Agresiones en el Complexo Residencial de Vigo silenciadas por miedo: "Ahora el riesgo es diferente según quién te toque una teta"
La secretaria del comité de empresa en la provincia, Dina Porral, asegura que "sabemos que esos ataques existen, pero la mayoría ni siquiera se registran en el libro de incidencias"
Un trabajador del centro donde ahora conviven mayores con enfermos de perfil psiquiátrico denuncia que la semana pasada una compañera "recibió varios puñetazos" de un residente
UGT ha remitido un escrito a la delegación territorial para informar de ésta y de otra agresión ocurrida en diciembre, y que "solucione con carácter inmediato" esos asuntos

Una anciana recibe la ayuda de una sanitaria (Imagen de recurso). / FDV
Avelino Beiro lleva 36 años trabajando en la que antes era, exclusivamente, una residencia para ancianos, y que, desde la pandemia, acoge usuarios de perfil dual, "con patologías psiquiátricas o dependendientes, muchos de ellos con problemas de alcohol, con antecedentes de drogodependencia -o ambas a la vez-, también expresidiarios muy deteriorados y, en general, gente sin arraigo que se rebelan a la mínima", detalla.
Este ordenanza ha compartido en su cuenta de YouTube un vídeo de denuncia sobre lo que ocurre en su lugar de trabajo, que ya cuenta con más de 11.000 visualizaciones.
Según este funcionario del Complexo Residencial e Asistencial para Persoas Dependentes de Vigo, el CRAPD 1 de O Meixoeiro, "hace unos días, una compañera que intentó mediar en un conflicto entre dos residentes, recibió varios puñetazos de uno de ellos". Una situación que, al parecer, no es aislada desde que las instalaciones no solo acogen a mayores, y a la que se enfrentan tanto los trabajadores como los usuarios.
Oficialmente, muchas de esas agresiones no constan, "ni siquiera se trasladan al libro de incidencias", matiza Dina Porral, auxiliar de enfermería en el Centro de Atención a Persoas con Discapacidade de Chapela (CAPD) y secretaria provincial del comité de empresa de los centros públicos gestionados por la Consellería de Política Social. Explica que "muchos empleados ya asumen esta agresividad como parte de su trabajo, algo que no debería pasar", señala.

Complexo Residencial de Atención a Personas con Dependencia no Meixoeiro (CRAPD 1). / Marta G. Brea
Las investigaciones de Porral, miembro de la CIG, confirman que sí se produjo ese ataque que denuncia Avelino en su vídeo, y que la víctima puso la correspondiente denuncia en la Guardia Civil, "pero si no se registra como incidencia en el propio centro, estamos atados de pies y manos a la hora de pedirle a la Xunta que tome medidas", advierte.
Últimas agresiones
A raíz del vídeo que Avelino Beiro subió a su canal, Juan Manuel Loureiro Taibo, secretario xeral provincial de UGT-Servizos Públicos de Pontevedra, remitía este pasado jueves 4 de abril un escrito a la Xefatura Territorial Provincial de Política Social, en la delegación de la Xunta en Vigo, para denunciar que "nestas últimas datas están a repetirse, de xeito máis continuado, este tipo de agresións ao persoal traballador sen que esa Consellería busque solución algunha agás a de trasladar dun centro ao outro à persoa agresora, sen que esa sexa a solución. Sirva como exemplo que pasado día 27 de marzo un usuario agrediu a persoal do CRAPD I e no mes de decembro, agrediu a persoal do CRAPD II". La segunda agresión de la que informa, y que se produjo a finales del año pasado, tuvo la correspondiente denuncia por parte de la trabajadora afectada en la comisaría de Policía de Vigo, hechos que también relató por escrito y registró para ponerlos en conocimiento de las instancias autonómicas correspondientes, de las que nunca obtuvo respuesta.
El documento enviado por UGT incide además en que "dende fai un tempo, algunhas das persoas usuarias dos citados CRAPD I e CRAPD II, fuman nas habitacións e nos baños e incluso en pasillos co perigro que eso supón", e insiste en que el personal del Complexo "xa denunciou por activa e pasiva este perigro, sen que ata a data a Dirección tomase algún tipo de decisión ou norma que arranxe esta alteración das normas legais establecidas". Concluye, solicitando y requiriendo que "se solucione con carácter inmediato os asuntos denunciados anteriormente".
Otra de las incidencias que sí se notificó fue la agresión sexual que sufrió una trabajadora en septiembre de 2023, en el CRAPD Vigo II. En su día, la propia Porral relataba en FARO cómo se había producido el ataque: “Ella solo iba a darle la medicación, como al resto de usuarios, pero una vez que entró en la habitación no pudo salir. Con la fuerza física de un hombre de 45 años, la agarró, la tocó e intentó por todos los medios que no saliera de la estancia. Cuando consiguió llegar al pasillo, un compañero se dio cuenta de la cara que tenía, le preguntó qué había pasado y la acompañó a dar parte de lo sucedido a dirección”.
Después de que el comité de empresa denunciase el caso en la Fiscalía, ésta actuó de oficio para continuar con la denuncia. Precisamente, este pasado 1 de abril, la víctima accedió a respaldarla.
Un 52% de pacientes de emergencia social
Los complejos residenciales públicos de Vigo y Oleiros son los que presentan un mayor problema desde que se abrieron las puertas a este nuevo perfil de residentes. "En el resto de centros gallegos no tienen posibilidad de atender estos casos de emergencia social", apunta la secretaria del comité, quien asegura que, a día de hoy, el CRAPD 1 de O Meixoeiro acoge más usuarios de este tipo que de mayores: "El 52% de los residentes en Vigo son de emergencia social, muchos sufren multiadicciones, y están en edades comprendidas entre los 20 y los 40 años".
Un 1,7%, según la Consellería
Ese dato que maneja el comité de empresa choca de pleno con los números que aporta la Consellería de Política Social. Este departamento cuantifica en 267 el número de personas menores de 60 años que se encuentran en unade las más de 15.000 plazas residenciales existentes en la red pública de la Xunta. En concreto, alcanzaría el 1,7%. El matiz radica en que las cifras de la administración autonómica son absolutas y abarcan todos los centros de la geografía gallega. En este sentido, Dina aclara que "si calculamos esa cifra sobre esa totalidad, el dato claro que se diluye; la mayoría son centros abiertos donde no hay usuarios emergencia social", matiza la auxiliar de enfermería para explicar que el problema radica en los centros de Vigo y Oleiros, donde, en el aspecto cuantitativo, la balanza ya empieza a inclinarse hacia este tipo de pacientes.
"Viven en un miedo constante. "Es una injusticia que nuestros mayores, que llevan toda la vida trabajando y ahora les toca descansar, no puedan estar tranquilos. Tienen miedo a que les peguen, a que les griten, a que les empujen, a que les roben. Muchos no salen de sus habitaciones por el pánico que le tienen a estos nuevos residentes"
Con respecto a ese desequilibrio insostenible que denuncian los sindicatos, la Consellería de Política Social señala que la admisión en una residencia está determinada por un equipo de valoración multidisciplinar que decide, de acuerdo con la normativa, qué recurso es el adecuado para cada persona. Inciden, además, que estos ingresos, que puede estar motivados por factores como una emergencia social o el acompañamiento de algún familiar, se realizan siempre compaginando la correcta atención y el bienestar de los demás usuarios.
"Toda esta situación es un escándalo", incide Alberto Panete, miembro del comité de empresa por CC.OO. "No decimos que no sea legal, pero no es de sentido común, mezclar así a los residentes, no se sostiene". Panete insta a la conselleira de este departamento, Fabiola García, a que cumpla las promesas que realizó en su discurso de toma de posesión allá por 2018, en el que, entre otras cosas, pretendía 'que Galicia fose o mellor lugar para ser maior e para facerse maior', algo que según Alberto "no solo está lejos de cumplirse, sino que la situación a día de hoy está más deteriorada: para que la gente entienda lo que ocurre, debe hacer un ejercicio de empatía, y plantearse si dejaría a su padre o a su madre en un lugar donde también residen drogodependientes, esquizofrénicos y hasta expresidiarios, algunos con delitos a sus espaldas muy graves como violaciones o asesinatos".
Para Panete, uno de los problemas de fondo se centra en el papel y la implicación de las familias, que normalmente no se pronuncian al estar, en ciertos casos, atadas de pies y manos. "Es complicado para esos parientes que por fin han encontrado un lugar donde cuidan a sus mayores, quejarse o reclamar y poner en peligro esa plaza por la que tanto han esperado", explica.
"Pánico a que les peguen o les roben"
El panorama anímico que describen el ordenanza del CRAPD 1 y los miembros de los sindicatos es muy similar. Relatan cómo los residentes de la tercera edad viven en un miedo constante: "Es una injusticia que nuestros mayores, que llevan toda la vida trabajando y ahora les toca descansar, no puedan estar tranquilos. Viven con miedo a que les peguen, a que les griten, a que les empujen, a que les roben. Muchos no salen de sus habitaciones por el pánico que le tienen a estos nuevos residentes", asegura Dina.
"No viven, duermen con sus pocas pertenencias y sus pequeños tesoros debajo de la almohada por miedo a que se los quiten, es una situación denigrante en un lugar donde las puertas de las habitaciones suelen estar abiertas, y el control sobre las personas es complicado. Hay visitas, nuevos ingresos, y cambios de turnos, por lo que el personal no puede saber exactamente quién es éste o aquél", asegura el representante de CC.OO.
"Nos dicen, por ejemplo, que si te agarran por el cuello no te muevas, no les puedes agredir, que le apartes la mirada, y si tienes opción de correr, ¡corre!..."
La palabra miedo se repite en el discurso de Avelino: "Tanto el personal como los residentes tienen miedo a sufrir agresiones, pero nadie hace nada. La Xunta ha mezclado gasolina con cerillas y un día ocurrirá una desgracia por un golpe mal dado. Quizá entonces tomen medidas, pero ¿hay que llegar a esos extremos?", infiere este subalterno que se encarga de filtrar llamadas, dar respuesta a familiares y provedores, y atender a los residentes desde el mostrador del centro.
"Estos días nos están dando unos cursillos a los trabajadores. Una psiquiatra explica las pautas de actuación ante posibles agresiones, a personas que no tenemos ni idea, porque no estamos preparados ni aprobamos una oposición para desempeñar esa función. Nos dicen, por ejemplo, que si te agarran por el cuello no te muevas, no les puedes agredir, que le apartes la mirada, y si tienes opción de correr, ¡corre!..."
"Es complicado para las familias que por fin han encontrado un lugar donde cuidan a sus mayores, quejarse o reclamar y poner en peligro esa plaza por la que tanto han esperado"
En este sentido, Dina apoya todos aquellos cursos que sirvan para el desempeño de la labor de los trabajadores. "Siempre vienen bien, porque con los mayores, también hay episodios de ese tipo, pero son involuntarios y sin maldad". Matiza que "no es lo mismo que un anciano con demencia te toque una teta, a que lo haga un residente de emergencia social. Un mayor te puede agarrar con fuerza en un momento puntual y cogerte de un brazo, o de la bata, o de la parte del cuerpo que le coincida en ese momento, pero los otros agreden a conciencia, sabiendo lo que hacen", asegura la auxiliar de enfermería, apuntando además que "más del 70% de la plantilla son mujeres, y un 60% de ellas, mayores de 55 años".
Sin medios ni recursos humanos
Hace años que los trabajadores de estos centros vienen reclamando soluciones a un problema que aseguran no se ataja ni cualitativamente, ni cuantitativamente. "Esta semana, los últimos refuerzos que llegaron con el COVID terminaron contrato; en el caso de Vigo, se fueron 13 ó 14 personas. Además, con el nuevo acuerdo hemos pasado de trabajar 37,5 horas a hacer 35 horas a la semana, pero sin nuevas incorporaciones. De esa manera, baja la presencia de personal en cada turno. Tampoco se cubren permisos o adaptaciones de puesto, así que toca dar el 130% de uno".
El comité de empresa considera que "si no un centro específico para atender a los residentes de emergencia social, al menos que haya una unidad apartada de los mayores, con personal cualificado como una psiquiatra, un terapeuta y un personal de enfermería debidamente formado", que estiman necesario para una residencia "en la que dan hasta tratamiento de metadona, como si esto fuera un centro de drogodependencia", denuncia Dina, cuya intención no es que se deje de lado a estos pacientes, "si no que se trate a todos como se debe, sin perjuicio de unos, ni de otros" .
El que es el mayor geriátrico de Galicia atiende a grandes dependientes y la tendencia que perciben es que cada vez es mayor el grado de dependencia con el que llegan. El centro tiene capacidad para 314 residentes, y para otros 25 en un área especialmente vigilada, a modo de UCI, de aislamiento en caso de enfermedades infecciosas.
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