La Policía sospecha que el sexagenario vigués acusado de matar a su hermana se duchó tras el crimen

El investigado por el homicidio de Lavadores estaba desnudo en su cama con pequeños rastros de sangre en un empeine y se hallaron gotas que se cree que son del agua de limpiarse

La vivienda donde fue el crimen de Lavadores sigue con el precinto policial, como se ve en esta imagen tomada este pasado viernes 5 de julio.

La vivienda donde fue el crimen de Lavadores sigue con el precinto policial, como se ve en esta imagen tomada este pasado viernes 5 de julio. / José Lores

Marta Fontán

Marta Fontán

Vigo

La instrucción judicial del caso del crimen de Lavadores ocurrido en Vigo el pasado 3 de abril, cuando el sexagenario Juan D.E. mató supuestamente a cuchilladas a su hermana Mari Carmen en su vivienda de la calle Curros, se encuentra en plena fase testifical. Junto a las cuidadoras de este hombre diagnosticado de esquizofrenia y tutelado por la Fundación Pública Galega para o Apoio ao Exercicio da Capacidade Xurídica (Funga), ante el magistrado del Juzgado de Instrucción número 2 declararon también varios de los policías nacionales que participaron en la investigación, quienes relataron cómo se encontraron el escenario del homicidio cuando acudieron a la casa tras recibir la alerta de que se había producido una muerte violenta.

Uno de los agentes manifestó que la sospecha es que el hoy investigado se habría duchado tras cometer los hechos: cuando llegaron allí el sospechoso estaba desnudo en su cama con rastros de sangre en forma de pequeñas manchas rojizas en el empeine del pie izquierdo, si bien también encontraron en el lugar gotas que creen que son del agua que dejó tras de sí después de limpiarse y antes de meterse bajo las mantas donde lo encontraron.

Un cuchillo sobre la mesilla del dormitorio

A la espera de cuál será el pronunciamiento judicial en relación con la solicitud de la acusación particular de que también se traiga a la Funga al procedimiento judicial –el investigado llevaba meses sin tomar la medicación y la familia ya había alertado a dicha fundación del agravamiento de su estado mental–, para la Policía Nacional no hay dudas sobre la autoría del crimen. Junto a los restos de sangre que tenía en su cuerpo, en una de las mesillas de noche del dormitorio de Juan D.E. , sobre restos de pañuelos de papel usados y cajas con medicación, se encontró un cuchillo metálico de 32 centímetros de longitud –19 de ellos de hoja– que sería el arma utilizada en el crimen. Los agentes constataron que en la cocina, junto a un microondas, había un juego de cuchillos de similares características al hallado en la habitación, comprobando que faltaban dos, uno de los cuales sería el que estaba en el dormitorio al ser uno de los huecos libres compatible con el tamaño del mismo.

Junto a ese cuchillo de cocina y restos de la sangre que el detenido tenía en su pie izquierdo, los agentes que se encargaron de la inspección técnico policial recogieron, también para su posterior análisis, muestras de la sangre que encontraron en la zona donde estaba el cadáver de la víctima y un trozo de papel blanco con tres billetes de cinco euros en su interior que la mujer tenía en su mano derecha.

Una "descompensación psicótica" por no tomar la medicación

Las médicas forenses del Imelga concluyeron que el sexagenario sufrió una “descompensación psicótica” de su esquizofrenia y tenía una disminución completa de sus facultades intelectivas y volitivas cuando supuestamente cometió el crimen. La descompensación la relacionan con el “abandono de la medicación”. El hombre, que vivía solo, estuvo ingresado en el Hospital Álvaro Cunqueiro tras su arresto y, una vez recibió el alta médica, el juzgado lo envió a prisión provisional. La víctima, de 71 años, llegó a alertar antes del crimen a una de las cuidadoras de su hermano de que no fuese a junto de él debido al empeoramiento de su estado mental.

La casa continúa con el precinto policial pese a que ya pasaron tres meses desde el homicidio

El crimen ocurrió el 3 de abril en la vivienda familiar de la calle Curros donde residía el presunto homicida. Transcurridos ya más de tres meses desde que se produjeron los hechos, la familia todavía no ha podido acceder a la casa ya que continúa precintada –la fotografía que acompaña a esta información en la que se observa la cinta en el portalón de entrada a la propiedad tiene fecha de este pasado viernes 5 de julio–. El abogado que ejerce la acusación particular en representación del marido y los hijos de la víctima ya ha solicitado por escrito y verbalmente al juzgado instructor que autorice el desprecinto para que se pueda entrar a la casa y a la finca. La petición se basa en que la investigación sobre el terreno de la Policía Nacional ya está finalizada y no precisa de que los agentes vuelvan a acceder a dicho domicilio y también en una cuestión de salubridad ya que vecinos de la zona se han quejado de las consecuencias de la falta de mantenimiento de la finca debido a la imposibilidad de entrar en la misma. Junto a esta cuestión, los hijos de la víctima también instan la devolución del teléfono móvil de su madre una vez que se ha confirmado que policialmente no será necesario realizar un volcado de los datos de ese terminal para la investigación.

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