El crimen de Judith cumple un año a la espera de la prueba clave: el ADN
Casimiro F.M. permanece en prisión tras incriminarlo la geolocalización de su teléfono móvil | El cotejo de su perfil genético con el semen y la saliva que había en el cadáver, donde también se recuperaron ocho pelos, será determinante

El equipo forense. / FDV
Judith Muñoz González tenía 37 años. Vivía en una de las maltrechas casas abandonadas de la calle Redomeira de Vigo, en el entorno de la calle Aragón. Era una mujer muy vulnerable –en riesgo de exclusión social y que había sido víctima de malos tratos por parte de varias parejas– que se vio abocada a ejercer la prostitución. Tenía una hija adolescente que residía con la abuela. El 23 de noviembre de 2023, un jueves por la tarde, el cadáver de esta mujer fue hallado entre maleza detrás de un pequeño cierre de postes de granito y de un contenedor en uno de los accesos al polígono de As Gándaras de Porriño. Lo que ya dejaba entrever el trapo que tenía introducido en su boca lo acabó por confirmar la autopsia: había sido víctima de una muerte violenta por asfixia.
Mañana sábado se cumple un año desde el luctuoso y trágico hallazgo. Tras una complicada y enrevesada investigación inicial, que de hecho se convirtió en un auténtico rompecabezas para los investigadores, pasados los meses la Guardia Civil consiguió poner nombre y apellidos al presunto autor de este crimen: Casimiro F.M., un hombre natural de Pazos de Borbén con un amplio historial delictivo por delitos de robo y por presuntos ataques a mujeres que llegó a ser condenado en Venezuela, aunque después esa sentencia se anuló, en relación con el homicidio de otra mujer casualmente también llamada Yudith.

Judith tenía 37 años y una hija menor de edad. / Cedida
Desde O Berbés hasta Porriño
El investigado, que este fin de semana cumple 54 años, permanece en la actualidad en prisión a la espera del juicio con jurado popular que se celebrará por este caso. La instrucción judicial ya está en una fase muy avanzada. La Guardia Civil resumió, en uno de los informes que componen su atestado policial, los indicios recabados contra este hombre, que era cliente de la víctima. La prueba más importante es la de la geolocalización de su teléfono móvil, que lo sitúa junto al de Judith la madrugada del 19 de noviembre en la que la mujer desapareció, la misma en la que fue asesinada. «Del informe elaborado sobre el estudio de los BTS entre las 00.00 y las 06.04 horas [cuando el terminal de la fallecida se apagó para siempre] se concluye que Casimiro y la víctima estuvieron juntos durante ese período», resumieron los investigadores. El recorrido que trazaron los terminales empezó en O Berbés, donde Judith ejercía la prostitución, y finalizó en Porriño –donde fue hallada muerta días después– y en la vecina localidad de Mos.
Los testimonios de otras seis mujeres
El que conociese a la víctima, el antecedente existente en Venezuela y los testimonios de otras seis mujeres, que denunciaron haber sido atacadas en los meses anteriores a este crimen por Casimiro, son otros indicios que se recogen también en el atestado.
Ahora falta el ADN. Los peritos del Departamento de Biología del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil de Madrid ya remitieron los resultados de las evidencias recogidas en el arcén junto a donde se halló el cadáver y de las recabadas en la casa donde vivía Judith. No aportan coincidencias de interés para la investigación. Pero los análisis más importantes son los que se deben practicar en el Instituto Nacional de Toxicología de Madrid, los del cotejo del perfil de ADN del presunto homicida con los rastros biológicos que había en el cuerpo de la víctima y en el trapo que tenía en la boca. Se hallaron restos de semen y saliva, así como ocho pelos humanos. Lo que arroje esa prueba será, sin duda, determinante.
Un caso con toda una maraña de hilos de los que tirar y que llegó a tener tres sospechosos
El del crimen de Judith no fue un caso fácil para el Grupo de Homicidios de la Comandancia de Pontevedra. Durante los primeros días y semanas de investigación los agentes se encontraron con toda una maraña de pistas que apuntaban hacia direcciones muy distintas. ¿Quién había acabado con la vida de esta mujer?
La Guardia Civil pronto averiguó, a través de conocidos de la fallecida, que la noche de su desaparición había tenido un fuerte encontronazo con un cliente que no le quería pagar. Ese hombre resultó ser finalmente Casimiro, el actual investigado, pero hasta que la Guardia Civil lo señaló oficialmente como presunto homicida de la vecina de Vigo pasaron cinco meses, un período en el que se exploraron al menos otras dos vías de investigación que al final se descartaron.
Una de esas hipótesis iniciales que se abrieron fue la del novio de la víctima, un hombre natural de Brasil que ya había acumulado un buen historial delictivo en su país y que en Vigo fue condenado por maltratar a Judith, de la que tenía una orden de alejamiento pese a la cual seguían viviendo juntos en la casa abandonada de Redomeira. El hombre se fue de allí misteriosamente días después de desaparecer la víctima –y antes de hallarse su cadáver–, lo que levantó lógicas sospechas y llevó a que la Guardia Civil lanzase de forma inmediata una alerta de búsqueda contra él, pero finalmente la investigación desechó que estuviese implicado en el crimen.
Otra línea de investigación que también se ha acabado descartando a nivel policial y judicial fue la de otro hombre que conocía a Judith y con mala fama en el entorno de esta mujer. «Hay que tener cuidado con él», llegó a decir una amiga de la víctima.
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