En las entrañas de un coloso cultural

FARO recorre el interior del teatro-cine Fraga, desde el espacio que ocupaba la sala Nova Olimpia hasta la terraza, pasando por el anfiteatro

Luce un aspecto similar desde junio de 2011, cuando se paralizó la obra de reforma

En las entrañas del teatro-cine Fraga

Borja Melchor

El teatro-cine Fraga es lo más parecido a una máquina del tiempo colosal de piedra. Basta con poner un pie en su interior para comprobar que las manijas de sus relojes llevan años paradas: un calendario del año 2012 sostenido en la pared del hall de la entrada por la calle Uruguay nos lo recuerda. Reinan los cables sueltos y el polvo sobre material de obra sin desempaquetar. Y todavía descansa en su interior mobiliario antiguo, así como cascos amontonados en cajas, puertas sin colocar y anotaciones de obreros en las paredes aún sin pintar.

Así luce actualmente este emblemático edificio ubicado en el corazón de Vigo, como se puede ver en las imágenes que ilustran este reportaje. FARO recorrió sus entrañas, que piden a gritos que se finalice la reforma: empezó a mediados de 2008, pero se frenó en junio de 2011. Las diferencias presupuestarias que surgieron entre Novacaixagalicia, la propietaria en aquel momento de este complejo, de 1948, y la firma adjudicataria, Aldesa, precipitaron la situación. Quedaron pendientes en torno a un 30% de los trabajos que estaban programados.

Al Fraga, lugar de referencia del ocio y la cultura para tantos vigueses y visitantes, ya se le percibe otra cara después de años y años esperando su segunda oportunidad. Ve luz al final del túnel tras su compra por parte de la Xunta de Galicia y la Diputación de Pontevedra a Abanca por 9,3 millones. Buscan recuperar el pulso del inmueble ideado por el arquitecto Luis Gutiérrez Soto convirtiéndolo en un centro cultural de referencia, operación que se escenificó en el edificio el pasado 19 de julio con representantes de ambas entidades. En el acto, el presidente provincial, Luis López, avanzó que “acollerá unha fábrica de talento, un laboratorio de ideas, un centro pioneiro no ámbito cultural, tan necesario en Vigo e provincia”.

El anfiteatro del inmueble, la joya de la corona, está renovado en parte, con el techo y las paredes casi impecables. Carece de butacas –conserva una sola– y la reforma del suelo quedó a medias: de hecho, siguen amontonadas las tablillas pensadas para colocar antes de que se paralizase la obra. Restan los acabados y se protegen algunos elementos arquitectónicos con plástico. El escenario también está incompleto, al igual que los palcos. En su parte alta, se almacenan varios proyectores de películas, envueltos en un material de protección.

Llama la atención la zona de discoteca, antaño, hogar de la sala Nova Olimpia, pendiente de trabajos de acabado. Hasta esta parte llega uno de los dos ascensores instalados en el edificio, que están sin estrenar, así como la estructura para la construcción de una rampa. Los usos que tendrán las instalaciones aún están por determinarse. El buzón virtual activado por la Xunta y la Diputación para recoger propuestas, ideas y sugerencias que permitan enriquecer el plan de usos del Fraga, propostas@teatrofraga.gal, ha recibido unos 120 correos en poco menos de dos semanas. Permanecerá abierto hasta finales de mes.

Recorridas las instalaciones del icónico inmueble, queda claro que la imagen del interior del Fraga para nada traslada una sensación de abandono, todo lo contrario: transparenta un proyecto en camino con gran ambición que, lamentablemente, se tuvo que parar. En todos estos años, la propiedad se ha preocupado por mantener en las mejores condiciones posibles este histórico edificio, que cuenta con alarma para evitar posibles okupaciones o robos. De hecho, se revisa de forma periódica tanto el interior como el exterior, donde ya han sido borradas numerosas pintadas en los cristales en los últimos años.

Espacio que ocupaba la sala Nova Olimpia

Espacio que ocupaba la sala Nova Olimpia. / Pablo Hernández Gamarra

Las últimas proyecciones cinematográficas se realizaron a finales de junio de 2001 y la discoteca Nova Olimpia, que ocupaba una parte, dejó de funcionar en el verano de 2007 –abrió en 1973–. En 2012, Abanca puso en venta el Fraga, sin éxito. Tiempo después, valoró instalar una escuela financiera, opción que fue rechazada por su elevado coste. También se descartó el plan de utilizarlo como auditorio. En octubre del año pasado, el presidente de la entidad, Juan Carlos Escotet, respondió a una pregunta de este periódico que la entidad no había encontrado un proyecto “sostenible”, condición que establecía para darle una segunda vida. “Le hemos dado muchas vueltas y contratamos a alguna consultora de las importantes para pensar en alternativas, pero no hemos sido capaces de dar con un proyecto sustentable. Me avergüenza un poco no tener soluciones después de un tiempo largo”, dijo.

César Portela es el arquitecto al que Caixa Galicia, en su momento, le encomendó encabezar el proyecto de reforma del icónico inmueble tras comprárselo a la familia Fraga. La vicepresidenta segunda de la Diputación, Luisa Sánchez, aseguró a principios de julio que sería este profesional el encargado de culminarlo –ya ha actualizado a la nueva propiedad el estado del inmueble–, pero esta decisión no será firme hasta que se completen los trámites administrativos de la compra. La idea principal era convertir el complejo, que empezó a funcionar en 1948, en un centro social y cultural. Para ello, poco después de su clausura –mediados de 2001–, la caja de ahorros gallega puso encima de la mesa casi 1.300 millones de pesetas –más de 7,5 millones de euros– para adquirirlo. Hace poco más de 17 años, en julio de 2007, el que era director general de Caixa Galicia, José Luis Méndez, presentó con Portela en la Casa das Artes los planes de rehabilitación del inmueble, con una superficie que supera los 7.000 m2.

A mediados del año 2008, tras varios meses de retraso por el conflicto judicial con el dueño de la sala Nova Olimpia y por ajustes técnicos en el proyecto, que añadía usos, comenzaron las obras para crear un auditorio de más de 1.200 localidades, salas de formación, exposición y actos culturales, una gran biblioteca, una cafetería y un espacio de nuevas tecnologías, con una zona de conexión a internet sin cables de acceso público y puestos con ordenadores conectados a la red. Frenaron en 2011.

Fuentes de la Xunta informaron en julio que se redactará “un proxecto este mesmo ano para dotalo do equipamento necesario e reservarase a previsión de investimento necesaria nos orzamentos de 2025”.

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