La inanición de la flota empuja a O Berbés al año más pobre de su historia en pesca fresca
Computa por primera vez menos de 30.000 toneladas en descargas: equivale a perder una quinta parte de volumen de mercancías en solo 10 años | La entrada de pescado extranjero crece, en paralelo, en 1.000 toneladas semanales

Barcos amarrados en el puerto de O Berbés (Vigo). / Alba Villar
El buque Pedra Blanca II descargó este lunes en O Berbés algo más de 22,5 toneladas de pescado. Fue el único gransolero en hacerlo. Aunque es de capital gallego, luce pabellón de Francia y su puerto de cabecera es el de Douarnenez; descargar en la Bretaña le permite retornar al caladero rápidamente y tras vaciar bodegas y reponer pertrechos durante unas 10 horas.
Cuando viene a Vigo lo hace para subastar capturas, sí, pero principalmente para dar un par de semanas de descanso a la tripulación. Y como el Pedra Blanca II operan la gran mayoría de pesqueros de ese caladero, los mismos que antes realizaban todas sus actividades en la dársena olívica. Ahora sus referencias son Castletownbere, Killybegs (Irlanda), Mousehole (Reino Unido) o, también en Francia, Bayonne.
Así es que el muelle de pesca de Vigo no es que se esté transformando porque lo ha hecho ya. Dinámico pero enjuto, valiosísimo pero en evidente declive. Según las cifras oficiales de Puertos del Estado computadas hasta noviembre, y las anotadas por la Autoridad Portuaria en 26 días de actividad de diciembre, el movimiento en pesca fresca se quedó en las 29.471 toneladas.
Es la primera vez que O Berbés se queda por debajo de los 30 millones de kilos: equivale a menos de 570 toneladas semanales, frente a una media de 750 toneladas que manejaba sin dificultad hace apenas diez años. El efecto dominó es evidente, porque en este mismo periodo han desaparecido dos de cada diez compañías comercializadoras y mismo porcentaje de trabajadores.
No hay rastro ya de volúmenes de empleo superiores a los 5.000 efectivos, despertando la ciudad cada madrugada con el trajín de carros, camiones o cajas de hielo; quedan menos de 3.800. El hambre al que se ha sometido a la flota es la causa número uno de este desgaste: quedan 107 pesqueros con matrícula de Vigo, como certifican los registros oficiales de la Consellería do Mar.
Desde que FARO advirtió el deterioro de la actividad en pesca fresca, el pasado otoño –A Coruña llegó a estar a un suspiro del sorpasso en descargas mens
En el ejercicio 2024 se perdieron ocho unidades, cuatro en 2023, otras tantas en 2022... Así, hasta 85 buques de pesca, de todos los tamaños y caladeros, en los últimos veinte años. Porque la dieta no ha hecho una discriminación positiva en ningún segmento de flota y no hay ninguna evidencia de que la Comisión Europea vaya a cambiar de receta.
Diez arrastreros y un palangrero, ambos para el caladero comunitario: 14 arrastreros, un cerquero y 26 buques de palangre para aguas internacionales; 26 barcos de artes menores, 17 cerqueros y 12 palangreros de superficie, en este caso para aguas nacionales. Es lo que queda con matrícula del puerto de Vigo.

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Lara Graña / Olaya López / Pedro Fernández
Es la nota negra de la terminal olívica, sobresaliente en las demás principales mercancías y referente, también a nivel comunitario, en el movimiento de pesca congelada. Porque, en paralelo al adelgazamiento de la pesca extractiva en aguas comunitarias, la industria de transformación tiene el camino marcado hacia el incremento de volúmenes y un mayor valor añadido en sus productos.
Es decir, necesita más materia prima y la flota que descarga en Vigo —ya sea en barco o vía camión— cada vez aportará menos cantidad. De ahí el contraste entre las descargas de pesca fresca y la importación de la congelada, que medra en un millar de toneladas semanales si se toma la misma referencia de la última década.
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