusilamiento que alcanzaron el centenar.

La nula asistencia sanitaria, el hacinamiento en los barracones, en donde dormían infestados de piojos y pulgas, sumado a las nefastas condiciones de higiene y, especialmente, al hambre que incluso llevó a los reclusos a comer rodeores, contribuyeron a mermar hasta un 10% de la población reclusa en el campo de concentración, en donde no concluyó el horror hasta el año 1943.

El alcalde en 1941: «Concurren de 10 a 12 defunciones diarias»

En los meses centrales del año 1941, el volumen de fallecimientos en el archipiélago creció de forma exponencial y hay constancia de que los ataúdes se amontonaban en un cobertizo de madera en San Simón hasta el traslado a tierra firme. Xoán Carlos Abad expone en su estudio cómo la situación empezó a preocupar a los vecinos de Redondela, quienes sospechaban que la elevada mortalidad podría estar vinculada a algún tipo de epidemia, inquietud que se extendió hasta las autoridades municipales de Vigo, puesto que al depender la isla del Ayuntamiento, eran responsables del traslado de los fallecidos hasta Pereiró para darles sepultura en la zona común.

Con fecha del 25 de junio de 1941, uno de los documentos más reveladores de esta época es la carta que el alcalde de Vigo de aquel momento, Luis Suárez-Llanos Menacho, remitió al director de Instituciones Penitenciarias de Madrid. Ante el importante volumen de fallecimientos en el archipiélago, en la misiva, el regidor vigués explica lo siguiente: «Entre la población penal de la Colonia Penitenciaria establecida en la Isla de San Simón, en la ría de Vigo, concurren de diez a doce defunciones diarias. Por pertenecer aquella isla al Municipio de Vigo y hallarse agotado el cementerio que existe en el interior de la misma, los sepelios han venido celebrándose en el cementerio de Pereiró, construido en la ciudad, hallándose en la actualidad agotadas las sepulturas que en dicha necrópolis se dedican a esta clase de enterramientos y teniendo necesidad este Ayuntamiento de utilizar otro cementerio- el de Lavadores- para las inhumaciones, con aumento de recorrido». Es por esto que Suárez-Llanos propone la construcción de un cementerio en «un lugar continuo al desembarcadero de la Isla, en el término municipal de Redondela, para verificar en ella la inhumación de cadáveres procedentes de la Colonia Penitenciaria de San Simón», ruego que no fue atendido.

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